Querido viejo amigo.
Solía creer que éramos parecidos, teníamos cosas en común, nuestros propios mundos, el aislamiento, la intelectualización, la elocuencia, los aires de grandeza, los secretos.
Te quería, tal vez aún te quiero, eras más que mi amigo, eras como mi hermano. Confié en ti. Pero desde el principio fuimos enemigos naturales, polos opuestos, el orden y desorden, control y descontrol, aceptación y rechazo, duda y certeza, realidad contra delirio, neurosis contra psicosis.
No había otro camino para nosotros, nunca lo hubo. Yo deseaba pertenecer a tu mundo y tú no tenías la mínima intención de dejarme entrar.
Siempre tuve dudas sobre ti, a pesar de que eres la certeza en persona. Supongo que nunca las resolveré.
Esa es la única certeza que me dejas, la eterna duda.-Carta para R.
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Cartas a la obsesión
RomansaSe envía una carta de amor a alguien que no está, o que no estuvo en su momento...