capítulo 10: conociendo a la familia

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Por ahí arriba les dejo una fotito de Dominic Morton


Suelto una maldición por lo bajo en cuanto soy envestida por un grupo de trabajadoras que pasa por mi lado provocando que tambalee y deba sujetarme de la pared para no caer, observo como el grupo femenino sigue su camino sin prestarme la más mínima intención. Cuando vuelvo a recobrar la estabilidad sigo caminando por los pasillos del gran edificio, hasta que a lo lejos distingo la alta figura de Heyden, envuelta en un impecable traje azul marino; se encuentra de espaldas a mi, intercambiando palabras con una mujer, que aparenta tener su edad, largo cabello azabache, envuelta en un traje color crema que se ajusta a la perfección a las curvas de su cuerpo y que resalta su piel morena. Me debato unos segundos en si interrumpir la conversación o esperar, mientras ralentizo mi andar; a unos escasos pasos de distancia me detengo en cuanto la mirada de la muchacha recae en mi presencia, causando que la atención de Heyden se vuelva en mi dirección.

-Hola.- saludo con cautela, mientras me aproximo hacia ellos, depositando un beso en la mejilla del castaño, quien no tarda en rodear mi cintura en el proceso.

Y retrocedo en cuanto hago el intento de saludar a la joven pero esta esquiva el saludo, así que declino mi intento de ser amigable, y me mantengo en mi lugar al lado del castaño.

-Fue un gusto verte Lujan.- habla el joven, dando por finalizada la charla y posando su mirada en mi.

Me remuevo incomoda entre sus brazos, bajo la penetrante mirada de la joven que me lanza dagas, antes de darse la vuelta y desaparecer por los pasillos de la corporación. Vaya mujer pedante.

Ahogo un chillido en cuanto siento como Heyden hunde sus dedos en mis costillas causándome cosquillas en el área, le observo con enojo, ganándome una sonrisa divertida por parte del muchacho, quien no tarda en invitarme a seguir caminando por los pasillos, su voz ronca se filtra por mi sistema auditivo en cuanto comienza a hablar sobre algún tema que no llego entender del todo, al tiempo que nos movemos por el lugar. Sonrío y saludo con entusiasmo a cada persona que pasamos, quienes portan trajes caros e impecables las mujeres observan con deleite al castaño, conforme avanzamos.

Nos adentramos en una oficina bastante amplia y lujosa, con sillones de cuero negro, escritorio y mesa ratonera de cristal, cuadros con marcos que color oro que resplandecen con la iluminación externa que se filtra por los grandes ventanales que dejan observar con detenimiento el exterior, casi parece una sala de reunión de película mafiosa, debo contener mis ganas de correr hacia los ventanales, por miedo de tirar o estropear algo de la sala, ya que todo parece muy costoso. Mi atención se vuelca a mi costado en cuanto Heyden me pide que tome asiento en uno de los sillones, mientras el va a buscar unos papeles que quiere mostrarme; sin darme tiempo a responder, le veo salir del lugar, dejándome completamente a solas.
Sin más que hacer, comienzo a inspeccionar el lugar más a detalle, centrando mi atención en los cuadros, que muestran fotografías en su gran mayoría de tonalidades negras y blancas y muy pocas de color, en ellas se pueden apreciar a una pareja joven frente a una casa, la mujer de esbelta figura sostiene con dulzura su creciente barriga, mientras el hombre la rodea en un brazo desde atrás. Más adelante se encuentra la misma pareja ya con varios años y cuatro pequeños que asumo son sus hijos, los cuales yacen corriendo en la parte trasera de una vivienda. Camino a paso lento observado cada fotografía, hasta llegar a una que capta toda mi atención, en ella yace la misma pareja más grande, sus hijos ya crecidos en los cuales distingo el rostro de Heyden, y a los pies en orden de edad yacen los nietos de la pareja, en entre los cuales distingo a Abraham y Shey, todos ellos con un par de años menos.
Una sonrisa tira de mis labios en cuanto noto la postura tensa y recta del pelinegro al momento de que la foto ha sido tomada, mientras los demás tanto grandes como chicos sonríen y adoptan una postura más relajada y casual; mis dedos recorren cada rostro con cuidado, grabando en mi memoria a cada uno de ellos.

Lᴀ ᴄʜɪᴄᴀ ᴅᴇ ʟᴀ ғʟᴏʀ ʀᴏᴊᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora