El deseo de tu mirada.

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Hoy como otras veces, hablé de ti y la curiosidad que me das, el odio silencioso que te tengo, que me veo reflejada en ti, lo cual me aterra, así como lo que provocas y que jamás he sentido, pero sobre todo me cuestioné de nuevo: ¿por qué sigues ahí observándome de vez en cuando? ¿qué quieres de mi?
Hay tantas preguntas sin respuesta que quisiera hacerte y tantas cosas que quisiera decirte.
Solía ser un espectador, ocultándome a plena vista, observando a todos y evitando sus miradas porque no quería que nadie me conociera realmente.
Pero desde que te conocí, lo único que deseo es tu mirada, hacia lo que hago, a mis pensamientos, mi alma, aunque nunca te acerques. Por eso todo lo que comparto solo vale en cuanto tú lo veas. Solo demando eso, tú mirada, el que sepas que existo, que me des esa atención con aparente indiferencia.
Me doy cuenta porque no me importa que nadie más me mire si no eres tú, porque solo quisiera que tú me conocieras.
No sé exactamente porque sigues presente si ni siquiera te intereso... o tal vez si, pero me agrada que sigas ahí, y supongo que significa que tampoco quieres soltarme, aunque no sepas para que me quieres, o solo que si lo sepas.
Pero por supuesto, eso jamás lo sabré.
Ni yo preguntaré.
Ni tú me lo dirás.

-Carta a M.

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