2. Recuerdos

50 7 2
                                    

Estaba completamente congelada, mi cuerpo no se movía, no era capaz de reaccionar a ningún estimulo.

Esto era jodidamente real, no era un sueño, realmente esto estaba pesando. Me levanté en un impulso. Esa cosa media como poco tres metros, quizá menos, pero a mis ojos llenos de terror parecía una figura horriblemente monstruosa.

Por mi mente solo pasaban imágenes de mi persona destrozada por los colmillos de ese ser al igual que el individuo muerto enfrente mío. Algo en mi deseaba enfrentarse y plantar cara, por otra parte, solo deseaba correr y una última parte de mí, deseaba despertarse de esa locura.

Veía de reojo como ese monstruo se iba moviendo poco a poco hacia mi posición, no podía hacerle frente, tampoco alzar la vista, daba demasiado miedo joder.

Pero estaba cada vez más y más cerca. Notaba como de a poco mis brazos comenzaban a reaccionar. Una suave escarcha congelada cubría poco a poco mis brazos, mi cuerpo empezaba a reaccionar, sentía como mi cuerpo se enfriaba por momentos, cada vez más y más. El dolor era tanto que no lo soportaba, esto era mucho más grande de lo que yo podía controlar o soportar. pero debía moverme, este no era mi fin. En ese momento mi mente y mi cuerpo conectaron a la perfección, sabía lo que hacer, como moverme, como destruir ese ser del infierno.

Solo nos separaban unos centímetros, sentía su asqueroso aliento azotándome la cara, en el momento que se alzaba decidido a acabar con mi vida, algo lo hizo parar. El extraño ser se alejó unos metros de mí. Estaba tan confusa que no entendía el porqué, pero debía matarlo, era el momento perfecto. Alcé mis manos por un impulso dispuesta a rebatir mi ira contra el animal.

Una llamarada de un intenso fuego ardiente que rozaba mi piel hizo presencia.

Me miré las manos asustada, pero yo no había sido, entonces ¿quién? Mi vista volteó hacia el lugar de donde provenían las llamas que causaron quemaduras en el monstruo.

No sabía si alegrarme o asustarme por lo que había presenciado. Ahí estaba él medio tumbado en el suelo, con la respiración agitada e igual de horrorizado y sorprendido de lo que acababa de pasar.

Sonny resurgía del suelo como si de un muerto se tratara, a duras penas conseguía ponerse de pie, daba la sensación de que aún no era su momento para despertar, pero lo intentaba con todas sus fuerzas. Esa llamarada de fuego incandescente la había provocado él en un arrebato de separar el monstruo de mi lado.

Corrí hacia él ignorando cualquier cosa, pero cuando estaba llegando a su lado, volvió a caer rendido al suelo. Su brazo estaba totalmente quemado, pero aún respiraba.

El monstruo tenía una de sus mitades chamuscadas, lo que dejaba ver algo desagradable, todas las vísceras del animal colgaban de su lado izquierdo, estaba medio muerto, pero aún parecía tener fuerzas y estaba dispuesto a matar. Se acercaba a nosotros con mucha más furia que antes, no iba a por mí, iba a por Sonny. Pero no comprendía la razón de porque no me atacaba.

Se acercaba cada vez con más velocidad, debía de hacer algo, sino podría acabar todo de forma fatal. Debía atacar sola y sin ayuda, esta vez no había segundas oportunidades, volví a activar ese frío que casi quemaba en mi interior, y cuando estuvo lo suficientemente cerca una brisa helada salió de mis manos que logró congelar y desmembrar al monstruo en cuestión de segundos.

Siquiera sé cómo lo hice, que hice o qué demonios era eso, pero algo estaba claro, esto era tan real como la vida misma, si quería seguir viviendo, debía aprender.

Caí rendida de rodillas al suelo, y observé el cuerpo casi inerte de Sonny, quizá si no hubiera sido por él, no hubiera tenido la suficiente valentía para atacar. Pasaron tantas cosas en tan poco tiempo que no podía asimilarlo.

ELEMENTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora