Capítulo treinta y cinco
Alesia Black
En clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, que compartimos con los de Slytherin, Pansy y Millicent no paran de cuchichear mirándome de reojo. A Hermione tampoco le dan mucho respiro; ella simula no darse por enterada, pero los comentarios por el supuesto trío amoroso con Harry y Krum la siguen a donde vaya, y sigue recibiendo lechuzas con cartas de odio la mayoría de las mañanas. Todavía tiene las marcas del ácido del otro día en las manos.
Hoy estamos trabajando con escarbatos, unas criaturas parecidas a topos que buscan tesoros en la tierra. Parece que son muy útiles para los magos que buscan fortunas y que por eso durante mucho tiempo hubo tráfico ilegal de ellos. Recuerdo que mi papá (es decir, Joseph) solía encontrar fácilmente los pendientes que mis hermanas perdían en el patio trasero cuando jugaban Quidditch, o el juego de cubiertos de plata de la abuela Druella que la menor de la familia siempre terminaba escondiendo en la tierra (recuerdo haberlo hecho yo, y luego todas las que siguieron).
Aparentemente, rastrean todo tipo de metal, y Hagrid nos pide que nos quitemos todas las cosas metálicas para no distraer a los escarbatos, además de que te pueden morder para quitarte eso que están buscando. De este modo evitamos ser mordidos y no interferimos con la tarea de la clase, que es encontrar en grupos el oro escondido bajo el suelo, guiando y siguiendo al animal.
—¿Mis anteojos también, Hagrid? —pregunta Harry—. No veo nada sin ellos.
—Te los puedes quedar, pero no te agaches por nada en el mundo. Mientras los mantengas altos...
Me acerco a la caja y me quito una pulsera hecha de una cadenita de metal. Lavender la mira con atención, pero no dice nada y deja también sus aretes y cadenitas. Ron mira a Hermione, pero ella no tiene un anillo de compromiso de Krum ni nada por el estilo, así que no hace comentarios y va a buscar a nuestro escarbato. Estamos en equipo con Harry, Hermione y Neville, y durante la clase alentamos a nuestra criatura y al poco tiempo comienza a escarbar y encontrar unas monedas de oro. Neville es el encargado del saco y todos vamos juntando las monedas y guardándolas allí.
—Esto es una fortuna —dice Ron, contando—. ¿Creen que se notará si nos llevamos algunas...?
—Es oro leprechaun —dice Hagrid, que lo oyó—, así que desaparecerá cuando termine la clase. No tiene sentido llevárselo.
—Weasley ya creía que podría comprarle una casa a su familia —se ríe Draco y sus gorilas lo festejan—. Así no duermen todos en la misma cama.
—Tenemos que ganar —dice Harry con los dientes apretados—. Solo para que no gane Malfoy.
Al final de la clase se hace el recuento de monedas y no ganamos, pero mi primo tampoco. El equipo ganador es el de Lavender, Parvati, Seamus y Dean, y Hagrid le otorga cinco puntos a Gryffindor por cada uno. Draco se queja y Harry sonríe, y Hagrid pasa con la caja para devolver nuestras pertenencias. Cuando saco la pulsera y me la coloco, Lavender se acerca.
—Te la dio Cedric hace unos días, ¿no?
—Ajá... —digo.
—¿Y qué significa?
—Que... Nada. No sé. ¿Todo significa algo?
—¿Realmente eres la chica de la relación? —se ríe ella y llama a Parvati—. Dinos, ¿te dijo algunas palabras especiales cuando te la dio?
—Supongo... No recuerdo ahora. Me dijo que era solo para recordarme que estaba conmigo. Porque ya saben, se vienen varios exámenes y él es el Campeón y todo, es posible que de a ratos no nos veamos tan seguido.
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Leyla y el Torneo de los Tres Magos | (LEH #4)
Fanfiction[Serie "Leyla en Hogwarts": Libro 4] - Libros 1, 2 y 3 disponibles en mi perfil. Un verano que empieza en lo de los Granger y termina en la final del mundial de Quidditch, con ataques imprevistos, suegros por todas partes y luego el anuncio del Tor...