Libérame || Taekook

Parte 6

"Mamá." Dijo Taehyung cuando llegó a la cocina y vio a su madre sentada con una taza de café en sus manos. "¿Hay algo que le pueda dar de comer a Jungkook?"

"¿Jungkook?" Preguntó su madre con confusión.

"Oh....el esclavo." Respondió Taehyung y movió sus manos nervioso.

Su madre se quedó unos instantes observándolo y luego esbozó una pequeña sonrisa.

"Claro que si, cariño. Quedo un poco de sopa del almuerzo, puedo pedirle a Diana que la recaliente."

"¿Hay algo más?" Preguntó Taehyung mirando alrededor de la cocina en búsqueda de algo más que darle al flaco chico.

"No creo que sea buena idea que le des más que sopa por los próximos días." Respondió su madre y Taehyung la miró confundido. "No sabes cuando fue la última vez que comió y con cuáles cantidades lo alimentaban. Cómo está tan flaquito, es probable que lo alimentaran poco, y si le das más de lo que su cuerpo está acostumbrado a recibir, se puede enfermar."

Taehyung sintió ganas de llorar al escuchar las palabras de su madre. Realmente vivía en un mundo de mierda.

"¿Ya atendiste los moretones que tiene en la espalda?" Preguntó su madre, cambiando de tema mientras tocaba una campanita que llamaba a su esclavo, Diana. Segundos después, la esclava llegó a la cocina y sonrió al verlos. "Recalienta un poco de la sopa del almuerzo y llévala al cuarto de Tae, por favor."

Diana asintió y sonrió mientras sacaba la sopa del refrigerador para calentarla.

"Lo había olvidado por completo, gracias mamá." Dijo Taehyung con los ojos muy abiertos al recordar el estado en que se encontraba la espalda del chico y se volteó para salir de la cocina.

"Espera Tae. Diana ¿podrías salir un momento?" Dijo su madre y Diana salió sin articular palabra. "Sabes que opinó igual que tu con todo esto de los esclavos, pero Tae...no puedes tratar así a tu escl—...a Jungkook frente a las demás personas. Eres libre de tratarlo como lo tratas aquí dentro, pero sabes que tratarlo así en la calle te traerá muchos problemas."

Lleno de tristeza, Taehyung asintió y empezó a subir los escalones.

Por más que le doliera aceptarlo, sabía que su madre tenía razón.