20. Fénix guardián

7 2 0
                                    


Solo hico falta un pequeño gesto, solo uno...para que toda una vida fuera robada y nunca devuelta.

Hice todo lo que pude para salvar a Lonyx, después de horas dando vueltas deshaciéndome de todo lo que me perseguía, me dirigí hacia nuestro escondite con cautela. Antes de llegar volví a mi forma humana, fue bastante más doloroso de lo que recordaba. Lonyx se veía con la mirada muy confusa, mirando a todas partes sin entender dónde estaba.

Con la respiración entrecortada intenté hablarle lo más calmado que pude. Intentaba hacerle entrar en razón, pero realmente había olvidado todo...o casi todo.

-Venga Lonyx, sabes quién soy, tu hermano, her-ma-no...hermano, ¿sí? – estaba haciendo un esfuerzo titánico por no llorar, pero las lágrimas me caían por el rostro y no podía controlarlo. Cogí su rostro entre mis manos mientras mi llanto no paraba de fluir como un río en busca de su mar. Pero me rompía no verle ni un solo ápice de sentimiento en su mirada. Con esa expresión tan gélida, su pelo blanco, esos ojos azules...parecía un muñeco sin sentimientos. Incluso cuando le abracé, nada salió de su boca ni fue recíproco, simplemente estaba allí, sentada en un árbol, sin hacer nada.

No quería que el resto la vería así, me daba rabia solo de pensarlo. Me senté enfrente suya y comencé a hablarle, de vez en cuando giraba la cabeza intentado comprender mis palabras pero no decía nada, tampoco ningún gesto, solo me observaba...y así pasaron los días.

Durante un par de días le hablaba suavemente intentando que recordara algo, pero era imposible. Decidí entonces que era el momento de llevarle junto al resto, tarde o temprano se darían cuenta de la grave situación, pero yo no podía hacer nada.

Fui a coger algo de agua a un estanque antes de emprender el viaje de vuelta, pensaba en mis cosas y caminaba por instinto, no quería perderle, pero me daba la sensación de que Lonyx tenía los días contados.

Volví con poca gana hacia donde estaba para cogerle y comenzar la marcha. Pero me sorprendió algo, cuando llegué, Lonyx me señalaba con su índice y acto seguido colocó su dedo en la tierra y empezó a moverlo, de un lado...a otro.

Me dirigí lentamente para no asustarle y poder ver mejor que es lo que garabateaba con la tierra húmeda del suelo. Cada trazado que daba se congelaba y comenzaba a crear una figura al principio, irreconocible para mí....hasta que terminó de mover la mano, levantó su mirada aún fija en el suelo, y volvió a señalarme.

En el suelo había dibujada una preciosa y elegante figura de un Fénix, al igual que nuestra marca...era exactamente igual...

Dirigí mi mirada hacia la suya escasos segundos después de ver aquella obra de arte. Y al fin sentí esperanza...

-Tú...yo her-ma-nos – Lonyx al fin pronunció aquellas palabras mientras juntaba sus manos y entrelazaba sus dedos iluminándome con una suave y tímida sonrisa. Incluso parecía que intentaba reírse.

Fue en ese mismo momento cuando las marcas de su cuerpo comenzaron a brillar, y al rozar su mano con la mía, mi cuerpo reaccionó llenándome a mi también con aquellas marcas, pero en tonos oscuros. En ese momento sentí una gran conexión. No me hacía fala hablarle para entenderle. Hice el mismo gesto, junté mis manos entrelazando mis dedos y con un hilo de voz repetí sus palabras.

-Tú, yo, hermanos.

Tras eso me puse en pie y le extendí mi mano invitándole a andar a mi lado. Pero pareció no entender el mensaje así que decidí levantarle yo mismo del suelo. Cuando Lonyx hizo el amago de dar un paso al frente, se cayó sin casi oponer resistencia. Me asusté de que pudiera haberle pasado algo, pero estaba sorprendentemente bien y con aquella tímida sonrisa aún dibujada en su rostro. Le cogí en brazos y decidí que andaría yo por ella, tampoco era un recorrido demasiado largo y Lonyx era de lo más liviana.

ELEMENTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora