Capítulo 8: Puedes llamarlo huida

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Los ojos del guardia de seguridad realmente muestran preocupación. Sabe que todo es una farsa pero no llega a sentirse mal por estar mintiendo. Al contrario. Por dentro, el joven de veintiún años está eufórico porque acaba de descubrir que es realmente bueno en el arte de fingir.

- ¿Quieres que llamemos a alguien? — pregunta el señor al tiempo que posa en el suelo el farolillo con el que le estaba alumbrando. Jungkook niega y se apoya en la valla que rodea el recinto.— ¿Necesitas ayuda?

- M-me duele la cabeza... —el pelinegro termina deslizando su espalda por la valla hasta llegar al suelo. Una vez ahí esconde su cabeza entre los brazos.

El guardia se agacha hasta terminar a la altura del más joven. Este último dobla el labio inferior y se pasa la mano por los ojos frotándoselos con cansancio. Lo único que busca con ese gesto es irritárselos para dar una imagen más decadente. Y parece que funciona.

- ¿Dónde están tus amigos? —Jungkook niega y tras sonreír mentalmente, exagera su puchero y vuelve a frotarse los ojos. De un segundo a otro el menor empieza a fingir unos sollozos completamente creíbles. El hombre a su lado se sorprende ante la situación y alza las manos sin saber muy bien que hacer con ellas.— No llores... niño no llores...

- A-agua...

- ¿Agua? —el señor se sorprende pero rapidamente se pone en pie. Le da unas palmaditas en la espalda brevemente y asiente.— S-sí sí, claro. Quédate aquí y ahora vengo.

Y el guardia se marcha de inmediato. Tan solo se aleja un par de metros, donde le espera su compañero junto a la pequeña cabina que da paso a la entrada del recinto. Ambos entran en la cabina mientras uno escucha con desconcierto y el otro intenta explicarle aceleradamente la situación.

Ahora Jungkook sonríe sin miedo a que alguien le vea. O precisamente disfrutando de que alguien le esté viendo en ese mismo instante. El tatuador quien se encontraba detrás de la valla, también sonríe con complicidad. Dos golpes en la madera marcan el empiece del acto de Taehyung.

El castaño sale del recinto saltando la valla de madera que cubre toda la zona y echa a correr hacia su moto, la cual sigue igual de tirada contra la parte trasera de la cabina de los guardias que cuando se la requisaron horas antes. Hace amago de levantarla pero en ese momento salen los dos hombres con una botella de agua en la mano. Taehyung rápidamente se tira al suelo y les observa agazapado tras la moto. Al pelinegro casi se le para el corazón y su cara se vuelve completamente blanca. Taehyung se ríe, cubriéndose la boca para no hacer ruido y alza su pulgar antes de desaparecer de nuevo tras la moto.

- Aquí tienes pequeño —uno de los guardias le tiende la botella y Jungkook da un pequeño sobresalto en su sitio.— Tienes peor cara...

- Cuéntanos qué ha pasado —interviene su compañero con el cual no ha hablado en ningún momento. Jungkook no sabe qué responder. Ni siquiera se había planteado cómo haría para deshacerse de los guardias. Finalmente se limita a agachar la mirada y ponerse a beber de la botella de agua.— Si no nos dices qué sucede no podemos ayudarte, niño.

- ¿Te han robado? —Jungkook niega. Justo en ese momento escucha unos golpes cerca de la cabina. Su corazón se acelera por los nervios cuando piensa que probablemente ha sido el tatuador y su moto.— ¿Uh? — inmediatamente se gira hacia la cabina.— ¿Qué ha sido eso?

- ¿El qué? —pregunta su compañero. Jungkook se muerde la mejilla interna con fuerza para intentar calmar la adrenalina que le recorre el cuerpo en ese instante.

- He escuchado algo.

- ¿Por ahí? — señala el lugar y su compañero asiente— Voy a echar un vistazo. Quédate con él.

Un tatuaje es para toda la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora