⇢ ¿Mesa para cuántos?

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N/A:

Promesa cumplida.
~m a r

Mi corazón late a mil, mi pecho sube y baja irregularmente, puede que esté cansada, pero las cosas están saliendo geniales, aún tenemos esa memoria necesaria para poder recordar los bailes, las canciones y los diálogos, claro, solo es el primer ensayo y todavía no hemos empezado con las nuevas coreografías, pero sé que lo estamos haciendo con el alma.

—Bueno chicos, se ha terminado el ensayo de hoy— grita Miguel quien está parado en una silla, todos le aplaudimos, hace un trabajo increíble—. Nos vemos mañana a la misma hora.

Empezamos a recoger nuestras cosas, hay botellas vacías aquí y allá, unas toallas para el sudor que seguramente necesitarán ser lavadas, porque no fue solo recordar coreografías sino también realizar acondicionamiento físico.

>>Creo que tienes hambre.<<

¿Por qué lo dices?

No necesito respuesta del buen Agus, mi estómago ruge sonoramente, mis mejillas se enrojecen de la vergüenza al ver que la mayoría se gira para buscar al dueño de la panza sinfónica.

—Vamos a comer.— se me acerca animadamente Bernasconi, que pasa uno de sus brazos por mis hombros.

Me río en respuesta, es buena idea, pero no creo que seamos solo los dos.

—¿A dónde vamos?— pregunta Valentina quien viene ya preparada.

—Podemos ir al restaurante de tu colombianito, Karol.— mete la cucharada Ruggero intentando sonar divertido pero son celos lo que distingo en su voz.

—¿Colombianito?— sube las cejas pícaramente Caro.

—Se llama Alex, o bueno Alejandro, y somos amigos, solo que está piedra que conocemos como Ruggero se niega a entenderlo.— digo.

—Por algo será.— Michael se le ríe en la cara a su amigo y le abraza amistosamente.

El italiano simplemente se sonroja.

¿No seguimos siendo adolescentes? No, pero podemos parecerlo cuando la inmadurez que los caracteriza nos invade.

—Bien, envíen la dirección del lugar y allí llegamos.— pide Caro.

Supongo que en realidad habla a Ruggero, ya que ni siquiera tengo sus números. Él asiente y saca su teléfono, antes de escribir la dirección le veo mover sus dedos ágilmente por la pantalla, una notificación suena en mi teléfono, por lo que con curiosidad lo desbloqueo.

<<Ruggero te ha añadido a "Manga de pelotudos">>

—Che, ¿no podías ser mas tierno?— se burla Valentina.

—Qué se le hace— sonríe y eleva sus hombros inocentemente, recoge sus cosas del suelo y me hace señas para que salgamos del lugar.—. ¡Nos vemos allá!— grita cuando estamos ya lejos.

Me abre la puerta del carro para que me suba, cierra la puerta luego de que lo hago y llega al asiento del conductor. A penas enciende el carro conecto mi celular para poner música.

—¿En serio crees que soy un egoísta?

—Eso es lo que he pensado todos estos años— respondo mirando a la calle, centrarme en sus ojos sería clavarme mil navajas en el pecho sin piedad—, pero te escucho hablar de lo que sientes, y se me olvida, tomamos malas decisiones, ya no podemos hacer nada, ya sufrimos, ya lloramos, por egoísmo o como quieras llamarlo.

Una última vez; RuggarolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora