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-Cariño, ¿qué has ido?, ¿al baño de casa de tu madre?- bromea Javi tras sentarme a su lado. Me recoloco el pelo y sin saber muy bien como mirarle tras lo que acaba de pasar, le miro y le sonrío.

Los recién casados entran, y los camareros empiezan a traer la comida.

De repente, alguien se sienta justo delante de nosotros. Alzo la cabeza y veo al chico del baño. Mi cara ahora mismo es un cuadro, por lo que bajo la mirada hacia mi plato e intento volver a la normalidad relajando mi respiración.

-¡Aquí estás! No te he visto durante la ceremonia, ¿dónde estabas hasta ahora?

-Yo tampoco te he visto, seguro que nos tapaba la gente- ríe. Su maldita risa. Ya me lo imagino, pienso en su sonrisa y un escalofrío recorre todo mi cuerpo.

-Pues mira que te he buscado eh- le responde Javi.- Oh, que mal educado. Perdón, no os he presentado- dice al darse cuenta de que yo no estoy en esa conversación.- Julia, éste es Carlos, mi primo.

Yo alzo la cabeza, ahora sí que sí, sin saber que cara poner.

¡¿Cómo que su primo?!

-Al que le has escrito en el coche, ¿te acuerdas?- me dice sonriendo mi novio. Yo no puedo articular palabra, por lo que asiento varias veces e intento sonreír.

-Encantado- me dice Carlos desde el otro lado de la mesa.

-Igualmente- le respondo rápidamente mirándole por primera vez desde que él se ha sentado.

¿Qué cojones he hecho?

No me lo puedo creer. Yo no soy así, no he sido nunca así. Ha ido todo tan rápido...

No puedo ni mirarles a la cara, ni a Javi ni a Carlos.

Al contrario que él, que parece que tenga memoria a corto plazo, y no recuerde donde estaba hace cinco minutos y acute como si nada.

La comida pasa lenta, y no acaba hasta cuatro horas después, cuando tras hacer la sobremesa, Javi me dice de ir a tomar aire fresco, opción que no dudo en aceptar.

Hace calor, por lo que lo primero que hacemos es buscar una sombra en la que estar. Hay gente fumando fuera, y Javi se une a ese montón. Enciende el mechero y se lleva un cigarro industrial a la boca. A la segunda calada ya no puedo evitarlo, cojo el paquete de cigarrillos de mi novio y cojo uno.

El estrés de ese día puede conmigo y mi desesperación. Guardo el paquete en mi bolso y enciendo el mechero haciendo al fin la primera calada desde hace meses.

¿Qué se supone que debo hacer

¿Contárselo? ¿Callar para siempre?

¿Hacer cómo si nada?

¿Destrozar una relación de casi un año y medio?

-Javi- una voz a nuestra espalda empieza a hablar.- Tu madre me ha dicho que te venga a buscar, que vayas dentro, te necesita- es su primo.

-Voy, ahora vengo- dice posando una mano en el hombro de Carlos.

Yo miro al cielo, observo el humo que exhalo calada a calada, intentando no fijarme en él.

Cada vez que lo hago me vienen a la mente esos minutos que he pasado con él en el baño.

-Hola- dice apareciendo por mi lado derecho.- ¿Fumas?- me pregunta extrañado.Le miro sin saber muy bien qué decir. Este tío parece gilipollas, ¿es qué no lo ve?

-No, si te parece estoy aquí sembrando el campo- ironizo harta de su comportamiento.

Estoy enfadada, muy enfadada. Hace cuatro horas estaba liándose con la novia de su primo en un cubículo de un baño y ahora tan tranquilo como si nada...

Dos Miradas No Se Cruzan Por CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora