6. La visita II

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Lentamente, caminé hacia detrás del biombo, donde me habían indicado. Podía oír a Eric conversando con el doctor, pero no les preste atención. Apenada, me quité la ropa, pero decidí dejarme puesta la ropa interior. He de admitir que me demoré más de lo normal.

Cuando salí, el doctor me indicó que me recostara en la camilla y así lo hice. Todo iba bien hasta que, sin aviso ni mucho menos, me bajó la bata por la parte de arriba, dejando ver, gracias a Dios, mi sujetador.

- ¡Eh!

- Tranquila, Luciana. Esto lo hago a diario- que reconfortante, Doc- ¿te puedes quitar el sujetador?

Capté la mirada reprochadora de Eric sobre mí y se la devolví con rabia. ¿Quién diablos se cree?

- Pues la verdad es que me siento más cómoda así.

- Luciana- dijo Eric acercándose un poco, con la voz baja pero amenazadora.

- ¡Eric, por favor! ¡Que estoy bien!- reclamé, pero él ni se inmutó.

- Obedece, ahora.

- ¡Tu ni siquiera deberías estar aquí! Dame mi privacidad.

- Disculpe, doctor- se dirigió a este, que se apartó un poco- Luciana, debo estar presente, como tu tutor legal. Vamos, haz caso ahora mismo.

- Pues al menos voltéate- me seguía mirando seriamente- por favor.

Se alejó suspirando, y se quedó viendo a la pared. Lentamente, me quité el sujetador y quedé expuesta frente al doctor, quien comenzó a examinar mis pechos.

- Pon tus manos en tu cabeza, por favor- me indicó

Siguió palpando hasta que no quedó parte de mis senos sin explorar.

- Bien, puedes taparte. Ahora, por favor recuéstate más abajo y abre las piernas- dijo, mientras se cambiaba de guantes.

Tiene que ser una puta broma.

- No es necesario, doctor. No tengo nada- el doctor me miró algo irritado ya, pero no podía culparme. Me terminé de poner el sujetador y me levanté.

- Luciana, obedece o yo mismo te pondré en posición. No hay de que avergonzarte, ni siquiera te estoy mirando.

- No Eric, ya dejé que viera mis pechos, esto me parece abusivo.

Él se volteó y pude ver que contaba mentalmente, quizá hasta mil.

- Luciana, es salud.

- Pues te estoy diciendo que estoy en perfectas condiciones. No me duele nada- me alejé y me metí de nuevo detrás del biombo, poniéndome los vaqueros.

No lo oí por unos segundos, mientras me ponía la camiseta.

- Doctor, ¿le molestaría esperarnos unos minutos?- le dijo Eric antes de aparecer frente a mí, tomarme fuerte del brazo y arrastrarme fuera.

El doctor nos miró sorprendidos unos segundos, y yo no pude evitar ponerme roja como un tomate. 

- No hay problema- respondió, antes de dirigir su mirada a unos papeles.

Asustada, intenté soltar su agarre, lo cual sólo causo que lo apretase más y terminé siendo arrastrada hacia la salida de la consulta.

- ¡Eric!- le grité, para que reaccionara y me soltara, pues parecía poseído por la rabia. Eso no era nada bueno, la verdad.

Con las miradas de todos encima, ingresamos al baño, que estaba unas dos puertas a la derecha de la consulta.

- El baño estaba aquí, Luciana- dijo mientras se aseguraba de que no hubiese nadie en los cubículos, y cerraba la puerta con pestillo.

Cambio de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora