Capítulo 12

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A la mañana siguiente Deb partió hacia la aldea. Todavía no tenía preparado cómo iba a decirle a Rose que Lema había muerto en el Bosque de las Sombras. Caminaba cabizbajo entre los árboles, el día estaba tan nublado como su ánimo. Por el suelo yacían tirados los cadáveres de todos aquellos que no consiguieron salvarse la noche anterior. Con tristeza esquivaba a niños, jóvenes, adultos y ancianos, todos ellos muertos. Solo algunos pocos habían podido escapar de la furia del rey. En aquella noche habían muerto una treintena de personas. Mientras caminaba veía los rostros familiares de aquellos con los que había estado viviendo los últimos meses.

Estaba sumido en estos lúgubres pensamientos cuando escuchó algo. Buscó con la mirada a alguien vivo, pero no lo encontró. Quiso alejarse de allí por si era un guardia que buscaba a los supervivientes de aquella masacre. Pero su intuición le decía que tenía que quedarse allí. Así que esperó de pie a que el sonido se repitiera.

Y se repitió. A su espalda sonaron unos gemidos ahogados. Ahora estaba sobre aviso y lo puedo distinguir con claridad. Se dio la vuelta pero allí no había nadie. Extrañado se quedó observando, y fue entonces cuando notó un ligero movimiento en uno de los arbustos. Se acercó hasta allí con sigilo. Vio unos pies pequeños. Era un niño. El joven se arrodilló frente a la planta.

—Hola —dijo, pero no obtuvo respuesta—. Soy Deb, ¿quién eres tú?

El chiquillo que estaba en el arbusto comenzó a moverse. Primero sacó las manos y finalmente salió del todo. Era una niña pelirroja, con el pelo despeinado. Tenía húmedos sus ojitos castaños, se trataba de Rachael.

—¿Dónde está mi hermano? —preguntó.

—No lo sé, pero ven conmigo a casa de una amiga. Ella te cuidará y nos ayudará a encontrar a tu hermano —le dijo Deb.

La cogió en brazos y siguió caminando. Al fin divisó la aldea a lo lejos, aunque no lo admitiera, cargar con Rachael en brazos era muy cansado. Pero si ella iba andando entorpecería la marcha y tardarían bastante más en llegar.

Se detuvo cuando alcanzó la casa de Rose. Llamó a la puerta, y para su sorpresa no fue ella quien le abrió. En el umbral apareció una muchacha de pelo largo y castaño, de ojos verdes. "Tiene un cierto parecido a Lema", pensó el joven. Ella les invitó a pasar dentro y cerró la puerta. En ese momento Rose salió de una habitación y les abrazó con alegría.

—Que susto nos habías dado —dijo la mujer. Iba a preguntarle quién era la chica que le había abierto la puerta cuando se escuchó un llanto.

—Ven —dijo la mujer misteriosamente mientras se daba la vuelta.

El chico dejó a Rachael en el suelo y la siguió.

La mujer se paró delante de una puerta, desde allí el lloro se podía oír nítidamente. Rose abrió y ambos entraron en una habitación de tres camas. En una de ellas una chica joven mecía a un bebé entre sus brazos. Al levantar la cara, Deb se quedó sin respiración. Le temblaban las piernas, tenía que estar soñando. Se movía lentamente hacia ella, esperando despertarse en cualquier momento. Se fue acercando hacia la cama con una amplia sonrisa.

—Oh Lema, es precioso —era lo único que musitaba el joven, arrodillado ante ella, acariciando al recién nacido —. ¿Cómo se llama?

—Le he llamado Tairon —dijo Lema, después depositó un tierno beso en sus labios carnosos.

Los dos enamorados que se daban por muertos, perdidos, olvidados, y que creían que su amor había sido una historia de tragedias, ahora se habían reencontrado y ya no querían separarse.

Rose se alejó para dejarlos a solas con Tairon. Tenían mucho que contarse. Se acercó a Rachael que estaba sentada en el suelo junto a Irina. La niña tenía un gesto triste y estaba absorta en sus pensamientos.

El rey de MertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora