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Me miro por última vez en el espejo y tras retocarme el pintalabios de color rojo, comprado expresamente para esta ocasión, cojo el bolso y bajo hacia la planta de abajo.

-¿Qué tal?- pregunto emocionada.

-Dios... Estás muy guapa Julia- dice él sonriendo.

-¿De verdad?- termino de bajar las escaleras mientras me acerco a él.

-Siempre lo estás,- sonríe- pero hoy... Te has superado.

-Tú tampoco estás mal- imito su último gesto al ver que hasta lleva corbata.

-Mi madre ya debe estar maquillándose. Tenemos que ir a la iglesia ya- me dice tras depositar un suave beso en mis labios.- ¿Qué hora es?

Miro mi móvil, y tras ver la hora que marca, abro los ojos de par en par.

¿Cómo es que aún estamos en casa? No vamos a llegar ni de coña.

-Tendríamos que irnos ya...- digo intentando no sonar muy sorprendida.- Va, cógeme el bolso.

-¿Es muy tarde?- pregunta cerrando con llave la puerta de casa.

-Bueno... un poco- empiezo a andar cada vez más rápido.- Son las 11:37

-¿¡Qué!?- pregunta alarmado.- ¡Vamos a llegar tarde!- me da la mano y empieza a correr hacia el coche.- ¡Corre!

-¿Cómo quieres que lo haga con estos tacones?- me quejo intentando correr lo más rápido que puedo, cosa que no consigo y me rindo segundos después, andando a paso ligero.

Él empieza a correr aún más rápido que hace unos segundos y se adelanta hasta el coche para encenderlo.

-Va, va- me dice mientras abro la puerta del coche y me siento en el asiento del copiloto.

-Voy- cierro la puerta.

Salen de la plaza de aparcamiento y tras esperar en un semáforo, el chico pisa el pedal del acelerador.

-Oye oye, no corras tanto- me aferro a la puerta al ver que la velocidad va aumentando sin cesar.

-¿Quieres llegar a tiempo? Porque yo sí, por lo que...

Ruedo los ojos, y no digo nada más, tampoco me va a hacer caso, sé que no va a frenar, por lo que enciendo la radio y una canción, reconocida por los oídos de ambos, empieza a retumbar por todo el coche.

"Qué tienes tú, de Dvicio", por lo que los dos empezamos a cantar y a mover la cabeza al ritmo de la letra.

"Tengo mi garganta, tengo mis manos

Tengo la luz por si no me ves

Tengo la fuerza, sigo cantando

Traigo la luz

Y ahora dime qué tienes, qué tienes tú

Solo dime qué tienes, qué tienes tú

Ya que me dejaste claro lo que me merezco

Me quisiste dar condena pero no

Si te pusiste los zapatos en aquel momento

Ahora no pidas perdón"

Escucha atentamente la canción, le gusta mucho, no sabe el porqué, pero esa melodía le transmite mucha felicidad.

El Audi, coche nuevo de hace pocas semanas, avanza con rapidez por la autopista, y a diez minutos de llegar al destino, Javi, mi novio recibe un mensaje.

-Mira a ver quién es- me dice bajando la voz de la radio.

-Voy- respondo desbloqueando su móvil.- Es... ¿Carlos?

Dos Miradas No Se Cruzan Por CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora