𝗧𝗘𝗠𝗣𝗢𝗥𝗔𝗗𝗔 1 | 09

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△𝗩𝗶𝗲𝗻𝗮△

—¿Le ha quedado claro lo que tiene que decir? —le dije amablemente a la que era mi profesora en ese colegio de pijos, Mercedes. Ella asintió varias veces.

Seguimos andando hacia las puertas y Berlin pulsó el botón para abrirlas. Todos los rehenes estaban en las posiciones que habíamos asignado, era imposible distinguirnos. Nada más que se abrieron las puertas había tres hombres cargados de montones de cajas de pizza, nuestro pedido.

—Pasen, dejen la comida lentamente en el suelo y retrocedan lentamente —dijo la profesora como le habíamos dicho. Los repartidores hicieron lo que les pedimos y en cuanto se fueron Berlin volvió a cerrar las puertas. Los rehenes cargaron los pedidos y antes de que pudiese hacer algo Denver me tomó del brazo y me separó del grupo llevándome a un oscuro pasillo. Le miré confundida y el resopló mirando al suelo.

—¿Qué sabes de la secretaria? —preguntó al fin mirándome fijamente.

—¿Mónica Gaztambide? —asintió lentamente– Bueeno, está embarazada porque se acostó con el jefe de la fábric...

—¿Arturito? —me interrumpió sorprendido.

—El mismo. Pero el no quiere el bebé porque es un hombre casado con tres hijos, vamos, un gilipollas en toda regla. Por eso Mónica pidió la pastilla abortiva, porque no sabe que hacer.

—Joder, menudo cabrón —asentí y este clavó su mirada al suelo— ¿Y a ti que te parece que ella aborte?

—No sé Denver —suspiré, no entendía porque me preguntaba eso— Es su decisión, aparte, yo no tendría un hijo con Arturo ni aunque mi vida dependiese de ello —le saqué una sonrisa pero el seguía dudoso.

—No sé, le tengo que dar la pastilla pero ¿y si hablamos con ella? Es duro estar en una situación así y tener que tomar una decisión tan grande —lo pensé un poco y finalmente asentí, era muy difícil estar en la situación de Mónica. El sonrió y me cogió de la mano para llevarme hasta donde se encontraba.

En cuanto llegamos Mónica se encontraba agachada recogiendo algo de él suelo, creo que era su botella, así que dejé el asunto de lado. Ella nos miró y rápidamente se asustó.

—Acompañanos a afuera, tengo tu pastilla —dijo Denver. Mónica negó con la cabeza— Ven, acompañanos a afuera.

Cuando estábamos en el pasillo, ella estaba muy asustada, temblaba, le sudaban las manos.

—Se que es algo extraño que te digan esto dos tipos con pistola —comencé a explicar— pero ¿estás totalmente segura sobre lo de el aborto?

Ella se relajó totalmente y nos miró muy confundida. Yo en cambio miré a Denver sin saber cómo continuar y cómo este no reaccionaba le codeé el hombro con algo de fuerza. El reaccionó.

—Si lo que necesitas es pasta, escuchame, estamos en un atraco y te puedes llevar algo —sacó un fajo de billetes y se lo tendió. ¿Este tío es idiota? Mónica Gaztambide es secretaria de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre Española, uno de los trabajos mejores pagados, es evidente que no necesita el dinero. Le miré con una cara que literalmente decía "No estarás hablando enserio, pedazo de mierda". El pareció ignorarme— metete esto en la ropa interior ya. 20.000 pavos, con esto te da para comprarle pañales hasta que se muera.

—No, no, si de verdad que no es eso...—dijo guardándose el dinero apresuradamente.

—Pues claro que no es eso, Denver ¿eres idiota? —dije rodando los ojos— Creí haberte contado la situación estúpido.

—Hostia, es verdad, pero aún así lo necesita —dijo este aún seguro de lo que hacía. Yo estaba algo dudosa de lo que estábamos haciendo ya que si nos pillaban... Estábamos jodidos junto con la pobre Mónica. Pero aún así no dije nada.

—De verdad os lo agradezco, pero darme la pastilla y me vuelvo para dentro, por favor —ella parecía muy segura y era su decisión así que realmente Denver y yo no teníamos derecho a cambiar eso. Aún así este no se daba por satisfecho y le dio un discurso, supongo que fue motivador, pero la verdad es que no lo sé ya que no presté atención porque empecé a comerme una de mis ricas galletas. De verdad, no puedo vivir sin misa hermosas galletas. Bueno, el caso es que Denver hizo dudar a Mónica y finalmente ella estaba indecisa.

—¿Qué estais haciendo? —aparece Berlin haciendo que casi me atragantase con la última galleta.

—Nada, nada. Le estábamos dando la pastilla para abortar —contesté con simpleza.

—¿Y necesita que se la metáis en la boca con agüita?

—El aborto es una cosa privada ¿no? —saltó Denver— es una decisión que no se puede tomar delante de todo el mundo.

—Si, emm. De todas formas me lo voy a pensar hasta que salgamos de aquí —intervino ella girándose lentamente hacia mi hermano.

—Fantástico. Me alegría que quieras seguir con el embarazo. Vuelve con las demás —Mónica se iba bastante nerviosa, supongo que era por la presencia de Berlin. Mónica ya estaba algo lejos de nosotros cuando sonó una notificación de teléfono que vino de ella. Abrí los ojos de par en par totalmente sorprendida y miré a Denver, este tenía su mirada sobre mí y después la cambió rápidamente hacia Berlín quien nos miraba serio de una manera. Oh no, ella nos había engañado y lo peor es que había sido delante de Andrés, del mismísimo Andrés de Fonollosa. El era capaz de hacerle cualquier cosa, si digo la verdad no sabía de que era capaz, y eso era lo que realmente me asustaba por así decirlo.

El dirigió su mirada a Mónica sin quitarnos el ojo de encima, ella lloraba, temblaba, se sentía su miedo, puede que yo también tuviera ese miedo, esa tensión y preocupacion dentro de mí. Tengo ansiedad y esta situación no ayudaba, pero joder, ella nos había engañado. Dénver y yo no podíamos mirar a la cara de la pobre mujer que nos había engañado, que estaba llorando y que estaba apunto de ser inspeccionada por el jefe al mando del atraco. Éste bajo su cremallera lentamente y miro por encima de la camisa de la mujer para encontrarse con los billetes, al verlos giró hacía nosotros incrédulo con una sonrisa cínica y volvió a ella.

—¿Ibas a una despedida de soltera o volvías? —Dijo irónico pasándome el fajo de billetes, yo solo miraba la escena con preocupación. Aparté la mirada en cuanto Berlín metió las manos en las braguitas de la mujer y sacó el teléfono. Se acercó a nosotros señalando el teléfono con una cara de sorpresa falsa, nos agarró suvemente del brazo volviendo a su cara seria.

—Denver, Viena. ¿Qué va pasar con nuestra autoridad cuando se lo cuente a los otros? —este me apretó el agarre para apartarme y le susurró algo a mi amigo que no conseguí descifrar.

Me sonrió para transmitirme tranquilidad y asegurarme que todo estaba bien, me tranquilicé un poco y asentí no muy segura. Me tomó del hombro cafiñosamente y nos fuimos de ahí.

𝗟𝗲 𝗰𝗿𝗲í, 𝗿𝗲𝗮𝗹𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗰𝗼𝗻𝗳𝗶é 𝗲𝗻 𝗲𝗹...

[...]

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Bueno, pues aqui os dejo esto. Tal vez es poca cosa para un capítulo entero pero me da flojera cambiarlo.

   Y muchas gracias por el apoyo que esta recibiendo, de verdad ♥️

𝓥𝓲𝓮𝓷𝓪    { La Casa De Papel }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora