twenty-five

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Una vez, hacía bastante tiempo, Yoongi había leído en alguna parte una frase que le había llamado mucho la atención

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Una vez, hacía bastante tiempo, Yoongi había leído en alguna parte una frase que le había llamado mucho la atención. No recordaba muy bien las palabras exactas por las que estaba compuesta aquella frase, pero sí recordaba el concepto que quería trasmitir. Ésta decía algo más o menos así: "Uno decide hacer un cambio solo cuando se está demasiado incomodo con algo". En su momento, esa frase no había dejado de rondar por la cabeza de Yoongi, hasta que tiempo después logró olvidarla. Él nunca antes había cuestionado sus propias decisiones que había tomado en un principio, hacía alrededor de cinco años, por lo que jamás se había planteado realizar un cambio, pues la verdad era que se sentía muy cómodo tal como estaba.

Sin embargo, su vida tomo una dirección totalmente diferente cuando se incorporó dentro de la vida de una persona que desconocía, de la cual jamás se imaginó que se enamoraría. Si bien, desde la primera noche en que lo vio se sintió atraído hacia él, nunca pensó que esa atracción física pronto se combinaría con la atracción emocional, descubriendo, de este modo, que era amor lo que él sentía por Jeongguk.

Ante todo esto, Yoongi dejó de sentirse cómodo consigo mismo dentro de la nueva situación en la que transitaba y con los nuevos sentimientos que estaba experimentando. Y solo entonces recordó aquella frase del pasado, entendiendo que sí, efectivamente, era hora de un cambio. Fue así como el chico de bellos orbes verdes decidió, al fin, abandonar el personaje que el mismo se había encargado de crear. Visto que su vida no volvería a ser como antes, comprendió que ya era tiempo de madurar, de crecer, de dejar de huir de la realidad. Era tiempo de salir de su zona de confort y enfrentar la vida como se debía.

-Me has acompañado durante muchísimo años, Tummy, pero es hora de decirte adiós -dijo Yoongi, observando al osito de felpa que sostenía con una mano, despidiéndose para siempre de él, para luego meterlo dentro de una bolsa negra de nylon-. Dieciocho años y todavía continuaba durmiendo con un peluche, debería darme vergüenza.

Dicho eso, envió su mirada a la mantita de color azul que descansaba sobre la cama. Al igual que el osito, aquella manta lo había acompañado desde tiempos que ni siquiera recordaba, pero le daba mucha pena meterla dentro la bolsa, en consecuencia de que el color azul le recordaba de manera instantánea los ojos de Jeongguk. Y por ese motivo, optó por dejarla allí como estaba, siendo éste uno de los pocos objetos que no guardaría dentro de la bolsa.

En la misma metió la gran mayoría de cosas que se encontraban distribuidas por su habitación, tales como dibujos muy infantiles que él había hecho, algunos cuentos y juegos que entre Jeongguk y Yuqi le habían comprado, etc. Muy decidido guardó todos los peluches, exceptuando uno en especial: el que el chico de ojos azules le había regalado para su cumpleaños.

Al terminar con su tarea de recolección, cerró la bolsa haciéndole un nudo y, puesto que su intención no era tirar todo aquello a la basura, guardó la bolsa como pudo dentro de su armario, en un rincón bien apartado, dejando esos objetos, que ya formaban parte de su pasado, encerrados allí.

En peligro de extinciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora