Capítulo 2: Aguja en mano

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La sala está sumida en un intenso silencio. Jungkook está sentado en un pequeño y moderno sofá que hay en el recibidor. Con curiosidad se inclina hacia un lado, intentando divisar algo de lo que está pasando entre su amigo y el tatuador a través de la puerta. Solo escucha murmullos y más murmullos que no logra descifrar.

- ¿Jungkook? —de repente se abre la puerta y su amigo le sorprende tan inclinado que parece que va a caerse del sofá. El menor sonríe y se reincorpora, escondiendo las manos entre sus muslos. Jimin suspira y deja paso a la persona que se encuentra detrás suya.— Este es Tae.

- Taehyung —declara el desconocido tras echar una fugaz mirada con molestia al más bajo. Seguidamente tiende la mano a Jungkook, quien se pone de pie de inmediato. Por alguna razón ese chico le intimida.— Me ha dicho Jimin que ya tienes algo en mente... —el pelinegro tan solo asiente con timidez — de cualquier manera tengo varios diseños que quizás te interesen.

- Le interesan, le interesan —interviene Jimin rápidamente, colocándose al lado del menor y rodeandole con un brazo por el cuello. A pesar de la diferencia de edad, la altura entre ambos es la misma.

- Hyung... —Jungkook frunce el ceño infantilmente y se zafa con disimulo de su amigo. El tatuador sonríe divertido con la escena.

- No te preocupes —ahora la sonrisa es tranquilizadora, tan cálida que el menor se queda hipnotizado durante unos segundos. — echas ahora un vistazo a mi cuaderno —comienza a caminar, entrando de nuevo a la habitación en la que se encontraba minutos antes. Esta vez Jungkook le sigue.— sin ningún compromiso...


Una vez dentro el pelinegro se queda fascinado. Su barbilla se eleva e intenta observar cada centímetro de la habitación a la vez. Es un cuarto pequeño pero con espacio perfectamente distribuido. Las paredes son verdes, repletas de bocetos de mil tipos diferentes, inacabados, terminados, a color y otros en blanco y negro... lo único en lo que coinciden es lo maravillosos que son a ojos del menor.

A parte de eso, hay una pequeña camilla cubierta con un papel de dibujos de pequeños conejos negros. Jungkook sonríe al verlo y se sienta encima, esperando impacientemente. Observa como su mejor amigo permanece en el recibidor, hablando por el móvil mientras camina de un lado a otro. Luego observa al desconocido que le da la espalda, rebuscando entre unos estantes que tiene anclados a la pared.

V. No sabe si es un apodo o la inicial de algún apellido, pero por algún motivo, suena bien en él. Es un chico atractivo, nada sorprendente siendo amigo de Jimin. Aún no recuerda el día en que haya conocido algún cercano a su mejor amigo y no haya sido extremadamente guapo.

De cualquier manera, este es diferente a los demás. Quizás por su estilo, ropa oscura y un tanto excéntrica, pero desprende un aire misterioso que le hace más especial. Jungkook balancea las piernas con nerviosismo.

- Aquí está —el castaño palmea un archivador morado y lo abre sonriente. Efectivamente, solo de lejos, Jungkook ya puede divisar varios diseños igual de impresionantes que los que le rodean desde la pared.— Ese está reservado —el pequeño alza la vista sorprendido, encontrándose al alto más cerca de lo esperado. Este último se inclina y le señala un pequeño post it rojo pegado arriba del folio.— ¿Ves esto? —Jungkook le mira y asiente. Vuelve a bajar la vista y observa la pequeña pegatina con total concentración.— Si lo tiene, significa que está reservado.

- Oh —traga saliva. Solo en ese momento se fija en las manos del castaño, cuando se quita con manejo los guantes verdes de latex de se las cubrían. Tiene las manos más elegantes que ha visto nunca.— ¿Dibujas de todo?

Un tatuaje es para toda la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora