9. Unión

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Seguir adelante, sentir como ardes por dentro pero no poder hacer nada, una marca forjada a fuego en tu piel que te perseguirá toda la vida, y que verla produce el dolor más grande de todos.

Una herida en el corazón que nada podía sanar porque los pedazos que se cayeron se perdieron con el viento y volaron lejos para nunca más llorar por quienes los rompieron.

Veía como el sol comenzaba a acariciar mi piel. Me senté al borde del altar donde se encontraba aquella estatua y dejaba a mis pies una pradera enorme llena de ríos y montañas bañados por la luz del sol. Era una imagen demasiado bonita después de lo que había presenciado.

Me tapé el sol que comenzaba a molestarme más de la cuenta, y enfrente mío podía ver esa extraña marca que apareció de la forma más sangrienta posible. Después de aquello ahora solo era una cicatriz, pero en la que se podía distinguir perfectamente la silueta de un fénix. Algo me inquietaba en esa marca, ya no solo por el hecho de haber aparecido de la nada, sino que había algo que la hacía extrañamente familiar.

Solo han pasado escasas 24 horas desde la Luna de Sangre, deberíamos habernos ido ya, pero aún debíamos resolver el tema de Neiko, irnos sin dar explicaciones no sería una actitud nada moral ni empática, y así no nos ganaríamos la confianza que antes tenían en nuestros guardianes, a pesar de todo, seguían venerando a los que una vez salvaron este mundo.

Cada vez se nos presentarían retos más difíciles, ya lo aviso el guardián de la muerte, nuestras batallas serían mucho más difíciles de lo que tuvieron que asumir ellos. Las historias que Soul me contaba cuando desperté sobre hechiceros y magia se me hacían cada vez más reales, pero esto no era un cuento, esto era una partida a muerte, ya nadie seguía las normas, todo el mundo actuaba por impulsos.

Recordé lo que vi aquella noche. Fue terrorífico ver como esas criaturas salían de infierno dispuestas a destruir todo a su paso. Y luego esa figura, esa presencia que me resulta tan familiar. Jamás o había visto pero aun así sentía que ya lo conocía, y está claro que aprovechará cualquier momento para ponernos a todos en peligro.

Cuando me di cuenta de nuevo mi cuerpo estaba sumido y lleno de aquellas líneas del color de un mar brillante. Incluso la marca del fénix se tiñó de azul, hasta puedo decir que me pareció bonito.

Después de todo si nadie me iba a resolver las dudas que tenía, simplemente las dejaría estar.

Eché un último vistazo a aquel paisaje, hasta que noté la presencia de Neiko que estaba en completo silencio sentado enfrente de la estatua con los ojos cerrados. A su alrededor se veía un aura morada que lo rodeaba, parecía concentrado en algo. De su boca salían pequeños susurros, parecía que se estaba animando a hacer algo.

Intenté alejarme y andar sigilosamente para no despertar su curiosidad, pero en ese momento paró en seco, y escuché leves sollozos.

-Se qué puedo hacerlo, déjame intentarlo una vez más por favor.

Esas palabras incomprensibles para mí pero que Neiko rogaba, parecía que, aunque no se moviera, el conectaba con el guardián de la muerte y le pedía desesperadamente que le diera otra oportunidad, pero ¿a qué se refería?

Desde ese día observé que Neiko estaba mucho más serio que antes, después de hablar con su guardián algo en el cambio, quizá se dio cuenta de la gravedad del asunto.

Entonces se giró hacia mí que no podía apartar mi vista de su posición. Se levantó de repente quitándose las pocas lágrimas que cubrían su rostro y se acercó a mí.

-Los intenté revivir, pero no funcionó, supongo que, a pesar de todo, no nos hicieron tan bien.

Y después de esas palabras se marchó sin mostrar sentimiento alguno.

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