Orgullo y Prejuicio [JiCheol • Adaptación]

𝓒𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓧𝓛𝓘𝓥

Jihoon había calculado que Seungcheol llevaría a su hermano a visitarlo al día siguiente de su llegada a Pemberley, y en consecuencia, resolvió no perder de vista la fonda en toda aquella mañana. Pero se equivocó, pues recibió la visita el mismo día que llegaron. Los Jeon y Jihoon habían estado paseando por el pueblo con algunos de los nuevos amigos, y regresaban en aquel momento a la fonda para vestirse e ir a comer con ellos, cuando el ruido de un carruaje les hizo asomarse a la ventana y vieron a dos caballeros en un cabriolé* que subía por la calle. Jihoon reconoció al instante la librea de los lacayos, adivinó lo que aquello significaba y dejó a sus tíos atónitos al comunicarles el honor que les esperaba. Estaban asustados; aquella visita, lo desconcertado que estaba Jihoon y las circunstancias del día anterior les hicieron formar una nueva idea del asunto. No había habido nada que lo sugiriese anteriormente, pero ahora se daban cuenta que no había otro modo de explicar las atenciones de Seungcheol más que suponiéndole interesado por su sobrino. Mientras ellos pensaban en todo esto, la turbación de Jihoon aumentaba por momentos. Le alarmaba su propio desconcierto, y entre las otras causas de su desasosiego figuraba la idea de que Seungcheol, en su entusiasmo, le hubiese hablado de él a su hermano con demasiado elogio. Deseaba agradar más que nunca, pero sospechaba que no iba a poder conseguirlo.

Se retiró de la ventana por temor a que lo viesen, y, mientras paseaba de un lado a otro de la habitación, las miradas interrogantes de sus tíos lo ponían aún más nervioso.

Por fin aparecieron el joven Dojin y su hermano y la gran presentación tuvo lugar. Jihoon notó con asombro que su nuevo conocido estaba, al menos, tan turbado como él. Desde que llegó a Lambton había oído decir que el joven Dojin era extremadamente orgulloso pero, después de haberlo observado unos minutos, se convenció de que sólo era extremadamente tímido. Difícilmente consiguió arrancarle una palabra, a no ser unos cuantos monosílabos.

El joven Dojin era más alto que Jihoon y, aunque no tenía más que dieciséis años, su cuerpo estaba ya formado y su aspecto era muy grácil. No era tan guapo como su hermano, pero su rostro revelaba inteligencia y buen carácter, y sus modales eran sencillísimos y gentiles. Jihoon, que había temido que fuese un observador tan agudo y desenvuelto como Seungcheol, experimentó un gran alivio al ver lo distinto que era.

Poco rato llevaban de conversación, cuando Seungcheol le dijo a Jihoon que Jeonghan vendría también a visitarlo, y apenas había tenido tiempo el joven de expresar su satisfacción y prepararse para recibirle cuando oyeron los precipitados pasos de Jeonghan en la escalera, y enseguida entró en la habitación. Toda la indignación de Jihoon contra él había desaparecido desde hacía tiempo, pero si todavía le hubiese quedado algún rencor, no habría podido resistirse a la franca cordialidad que Jeonghan le demostró al verlo de nuevo. Le preguntó por su familia de manera cariñosa, aunque en general, y se comportó y habló con su acostumbrado buen humor.

Los señores Jeon acogieron a Jeonghan con el mismo interés que Jihoon. Hacía tiempo que tenían ganas de conocerle. A decir verdad, todos los presentes les inspiraban la más viva curiosidad. Las sospechas que acababan de concebir sobre Seungcheol y su sobrino les llevaron a concentrar su atención en ellos examinándolos detenidamente, aunque con disimulo, y muy pronto se dieron cuenta de que al menos uno de ellos estaba muy enamorado. Los sentimientos de Jihoon eran algo dudosos, pero era evidente que Seungcheol rebosaba admiración a todas luces.

Jihoon, por su parte, tenía mucho que hacer. Debía adivinar los sentimientos de cada uno de sus visitantes y al mismo tiempo tenía que contener los suyos y hacerse agradable a todos. Bien es verdad que lo último, que era lo que más miedo le daba, era lo que con más seguridad podía conseguir, pues los interesados estaban ya muy predispuestos en su favor. Jeonghan estaba listo, Dojin lo deseaba y Seungcheol estaba completamente decidido.