the end

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La bala paso a unos escasos centímetros del rostro del hombre de ojos oscuros

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La bala paso a unos escasos centímetros del rostro del hombre de ojos oscuros. Pero Yoongi no había fallado su tiro. Él lo había planeado de aquel modo, pues un instante antes de disparar pensó en lo difícil que sería continuar viviendo sabiendo que había asesinado a alguien. No, él no quería ser un asesino.

El tipo se rió.

—Sigues siendo débil —dijo con cinismo.

Y de pronto, Yoongi utilizó la última bala que le quedaba cargada. Le disparó en una de las piernas con la intención de debilitarlo y hacerle más complicada su movilidad. Recargó el arma, y se acercó a él, quien al perder el equilibrio acabó en el piso. El menor se colocó de cuclillas a un lado del susodicho.

—¿Quién es el débil ahora? —dicho eso, le estampó con extremada fuerza el puño cerrado en el rostro.

Y fue tan duro el golpe que consiguió dejarlo inconsciente. Aunque también se había hecho daño a sí mismo, puesto que su puño contenía sangre... y la sangre era suya.

Sin importarle, se dispuso a salir con rapidez de esa habitación. Esperaba recibir alguna indicación de Hoseok, pero entonces se percató de que el auricular había desaparecido de su oído. Y visto que no pretendía regresar, prosiguió sin el mismo. Corrió hacia la otra dirección, cuidándose de que nadie lo viera.

Desesperado por encontrar a su chico, abrió de golpe la puerta indicada, y pudo comprobar que aquella era la habitación en la que había observado a Jeongguk desde la pantalla de la furgoneta. Sin embargo, allí ya no había nadie.

Y entonces, escuchó un disparo y luego otro. El sonido parecía provenir del sitio por cual había venido. Otro disparo más resonó. Alarmado, Yoongi abandonó el lugar y corrió hacia el pasillo que comunicaba con el salón principal. Escuchó un disparo más y solo eso bastó para que se animara a atravesar con muchísima más velocidad el corredor.

Cuando llegó al final de este, se asomó un poco, sintiendo el modo tan acelerado en el que latía su corazón. Lo que su visión contempló lo dejó sin aliento. Había una chica joven sujetada de las muñecas, la cintura y los tobillos a una ruleta humana, la cual en ese preciso instante se encontraba girando sobre su eje. Pero giraba muy lento, como si ya estuviese a punto de detenerse.

Frente a aquella siniestra ruleta, se encontraba la multitud haciendo el papel de espectador. Como si aquel fuera un espectáculo digno de ser apreciado por todos ellos.

Yoongi pudo observar que la chica sangraba por varios lugares de su cuerpo. La sangre le recorría por todas partes, hasta que caía en el suelo creando un pequeño charco rojo. Y él no pudo evitar derramar una lágrima al advertir que aquella chica estaba muerta. No podía creer cuánta crueldad existía en el mundo.

En cuanto la ruleta se detuvo, unas personas liberaron el cuerpo de la chica y lo tiraron por allí sin compasión alguna. A continuación, posicionaron a la fuerza a otro chico joven, el cual Yoongi pudo percibir desde la lejanía cuan asustado estaba. Y una vez que sujetaron su cuerpo, hicieron girar la ruleta a una velocidad intermedia. Otra tanda de tiros se hizo presente.

En peligro de extinciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora