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-Ostras...- dice Laura tras haberle explicado el percal que tengo en casa.-¿Y cómo has dicho que se ha enterado?

-No lo sé en verdad, pero supongo que en la comida aquella nos hicieron alguna foto, porque me la ha enviado, y salgo yo con la ropa que llevaba puesta ese día.

-Joder....- se lleva una mano a la frente.

-Hoy cuando llegue va a acabar destrozado, ya lo sabe, pero cuando le cuente que viene de antes, va a querer matarme. Le he dicho a Carlos que nos esperemos abajo, cuando acabe de trabajar, en la puerta, y subiremos juntos para que ninguno de los dos se lo encuentre solo.

-Sabías que este día iba a llegar- me mira con cara de pena.

-Ya... A ver qué pasa- suspiro.

-Hey chicas, ¿entramos?- llega una compañera de clase al pasillo.- Que ya son en punto- nos avisa.

-Ostras no me había dado cuenta- dice Laura.

-Vamos pues- digo yo, empezando a andar al lado de mis amigas.

-Ya me contarás pues- aclara Laura en voz baja para que solo nosotras dos lo escucháramos.

El día me pasa rápido y lento a la vez, no puedo sacarme de la cabeza el mensaje de Javi, debe estar ya en casa, y seguro que muy enfadado.

No pretendía que se enterase de esta forma, pero algún cabrón se me ha adelantado y no puedo hacerlo a mi manera.

Llego al portal y no veo a nadie.

¿Dónde está Carlos? Debería haber llegado hace rato.

Cojo mi móvil, y le llamo un par de veces, ¿dónde coño se ha metido este chico?

Miro hacia un lado de la calle y hacia el otro, ni rastro de su coche, ni de él.

5 minutos....

10 minutos...

Joder.

Le vuelvo a llamar, no contesta.

Voy a tener que subir sola.

Y así lo hago pocos segundos después, respiro hondo, abro la puerta del portal y subo las escaleras, hasta llegar a casa.

Cojo las llaves, y tras inspirar un par de veces más, le doy la vuelta para finalmente abrir.

Cierro la puerta detrás de mi, y dejo las llaves delicadamente en su sitio.

Entro en el comedor y allí está.

Sentado en la mesa, con ambas manos encima, juntadas, mirando hacia ningún sitio.

Es Javi.

-Hola- digo agachando la cabeza.

Él me mira, y después de que yo le mire también, nuestras miradas se cruzan.

No dice nada.

-Javi... Déjame que te lo ex...- intento decir.

-¿Hace cuánto?- me corta.

-Javi, por favor- le suplico acercándome.

-¿Hace cuánto?- repite más fuerte. Respiro hondo antes de pronunciar mis propias palabras.

-Desde la boda- digo más flojo de lo que quería, por miedo a como se lo tome.

Él se levanta y se acerca más a mí, nuestros cuerpos chocan, y su mirada está más encendida que nunca, más viva que nunca.

Dos Miradas No Se Cruzan Por CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora