OO; 𝗧𝗿𝗮𝗯𝗮𝗷𝗼

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En esa estrecha habitación de poca iluminación los gritos de aquel hombre eran de horror y dolor

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En esa estrecha habitación de poca iluminación los gritos de aquel hombre eran de horror y dolor.

Min solo se mantenía con la mirada seria, neutra, observando a su víctima la cual se encontraba con cabeza gacha y ojos cerrados, fue entonces cuando volvió a preguntar.

— ¿Quién te envío a matar a Kim? — Menciono con autoridad por segunda vez.

El hombre contrario se mantenía amarrado fuertemente a una silla de madera, con ambas muñecas irritadas por tanto forcejear en un intento absurdo por soltarse del amarre de estas en los brazos de la silla, con el rostro ensangrentado al igual que destrozado, con el torso pintado de tonalidades moradas, verdes, y amarillas, pero a pesar de todo el hombre no decía palabra alguna.

— Si hablas las cosas serán más sencillas.— Hablo nuevamente el pálido con voz un poco más suave, en un intento por convencer al contrario con aquellas palabras totalmente falsas, no obtuvo respuesta, cerró sus manos volviéndolas puños tratando de conservar la calma.

Min miró a uno de sus hombres y este se acercó al que estaba atado para volver a golpearlo.

Yoongi rodó los ojos con fastidio.

— ¿Acaso eres estúpido?, No respondas, es obvio que lo eres, los golpes no lo harán hablar, maldita sea. — El hombre se separó del que estaba con rostro inflamado y Yoongi volvió a hablar mirando al torturado.

— Es cierto, si hablas mueres, si no lo haces...también, solo aceleramos el proceso, sin tanto dolor, un balazo en tu asquerosa cabeza y listo. — Hablo él,  ya conociendo los pensamientos del secuestrado.

— Si dices el nombre del maldito que te mando a asesinar a Kim no te torturare más, así que te haré la pregunta por tercera vez, cariño, ¿Quién te envío a matar a Kim?— Preguntó al atado, pero este; como en todas las veces anteriores, no hablo.

— Bien. — Se humedeció sus labios pasando su lengua por estos lentamente. — Nam-Joon córtale uno de sus dedos. — Hablo con una sonrisa.

El correspondiente a aquel nombre se acercó a su víctima, pero esta vez con unas pinzas de corte diagonal cualquiera, tomó con fuerza la mano derecha del de rostro destrozado inmovilizándola, acercó las pinzas al dedo índice del atado haciendo poca presión en aquella anatomía, soltó la mano del secuestrado, pues si este la movía se cortaría con las filosas pinzas.

— No me gusta repetir las cosas más de tres veces, pero esta vez haré una excepción, solo por que antes de romperte la cara eras realmente atractivo.— Bromeó Yoon. — ¿Quién te envío para matar a Kim? — Preguntó nuevamente, sin embargo el hombre no hablo.
— Córtale el maldito dedo. — Gruñó Yoongi apretando con más fuerza sus puños, con el ceño fruncido miró con superioridad al secuestrado.

Nam-joon presionó con fuerza las pinzas traspasándo la piel del atado, las movió con fuerza de arriba a bajo rompiendo el dedo del hombre para facilitar el corte y volvió a hacer presión, escuchando de fondo los gritos de dolor del hombre;  Yoongi sonrió ampliamente, finalmente Nam-Joon terminó de extraer la mitad del dedo índice del que se encontraba ahora con lágrimas en los ojos.

El hombre atado se había orinado por el terror y dolor provocados, las lágrimas por otro lado no paraban de salir de sus ojos, y los sollozos se hacían presentes levemente.

— Uy, cariño, si querías ir al baño nos hubieras dicho, mejor te hubiéramos cortado la vejiga. — Burlo Min con la sonrisa aún en rostro, esto no duró mucho pues su expresión cambió a una seria y firme.
— Habla antes de que otro de tus dedos sea cortado, habla de una maldita vez. — Ordenó mientras se acercaba al hombre y tomaba a este por el mentón, se relamió los labios.

— ¿Sabes?, esto ya no es divertido, no perderé más de mi tiempo contigo, has perdido demasiada sangre, seguramente te encuentras con la presión baja, mareado y cansado, no me gusta torturar a las personas cuando están medio inconscientes, considérate un hombre con suerte, ya no sufrirás, tal vez si hubieras hablado antes las cosas no se hubieran puesto tan sanguinarias. — Hablaba Yoongi casi tocando los labios ensangrentados con los suyos, para finalmente depositar un casto beso en los labios del hombre, sonrió al escuchar como el contrario se quejaba.

— La vida es un lujo que no todos podemos tener, Nam-Joon termina con el de una buena vez. — Dijo alejándose del hombre sujetado a la silla que lo miraba con expresión de pánico, acomodó su costoso traje a la talla y del bolsillo de su pantalón sacó un pañuelo para limpiarse sus labios ahora manchados de sangre ajena, salió de aquella habitación obscura y de horrible olor.

Una vez afuera, ordenó sus cabellos con sus manos y se encaminó a la oficina de su jefe.

Kim era uno de los mafiosos más conocidos por todas las cadenas mundiales de traficantes, conocido por ser frío, cruel, calculador, vengador, pero sobretodo el más sanguinario de todos los mafiosos.
Incluso la Yakuza japonesa se quedaba corta con lo sanguinario que podía llegar a ser el gran Kim.

¿Y Para Yoongi? Kim era jodidamente sexy.

Una vez en la puerta de la oficina de su jefe, llamó a la puerta dando pequeños golpes con puño cerrado en la madera.

— Adelante.— Escuchó la reconocida voz grave y profunda.

Giro la perilla de la puerta y continuamente la abrió adentrándose a la oficina del joven mafioso.

— Toma asiento. — Le ordeno el moreno al verlo.

Yoongi obedeció de inmediato, sentándose en la silla junto al escritorio de Kim, quedando frente a frente con este.

— ¿Hablo?— Pregunto con voz ronca el moreno, Yoongi negó. — Entonces, ¿Porqué carajos estás aquí?, investiga y mata al desgraciado que envío a ese asesino a sueldo a matarme ¡Haz tu trabajo! —Gruñó molesto Kim, dando un fuerte golpe con puño cerrado a su escritorio.

El pálido asintió y salió rápidamente de la oficina.

Le esperaba mucho trabajo por hacer.

Soy el jefe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora