7. ¿Malas juntas?

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Entré a mi habitación dando un  portazo y cerrando con seguro. No estaba para aguantarlo en estos momentos.

Sentí sus pasos acercarse rápidamente e intentar abrir la puerta.

- Luciana, abre la puerta- me dijo en tono calmado, pero lo ignoré.

- Vete a la mierda- dije, antes de quebrarme y llorar como una cría.

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Durante los siguientes días, procuré ignorarlo lo más que pude. A penas salí de mi habitación y si lo hacía, volvía rápidamente.

En la escuela, había comenzado a juntarme con Maureen y Sophie y, aunque escuché por ahí que eran malas compañías, me dio igual. Me caían bien. 

Como era costumbre para las chicas, comenzamos a ir a la sala de música. No quería meterme en problemas, así que sólo lo hacía cuando me tocaban profesores realmente despistados.

- Y al final, tuvo que hacer el proyecto igual- les expliqué mientras Maureen sacaba su paquete de cigarrillos.

- Mason siempre ha sido un imbécil, pero no debes preocuparte por él. Lo presionas un poco y se le va la fachada de machito a la basura- respondió Sophie.

- Sólo espero que no me toque hacer más trabajos con él, y no habrá problemas.

- Bueno, chicas- dijo Maureen cambiando de tema- el sábado, mis papás irán a una cena, y quedará mi casa sola- hizo una mueca pícara, a lo que Sophie sonrió.

- Bien, pues nos vemos allí, ¿a qué hora?

- Yo creo que a las 7 estaría bien.

- Chicas- interrumpí- no sé si pueda ir.

- ¿Por qué?- preguntó Maureen con confusión, mientras expulsaba el humo de su cigarrillo.

- Es que con Eric seguimos enojados, así que no sé si me dé permiso.

- Pues ya arréglense, que parece problema matrimonial- dijo Sophie con algo de burla, a lo que la miré mal.

- Déjala, Sophie. Pues si no te deja, me avisas y te paso a buscar por la parte de atrás de tu casa.

- ¡¿Conduces?!- pregunté con asombro.

Las chicas rieron.

- Por supuesto. Tenemos diecisiete, Lucy. No nueve.

- Si sé, es sólo que... me parece raro.

- Pues como te digo, me avisas.

Salimos de allí cuando sonó el timbre del receso, y nos escabullimos entre la multitud.

Cuando llegué a casa, me di un baño y me quedé en mi habitación.

Oí unos golpes en la puerta y luego vi a Eric entrar. Se sentó en el borde de mi cama y me miró por unos segundos, antes de hablar:

- Tenemos que conversar, Lucy- suspiró ante mi silencio- Sé que la situación del otro día fue algo... compleja. Pero no quiero que estemos así.

Solté una risa burlesca.

- ¿Compleja? Yo la veo muy simple: me expusiste y humillaste frente a un tipo que no conozco de nada, y me castigaste, ¡en el hospital!

- Luciana, ¿que querías que hiciera? El doctor tenía que revisarte. Tu salud no es un tema discutible, y lo sabes.

- Pues ciertamente no quería que me castigaras ahí. Y te dije que estaba bien, no entiendo tu afán.

- ¿Y si no hubieses estado bien? No eres doctora, no puedes saber si tenías algo interno, una infección, o quién sabe.

Cambio de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora