Prólogo

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Los gritos de dolor y de auxilio rompían la calma de la noche, donde sólo debería oírse el cantar de las cigalas.

El sonido de las teclas los acompañaba. Nada ni nadie hacía nada para acallar las voces que no dejaban de suplicar. La tenue luz de esa sala mostraba jaulas llenas de extrañas criaturas, que temblaban ante el macabro espectáculo. Aquellas máquinas torturaban, troceaban y despedazaban a las criaturas.

Los humanos que estaban presentes analizaban los resultados de la máquina, la cual se detuvo, dejando ver numerosas partículas brillantes salir de su interior.

—Éstos eran demasiado débiles. No han aguantado lo suficiente —fue la voz de una mujer. Su rostro reflejado en las pantallas mostraba unos ojos marrones, un fino rostro y unos carnosos labios pintados de carmín. Sus cabellos rojizos le llegaban hasta la cadera, realzando sus voluminosas curvas.

—En eso llevas razón —a su lado estaba de pie un hombre, de cabellos negros y ojos celestes, ajustándose las gafas que llevaba—. Pero tu experimento va sobre ruedas... hemos capturado decenas de estas criaturas a las que llaman Digimon. Pronto podremos invadir su mundo. Conquistarlo.

—Y si se niegan a someterse, los destruiremos —la mujer sonrió, acercándose a la jaula, donde una pequeña Digimon la miraba desafiante, con un Wanyamon en sus brazos—. No tendremos piedad alguna. Ni con los más indefensos. Mataré a tu querido esposo.

La Digimon la miraba. Su mirada mostraba determinación. Firmeza. No temía a aquella mujer.

—¿Crees que mi marido se dejará vencer por alguien como tú? ¡Él es un héroe para nuestro mundo! ¡Ha vencido a amenazas mayores que unos hipócritas humanos!

—Sólo porque uno de los nuestros ayudó —contestó el hombre, sacando de la jaula colindante a un puñado de Digimon, para meterlos en la máquina ante los ojos de la reina—. Dudo que vuestros aliados sigan vivos, majestad.

—¡¿Por qué atacáis nuestro mundo?! ¡Nosotros hemos peleado por vosotros, para que nada os pasara! ¡¿Y ahora os volvéis en nuestra contra?!

La mujer se acercó. Su sonrisa se veía reflejada con las luces, mientras avanzaba moviendo sus caderas. La joven reina no se dejó intimidar. Su mirada era seria, madura, de alguien que había experimentado una guerra.

—Nosotros no somos esos tontos humanos que os ayudaron. Nosotros seremos los que dominen vuestro mundo. Y si eso no fuera posible... lo erradicaremos. Y esta vez nadie vendrá a vuestro rescate.

—Yo confío en Shoutmon. Confío en la bondad que una vez el General Rojo nos enseñó. Que cambió a sus enemigos a aliados. Que se hizo merecedor del Code Crown. Confío en la lealtad del Xros Heart y su sentido del deber y la justicia. Y no sólo en ellos. Si no en los Hunters que protegieron también ambos mundos... confío en los Elegidos que los dioses pusieron a nuestra disposición. Que nos tendieron la mano Por eso no nos podréis vencer. Por eso, puedo mantenerme firme.

—¿Incluso si uso a tu hija en mi experimento? Sé que ese Wanyamon es tu pequeña bebé. Y que nada más enfurecería al rey que la muerte de su esposa y de su hija.

Lunamon alzó la mirada No tembló. No sucumbió. Su mirada ardía. Sus protectoras se levantaron, colocándose ante la joven reina. No les importaba morir por ella.

—Me pregunto si tu rey será capaz de declararle la guerra al mundo que le ayudó a ser lo que es ahora mismo.

—Shoutmon es leal a sus aliados. Pero si debe elegir, elegirá a su pueblo. Por mucho que su corazón se parta en dos por ello. Porque nosotros somos su prioridad.

La mujer sólo pudo reír, para alejarse de la jaula y volver a los ordenadores. Presionó una tecla y la máquina volvió a funcionar. Los gritos volvieron a alzarse de la máquina. Los datos que empezaron a salir de la pantalla hicieron que la sonrisa de ambos humanos aumentara.

—Fase uno completada. Podemos movernos hacia la fase dos.

—Sí —asintió la mujer—. Nada ni nadie podrá impedirnos que conquistemos y destruyamos su mundo. Ni siquiera esas supuestas leyendas. No temo a su rey. Ni a su supuesto grandioso ejército. Caerán ante mí, ante el demonio, como simples moscas. Todo será reducido a simples cenizas si no puedo poseerlo. Esa es la promesa que hago ahora. Nuestro mundo será superior. Prevalecerá para siempre...

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¡Holaaa al habla Lumi!

Estaréis diciendo: ¿Qué haces publicando otro fic nuevo?

Demasiado aburrumiento es mi respuesta. Tranquilos, divido mi tiempo lo máximo posible para tocar todos los fics.

Dentro de poco, habrá capitulo de Mix.7, eso está seguro.

Este fic, bueno, se lo quiero dedicar a mi sempai.

¿Que quién es mi sempai? Pues es la emperatriz, la diva, la gran AlisonOropeza20.

Y si no la estáis siguiendo, vas vale que vayáis ahora mismo o vais a sufrir mucho en los siguientes capítulos :) y sí, tengo un cuchillo (quien pilló la referencia que lo diga)

En fin, la razón por la que dedico este fic es porque siento que en nuestra relación hemos dado un gran paso.

Yo siempre he considerado (desde que me convertí en su pequeña Padawan) que no debía molestar con mis incesantes dudas. Que como era alguien de mi admiración, debía respetarla más que a nadie.

Pero ella me ha enseñado mucho, no sólo como escritora, si no como persona. Y ahora siento que (a lo mejor me cuelo como una gamba) que empezamos a ser cercanas.

Y me alegra. Porque yo siempre la admiraré y si me hace falta sacar el cactus o el hacha de guerra lo haré. Así que cuidadito con quien quiera meterse con ella (buena suerte si lo intentas, morirás antes de tocarla XD)

Bueno. Espero que todos disfrutéis de este fic.

Se despide, una sentimental y tontita Lumi ❤️

Digimon Future: Xros WarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora