Excelencia. Perfección. No cometer un error. Cumplir con expectativas de otros e incluso superarlas. No poder sentir y estar mal si lo expreso. Estar en desacuerdo. Satisfacer a todos menos a mi. Ser lo que otros quieren que sea.
El deber, no equivocarse, cumplir con las expectativas de otros es muy desgastante. Por mucho tiempo intenté impresionar a todos, me obsesionaba sacando las mejores notas, siendo madura para mi edad, siempre sabiendo lo que tengo que hacer, controlando mi apariencia al punto de dañar mi cuerpo y mi mente.
Pero lo más gracioso es que a nadie le importó todo lo que estaba sacrificando, todos mis logros y mis esfuerzos no valían nada en cuanto cometa un error. Y me satanizaban por eso, incluso yo misma lo hacía.
Es muy difícil ser como yo, cuando todos esperan algo de ti, cuando te dicen que eres especial, brillante, excepcional. Y si cometes un error, te juzgan y dejan de lado, te desvalorizan y te hacen creer que nunca serás suficiente.
Me suelen decir tantas cosas, "tu siempre sabes que hacer", "tu me puedes ayudar", "no puedes equivocarte", "lo resolverás", "lo tienes bajo control", "puedes hacer lo que sea", asumen que tengo la vida resuelta y puede parecer un halago, un voto de confianza, que soy el amo del deseo y que puedo cumplir con cualquier deseo, se crea una fantasía de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
Pero para mi todo esto es recordarme la gran mentira que he vivido.
Porque la única verdad es que todo el tiempo estoy fingiendo. Pretendo que tengo todo bajo control, que soy calculadora y nada me toma por imprevisto, que ni siquiera tengo sentimientos. que en situaciones críticas mantengo la calma y eventualmente encontraré la solución, que puedo hacer cualquier cosa, que siempre estaré bien, que nunca entraré en crisis, que no puedo estar mal porque las personas cuentan conmigo.
He vivido fingiendo durante toda mi vida. A veces las cosas se me van de las manos, me frustro cuando algo no sale como lo planeé y a veces la vida me da golpes que no esperaba. Nunca estoy en calma, siempre estoy ansiosa incluso por algo mínimo y la mayoría del tiempo estoy mal, enojada o deprimida por algo. Finjo ser valiente, pero no lo soy. Y lo peor de todo siempre me siento imposibilitada, limitada a no poder hacer todo lo que se espera de mi.
Pero nadie se da cuenta, a nadie le importa.
Nadie me ve como lo que soy.
Un simple humano, imperfecto.
Que existe y no por gusto.
Que no vino al mundo a cumplir expectativas.
Por más excepcional y brillante que sea.
Por más especial que todos digan que soy.
Jamás podré ser perfecta.
Y esa ha sido mi condena toda la vida.
Solo ahora me pregunto ¿Por qué seguir pagando una condena que no merezco? ¿Por qué debería ser lo que todos quieren que sea? ¿Por qué no poder ser yo misma y quererme sin importar a los demás? ¿Por que no liberarme de las miradas de los otros?
Pero todo eso implica un juego, una elección entre existir o ser destruida, en vivir sufriendo o vivir tranquila.
La vida es un juego, pero mi vida es una trampa, una guerra que a veces siento que estoy perdiendo.-Una simple nota para mi.
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Cartas a la obsesión
RomanceSe envía una carta de amor a alguien que no está, o que no estuvo en su momento...