𝓒𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓧𝓛𝓥𝓘

54 9 0
                                    

Al llegar a Lambton, le disgustó a Jihoon no encontrar carta de Jisoo; el disgusto se renovó todas las mañanas, pero a la tercera recibió dos cartas a la vez, en una de las cuales había una nota diciendo que se había extraviado y había sido desviada a otro lugar, cosa que a Jihoon no le sorprendió, porque Jisoo había puesto muy mal la dirección.

En el momento en que llegaron las dos cartas, se disponían a salir de paseo, y para dejarlo que las disfrutase tranquilamente, sus tíos se marcharon solos. Jihoon leyó primero la carta extraviada que llevaba un retraso de cinco días. Al principio relataba las pequeñas tertulias e invitaciones, y daba las pocas noticias que el campo permitía; pero la última mitad, fechada un día después y escrita con evidente agitación, decía cosas mucho más importantes:

«Después de haber escrito lo anterior, queridísimo Jihoon, ha ocurrido algo muy serio e inesperado; pero no te alarmes todos estamos bien. Lo que voy a decirte se refiere al pobre Seungkwan. Anoche a las once, cuando nos íbamos a acostar, llegó un expreso enviado por el coronel Song para informarnos de que nuestro hermano se había escapado a Escocia con uno de los oficiales; para no andar con rodeos: con Chwe. Imagínate nuestra sorpresa. Sin embargo, a Seokmin no le pareció nada sorprendente. Estoy muy triste. ¡Qué imprudencia por parte de ambos! Pero quiero esperar lo mejor y que Chwe no sea tan malo como se ha creído, que no sea más que ligero e indiscreto; pues lo que ha hecho —alegrémonos de ello— no indica mal corazón. Su elección, al fin y al cabo, es desinteresada, porque sabe que nuestro padre no le puede dar nada a Seungkwan. Nuestra pobre madre está consternada. Papá lo lleva mejor. ¡Qué bien hicimos en no decirles lo que supimos de Chwe! Nosotros mismos debemos olvidarlo. Se supone que se fugaron el sábado a las doce aproximadamente, pero no se les echó de menos hasta ayer a las ocho de la mañana. Inmediatamente mandaron el expreso. Querido Jihoon, ¡han debido pasar a menos de diez millas de vosotros! El coronel Song dice que vendrá en seguida. Seungkwan dejó escritas algunas líneas para la señora Song comunicándole sus propósitos. Tengo que acabar, pues no puedo extenderme a causa de mi pobre madre. Temo que no entiendas lo escrito, pues ni siquiera sé lo que he puesto.»

Sin tomar tiempo para meditar y sin saber apenas lo que sentía al acabar la lectura de esta carta, Jihoon abrió la otra con impaciencia y leyó lo que sigue, escrito un día después:

«A estas horas, queridísimo hermano, habrás recibido mi apresurada carta. Ojalá la presente sea más inteligible; pero, aunque dispongo de tiempo, mi cabeza está tan aturdida que no puedo ser coherente. Jihoonie querido, preferiría no escribirte, pero tengo malas noticias que darte y no puedo aplazarlas. Por muy imprudente que pueda ser la boda de Chwe y nuestro pobre Seungkwan, estamos ansiosos de saber que ya se ha realizado, pues hay sobradas razones para temer que no hayan ido a Escocia. El coronel Song llegó ayer; salió de Brighton pocas horas después que el propio. A pesar de que la carta de Seungkwan a la señora Song daba a entender que iba a Gretna Green*, Kwon dijo que él estaba enterado y que Chwe jamás pensó en ir allí ni casarse con Seungkwan; el coronel Song, al saberlo, se alarmó y salió al punto de Brighton con la idea de darles alcance. Siguió, en efecto, su rastro con facilidad hasta Clapham*, pero no pudo continuar adelante, porque ellos al llegar a dicho punto tomaron un coche de alquiler dejando la silla de postas que los había llevado desde Epsom*. Y ya no se sabe nada más sino que se les vio tomar el camino de Londres. No sé qué pensar. Después de haber hecho todas las investigaciones posibles de allí a Londres, el coronel Song vino a Hertfordshire para repetirlas en todos los portazgos y hosterías de Barnet y Hatfield*, pero sin ningún resultado; nadie ha visto por allí a esas personas. Con el mayor pesar llegó a Longbourn a darnos cuenta de todo, de un modo que le honra. Estoy de veras apenado por él y por su esposa; nadie podrá recriminarles. Nuestra aflicción es muy grande. Papá y mamá esperan lo peor, pero yo no puedo creer que Chwe sea tan malvado. Muchas circunstancias pueden haberles impulsado a casarse en secreto en la capital en vez de seguir su primer plan; y aun en el caso de que él hubiese tramado la perdición de un muchacho de buena familia como Seungkwan, cosa que no es probable, ¿he de creerlo a él tan perdido? Imposible. Me desola, no obstante, ver que el coronel Song no confía en que se hayan casado; cuando yo le dije mis esperanzas, sacudió la cabeza y manifestó su temor de que Chwe no sea de fiar. Mi pobre madre está enferma de veras y no sale de su cuarto. En cuanto a mi padre, nunca le he visto tan afectado. El pobre Seokmin está desesperado por haber encubierto los amores de Seungkwan y Chwe, pero no hay que extrañarse de que los niños se hiciesen confidencias. Queridísimo Jihoonie, me alegro sinceramente de que te hayas ahorrado estas dolorosas escenas. Pero ahora que el primer golpe ya ha pasado, te confieso que anhelo tu regreso. No soy egoísta, sin embargo, hasta el extremo de rogarte que vuelvas si no puedes. Adiós. Tomo de nuevo la pluma para hacer lo que acabo de decirte que no haría, pero las circunstancias son tales que no puedo menos que suplicaros a los tres que vengáis cuanto antes. Conozco tan bien a nuestros queridos tíos, que no dudo que accederán. A nuestro tío tengo, además, que pedirle otra cosa. Mi padre va a ir a Londres con el coronel Song para ver si lo encuentran. No sé qué piensan hacer, pero está tan abatido que no podrá tomar las medidas mejores y más expeditivas, y el coronel Song no tiene más remedio que estar en Brighton mañana por la noche. En esta situación, los consejos y la asistencia de nuestro tío serían de gran utilidad. Él se hará cargo de esto; cuento con su bondad.»

Orgullo y Prejuicio [JiCheol • Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora