Capítulo 5

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Si definitivamente las mañanas no son lo mío, murmuro quejumbrosa tras levantarme de mi cama tropezar con las sábanas que se enredan en mis piernas y terminar estampada contra la alfombra al lado de mi cama, agradezco haber seguido el concejo de mi madre y comprar el pequeño trozo de felpa, que ahora amortigua mi caída. Con mis sentidos aún adormecidos me incorporo y camino en dirección al cuarto de baño, donde hago mis necesidades, y aprovecho para recoger mi cabello en una tirante coleta de caballo, para apartar las largas hebras de mi vista.

Una vez satisfecha con mi apariencia salgo del reducido espacio, para seguido apresurarme a vestirme con un jean celeste claro, y un suéter blanco con algunas flores naranjas como estampado, mis tan usadas botas cortas de tacón bajo. Una vez vestida salgo de mi cuarto y me dirijo a la cocina, donde me encuentro con mi padre tomando su ración matutina de café, sosteniendo entre sus manos el periódico, su vista se eleva en cuanto me detengo en frente de el, para tomar lugar sobre uno de los taburetes, y apresurarme a preparar mi desayuno nutritivo que se basa en una taza de chocolate caliente y un trozo de pastel que me ha enviado mi otra abuela, madre de mi padre.

-¿Qué es lo que lees?- interrogo con curiosidad, mientras corto un trozo de pastel.

-Ha desaparecido una joven de la secundaria Hilton.- comenta mientras me muestra el encabezado donde muestran una fotografía de la muchacha en cuestión.

-Ya van días desde que se ha ido.- murmuro con asombro al leer la nota del periodista.

-Los padres no pueden dar con su paradero, y sus amigos perdieron todo el contacto con ella.- comenta.

-¿Cuál es el nombre de la chica?- pregunto, al tiempo que me inclino sobre la barra para alcanzar la azúcar.

-Anna Hudson.- informa, al tiempo que su entrecejo se frunce al igual que el mío.

-¿No es la hija de un viejo amigo del tío Edward?- interrogo, al tiempo que hago memoria.

-Es exactamente ella, luego iré a visitarle para ver si podemos ayudarle de algún modo.- afirma.

-Envíale saludos de mi parte.- pido.
-
Lo haré, y tu cuídate, no estés en la calle hasta tarde y siempre mantente en compañía de Sergey o de Colette.- recuerda.

-Lo haré papá.- aseguro.

Es así que luego de un nutritivo desayuno salgo de casa para dirigirme al local de mi abuela, donde asumo que ya se encuentra Sergey agotando la poca paciencia de la madre de mi progenitora.

(...)

-No entiendo a que viene la pregunta Brenn.- suelto con exasperación, al ver el reflejo de la rubia a través del espejo, su rostro demuestra el cansancio y el enojo que se han apoderado de su cuerpo, esta más que cabreada y mis palabras no hacen más que empeorar la situación.

-¿Lo dices en serio Adrien?, ayer fue el bautismo de mi primo y ni siquiera hiciste el intento de sacarme a bailar, ni una sola vez.- reclama.

-Sabes el porqué, te lo he dicho.- retruco, mis músculos se tensan.

-No, no lo sé, porque cada vez que quiero hablar del tema me evades y pones excusas ridículas.- acusa.

-Brenna, no estoy humor para discutir.- casi imploro que no siga con el tema.

-Nunca lo estás, llevamos tres malditos años de lo que sea que tenemos, nunca me queje de que no salieras de fiestas, de que no me invitaras a salir porque se que esas cosas no son de tu agrado.- habla, las lagrimas amenazan con salir.- y no te he forzado porque lo menos que quiero es hacerte enfadar o ponerte triste.

Lᴀ ᴄʜɪᴄᴀ ᴅᴇ ʟᴀ ғʟᴏʀ ʀᴏᴊᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora