Pensamiento 5

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Es todo muy curioso... Otra vez es lunes y voy nuevamente a la escuela, me pierdo nuevamente en mis pensamientos sobre los colores, es algo que suelo hacer a menudo.

Cada vez falta menos para ese día, no he hablado nada con Ray desde ese día ultimadamente parece un poco más distraído, Y, hablando del diablo.

—¡RAY!—Lo llamé en un grito que seguramente medio pueblo escuché, muchas veces papá me decía que era una gritona y que debía de rebajar esa manía pero en fin...

Él no me hizo mucho caso y solamente me ignoró, estaba caminando de manera jorobada, desprendía de él un aura triste. Me acerqué corriendo a él... Podrían decir que soy encimosa y necia pero... Hay cosas que no puedo evitar.

—¿Ray?—Le dije observando su rostro de cerca, estaba caminando al revés para ver su rostro bien.

Tenía unas enormes ojeras que se notaban mucho en su rostro, se veía pálido y triste:—Hola Em.

Me dijo, había reducido mi nombre dos letras. Él estaba más que extraño, normalmente me hubiera dicho que no fuera tan gritona o me hubiera regañado.

—¿Ocurre algo?—Le pregunté todavía caminando de espaldas.

Entonces sentí como el me tomo del brazo derecho y me apartó hacía su lado izquierdo.

RING RING

Se escuchaba la campana de una bicicleta... Tu lo había echo con tanta naturalidad que parecía estar acostumbrado a apartar a las personas de cosas peligrosas.

Entonces, lo detuve en seco tomándolo por los hombros, lo mire fijamente y le dije:—Siempre estaré para lo que necesites.

Le dije y él sólo apartó la mirada y ¿Enrrojecío?... No lo sé.

—Asi que vamos y me cuentas todo en el salón—, Le dije de manera decidida.

Aún así, Ray no quiso contar nada, supuse que era por la presencia de todas las personas al rededor, cómo todos los días él desapareció, ese día Oliver tenía que hacer algunos deberes en su salón y Phil no había ido a clases... Sólo me quedaba vagar pues seguramente Norman estaba en alguna reunión del consejo.

—Oye... ¿Lo has oído... Ese raro de... ¡Ese chico llamado Ray!—.

Entonces Emma detuvo su avance para escuchar haciendo como que sólo buscaba aire en una ventana.

—Sí... Lo sé, no puedo entender porque lo hace... Maldito adicto—.

Adicto..., Adicto a..., ¿Qué...?..., No quiero pensar mal de él.

—Sí, seguro el presidente le estará dando su regañiza—.

No pude evitar correr para buscarlos a ambos, corrí y corrí y corrí hasta encontrarlos en la habitación donde guardan los materiales de deportes en el gimnasio.

Yo escuchaba tras la puerta:

—Ya lo sabes Ray... Hagas lo que hagas no la metas en nada—Le decía con severidad Norman.

—...—No se escuchaba nada por parte de Ray

—Eras como un hermano para mí... Te la dejaré pasar por esta ocasión... Pero, si vuelve a ocurrir tendremos que internarse otra vez...—. Decía Norman bajando de todo, suspiraba fuerte.

—Tú no lo entenderías—Le respondieron claramente con voz vacía.

—¿Entender qué Ray?—Le preguntó Norman hastiado de él.

—Tú siempre lo tuviste todo—Le dijo con voz apagada.

—Me puedes disculpar pero no tengo la culpa yo de ese accidente... Y menos de lo que ocurrió ese día—. Dijo Norman abriendo la puerta.

Caí casi de boca contra el piso, Norman me había sostenido.

—¿Emma?—Preguntó Norman con temor—. ¿Qué escuchaste?.

Ray sólo se sentó en un rincón.

—¡Lo suficiente!—Les dije a ambos.

—¡¿Qué es lo que no quieren decir?!—Pregunté molesta y para dime firme.

Hubo un silencio en la habitación, era incómodo y pesado.

—Voy a asumir que llegaste hasta aquí por los rumores que seguramente escuchaste hoy de él—. Dijo volteandose hacia Ray, parecía molesto—La realidad es que son verdad, esa persona que ves allí es un adicto al alcohol.

—Entiendo—La verdad no era algo que tomaba en cuenta pues muchas personas de mi familia lo eran—, Pero dejando en fuera eso... ¿Qué es lo que pasó hace años?.

—Emma... Lo mejor es que Ray te lo diga—Me contestó y salió indignado del salón.

Note a Ray con su cabeza escondida entre sus piernas, estaba sentado en una esquina... No parecía lo suficientemente estaba como para siquiera preguntarle. Suspiré pesado y me senté a su lado.

—Ray...—Le dije al oído con suavidad.

—¿Podrías por favor irte?—Me preguntó con frialdad.

—No, porque te pondrías peor si te dejan sólo. Sí estás feliz, estoy feliz, sí estás triste... ¡Yo te pondré feliz!—, Le dije con entusiasmo y una sonrisa.

El volteó su cabeza hacía mí, estaba llorando un poco, me sonrió... Algo me decía que ya había visto esta escena antes... Mucho antes...

—Si nadie quiere o ha querido darte apoyo entonces... Mmh ¡Yo lo haré!—Le dije, sabía que yo no era suficiente pero era un intento.

—Seras tonta... Cómo siempre—Me dijo y en un zas me abrazó.

—¿Ray?—Le dije un poco nerviosa.

—No te muevas por favor—Medijo serenandose.

—Vale—Le dije correspondiendo el abrazo.

No quice preguntarle nada, sólo quería que estuviera tranquilo... Y lo estuvo, incluso se durmió encima mío, luego tuve que acomodar su cabeza en mis piernas. Perdería varias clases pero creo que sí puedo levantarle el anima valdría la pena renunciar a la tarde y copiar todo luego.

—Oye Ray... ¿Qué es lo que te agobia?—Pregunté en soledad, él estaba dormido desde hacía varias horas—. ¿Qué te hace feliz?. ¿Puedo ayudarte en algo?. ¿Cómo obtendrias tu felicidad?. ¿Qué es lo que quieres?.

—Que ruidosa me dijo colocándose frente mío—Su humor parecía normal ya.

—Que bueno que ya esté...—Trate de decirle pero él... Él me beso...

Estaba con el seño fruncido y muy rojo:—Talvez no lo recuerdas pero una vez te lo dije, si tuviera que elegir la fuente de mi felicidad... Sería tenerte conmigo.

La Guía De La SimpatíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora