11. Tensión

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Lee la nota al final, por favor.

LUCY

Al entrar a la habitación, lo primero que hice fue quitarme la chaqueta de Eric. Con bastante pesar, me senté en el borde de mi cama a esperar.

A esperar... ¿qué? A esperar a Eric, para que me regañara, quizás gritara y muy probablemente castigara. 

Durante lo que parecieron horas, pero fueron sólo un par de minutos, observé la alfombra bajo mis pies, como si fuese la cosa más interesante del mundo. 

Eric debía estar buscando algún instrumento de tortura, y es que esta vez si que la había cagado.

Por milésima vez en el poco tiempo que llevo con él, la había vuelto a joder. 

Sentí un leve sonido que identifiqué como sus pasos, seguidos del ringtone de un teléfono y unos murmullos. Agradecí internamente a quien sea que lo haya llamado por retrasar un poco mi sentencia. 

Cuando la llamada terminó, entró a mi cuarto. Decidí entonces que no iba a actuar como una estúpida, e iba a enfrentarlo con la cabeza en alto. Así que, juntando los restos de alcohol que seguramente quedaban en mi sistema, y la seguridad de que esto me lo había ganado, levanté el rostro, y lo observé. 

- Supongo que entiendes lo que has hecho- me dijo con un tono que no denotaba enfado. Quizás ya se había calmado, quizás yo estaba alucinando o quizás, él era muy bueno fingiendo.

- Sí.

Me miró por unos segundos, sin decir nada.

- ¿Quieres explicarte?- me preguntó, pero sabía que no era una sugerencia.

Él ya había cerrado la puerta y estaba apoyado en esta misma. Yo, tomé una respiración profunda antes de hablar.

- De verdad era una junta, pero cuando estábamos allí, llamaron a la puerta y llegaron muchas personas, con música y alcohol. Yo no sabía, Eric- lo miré algo suplicante, a lo que él frunció los labios.

- Bien, entiendo que eso no es tu culpa. Pero ambos sabemos muy bien que nadie te obligó a beber, ni a fumar.

- Nadie lo hizo. Yo sólo... -suspiré- no lo sé. Yo... no sé porqué hice eso, Eric. No sé por qué me comporto así. Pensé que como sólo le di un par de caladas, no te ibas a dar cuenta y...

- ¿Que no me iba a dar cuenta?- me cortó- ¿O sea que ese era tu plan? ¿Ocultármelo y todo estaría bien? El que me haya enterado no lo hace mejor ni peor, Luciana. 

- Ya...- respondí, sin saber qué decir.

- ¿Cuánto bebiste?

- No lo sé, un vaso de algo, y luego un poco de una botella.

- ¿Me estás diciendo que ni siquiera sabes qué bebiste?- entornó los ojos al hacer la pregunta, demostrando el enfado.

- No. Yo... no lo sé.

Miró al techo en un gesto exasperado y se cruzó de brazos.

- Luciana, ¿entiendes que llevas apenas unas semanas aquí y ya he tenido que castigarte múltiples veces? ¿No ves que tu comportamiento no es correcto? Eres una total irresponsable, bebiendo quién sabe qué, drogándote y haciendo lo que te viene en gana- frunció el ceño y pareció recordar algo- ¿Por qué tienes el cabello mojado?

- Nos metimos a la piscina- dije después de unos segundos.

- No llevabas bañador- puntualizó lo obvio.

- Nos metimos en ropa interior- expliqué, negándome a parecer una niñita cobarde.

- Perfecto. O sea que encima de beber y drogarte se te ocurrió meterte a la piscina a las tantas de la tarde, arriesgándote a coger cualquier resfriado- me removí un poco en mi lugar. A estas alturas, ya había comenzado a alzar la voz, y el semblante impasible con el que había entrado a mi cuarto había desaparecido.

Cambio de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora