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A Jeongguk no le quedó otra alternativa que despertar a Yoongi, el cual se había quedado dormido fácilmente durante el viaje

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A Jeongguk no le quedó otra alternativa que despertar a Yoongi, el cual se había quedado dormido fácilmente durante el viaje. Así que, luego de haber apagado el motor del auto, le dio suaves golpecitos en el hombro esperando a que con eso lograra sacarlo del sueño en el que estaba sumergido. Aunque, por otro lado, no quería que se despertara, ya que parecía un dulce angelito que descansaba envuelto en los brazos de la tranquilidad. Pero no tuvo elección, le asustaba la idea de que volviera a darle otro ataque de asma si lo sacaba del auto cargándolo.

El rizado abrió los ojos despacio, dejándolos entrecerrados a causa de que le costaba abrirlos en su totalidad, tenía demasiado sueño y los párpados hinchados, sin mencionar que le ardían. Tenía ganas de volver a cerrarlos y seguir durmiendo, pero intentó mantenerse despierto al ver a Jeongguk a su lado.

El ojiazul se desabrochó el cinturón de seguridad y se dispuso a buscar algo en los asientos traseros. No le gustaba la idea de que Yoongi tomara frío otra vez por lo tanto agarró el bolso del susodicho deseando que Seokjin hubiese empacado aunque sea un par de zapatillas. Suspiró aliviado cuando encontró unas converse blancas y se las tendió al rizado pasándole también un par de medias. Lo ayudo a colocárselas y, cuando estuvieron listos, descendieron del auto, el cual se encontraba aparcado en el estacionamiento cerrado del edificio en el que residía el azabache.

Habiendo transcurrido diez minutos ambos ya se hallaban entrando en el respectivo departamento. Jeongguk dejó pasar al menor primero y una vez que terminó de entrar él, cerró la puerta. Yoongi se adentró en la sala de aquel amplio y espacioso apartamento, llevando su mirada hacia todos lados pues, la curiosidad lo invadía y sentía la necesidad de observar cada pequeño detalle del sitio en el que vivía el azabache.

Las paredes eran blancas y estaban casi vacías de no ser por unas fotografías que colgaban de ellas en marcos de madera. La sala de estar contenía un sillón grande de un color negro, delante de éste había una pequeña mesita ratonera, la cual contenía varios papeles acumulados, periódicos, dos latas de cerveza vacías y hasta inclusive una taza de café a medio tomar; tal vez el desayuno de Jeongguk de esta mañana. Enfrente del sillón había una gran tele de un buen número de pulgadas que se apoyaba en un mueble negro. Yoongi pensó que allí sería un lugar muy cómodo para ver sus dibujitos, ya se estaba imaginando a él sentado en ese confortable sofá con un tazón de palomitas mirando Dumbo, una de sus películas favoritas.

Después era como si Jeongguk se hubiese mudado hacía poco ya que el resto de la sala solo estaba siendo ocupada por varias cajas grandes de cartón. No poseía ningún otro mueble más y eso provocaba que el lugar se viera aún más enorme de lo que era.

-Lo siento por el desorden -se disculpó el ojiazul al notar las condiciones en las que se hallaba su departamento para luego dejar las cosas de Yoongi a un costado sobre el piso-. Me la paso durmiendo y trabajando, la limpieza hogareña no es mi fuerte y mira, ni siquiera he logrado desempacar todo y eso que llevo varios meses viviendo aquí, pero bueno. Ponte cómodo, ahora vuelvo.

En peligro de extinciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora