seven

2.2K 345 57
                                    

Namjoon era el único del turno de la tarde que todavía permanecía en el edificio de la corporación en plena madrugada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Namjoon era el único del turno de la tarde que todavía permanecía en el edificio de la corporación en plena madrugada. A esa altura ya debería haberse marchado a su hogar como la mayoría de sus compañeros, pero aún tenía un asunto pendiente; tenía que hablar con Kang. Pero antes de ir, necesitaba tomarse una buena taza de café y un mero tiempo para descansar y alivianar tensiones.

Por esa razón se dirigió a la cocina del establecimiento para prepararse su tan deseada taza de café negro y para estar un rato a solas. No tenía ganas de cruzarse con nadie pues, no se encontraba del mejor humor, como de costumbre. Kim era así, no tenía tiempo para estar de buen humor, él era serio y para nada carismático y nadie podía cambiar eso. O tal vez sí existía alguien, pero ese alguien ya lo había perdido por culpa de su naturaleza.

Odiaba tener ojos negros porque él no quería ser cómo era, sin embargo no podía evitarlo, ni tampoco podía hacer algo al respecto. Él no quería sentirse superior a los demás, no quería ser líder en todo momento, no quería persuadir a las personas y conseguir siempre, o casi siempre, lo que quería; pero él era cómo era y aquello no se podía cambiar. Y todo esto le había costado su antigua relación, ya no tenía esperanzas de volverse a enamorar o siquiera de volver a estar en una relación; él no servía para eso.

Los pensamientos le taladraban la cabeza, le era imposible no dejar de pensar en el tema de Jeongguk. Los celos le hervían la sangre con desenfreno y lo peor era que todo estaba en sus manos, él era quien decidía si convencer a su jefe o no. Tranquilamente podría hablar en contra de Jeongguk y así conseguir que no le dieran el permiso, con eso ganaría su propia tranquilidad; los celos se irían. Pero por otro lado tenía en cuenta que no podría vivir sabiendo que por culpa de sus inútiles caprichos había hecho sufrir a Jeongguk alejando a ese chico de su lado. No soportaría que otra vez volviera a sufrir por su culpa.

Jeongguk necesitaba cuidar a alguien, él más que nadie lo sabía y, a pesar de que sus estúpidos celos lo consumían, no sería un completo egoísta privándolo al azabache de proteger a alguien. Él no quiso que lo protegiera, ahora debía ajustarse a las consecuencias de verlo protegiendo a otro. Así eran las cosas. Por lo tanto, y a muy a regañadientes, se decidió por lo que haría.

De un sorbo largo terminó de tomar el café, dejando la taza en su respectivo sitio para que luego el personal de limpieza la lavara. De soslayo diviso a dos hombres que se aproximaban y, entonces, con rapidez abandonó la habitación, evitándolos. No quería cruzar palabras, ni miradas con nadie, a excepción de su jefe.

Namjoon se dirigió a pasos apurados hacia la oficina de Kang, la cual quedaba varios pisos más arriba. Tomo el primer elevador que vio y, en cuestión de largos y aburridos minutos que paso encerrado en ese pequeño espacio, llegó a su destino. Sin vacilar, camino hasta llegar a la puerta gris que poseía en la placa el nombre de su jefe. Dejó escapar un suspiro para después tocar tres veces.

Del otro lado de la puerta se oyó la voz grave y ronca de un hombre que decía: "Adelante". El pelinegro ingresó a la oficina sin más preámbulos y, como se lo esperaba, Kang -un hombre de cuarenta y tantos, cabello negro y ojos oscuros como la noche- estaba sentado en su extremadamente cómoda silla, junto a su escritorio de madera de roble, el cual contenía muchas carpetas, hojas, archivos y demás. Sus dedos tecleaban con frenesí sobre el teclado de la notebook que se hallaba frente a él, pero al ver que tenía compañía levantó la mirada y dejo por un momento lo que estaba realizando.

-Kim -habló con su voz gruesa mientras enarcaba una ceja- ¿Qué haces aún por aquí? Ya deberías irte muchacho, he conseguido un buen material de información para la investigación de mañana y necesito que descanses para entonces.

Namjoon se acercó hasta el escritorio, debatiendo mentalmente una vez más que debía hacer. La idea de que Jeongguk, en ese preciso instante, podría estar durmiendo junto a aquel chico se le cruzó por la cabeza haciéndolo dudar por unos segundos de su decisión. Sin embargo, él conocía a Jeongguk y no podía dejarse controlar por los celos cuando lo más cercano a la realidad de lo que podría estar pasando era que Jeongguk estuviese durmiendo en el sofá. Esperaba que así sea.

-Lo sé, pero antes de marcharme debía hablar con usted sobre el joven que logramos rescatar hoy.

-¿Qué sucede con él? ¿Hubo problemas con la familia que lo recibirá? -formuló las preguntas entretanto su vista se enfocaba en la pantalla de la notebook y sus dedos regresaban a las teclas de la misma.

-No, de hecho, no viajará con ellos.

-¿Cómo qué no? -cuestionó, levantando la mirada de repente. Parecía confundido.

-Uno de nuestros compañeros se ofreció para cuidarlo -explico Namjoon con calma.

-Nombre del agente.

-Jeon Jeongguk.

Kang se quedó pensando unos segundos si aquel nombre le recordaba a alguno de sus agentes, sin embargo su memoria le estaba fallando.

-¿Color de ojos?

-Azules.

-No se habla más, tiene la custodia -contestó y estuvo a punto de volver a sus asuntos de trabajo, mas una duda que le surgió al instante lo detuvo-. Aunque, espera un momento, ¿el joven está de acuerdo?

-Sí, de hecho no quería apartarse del agente -respondió el pelinegro para luego fruncir los labios, tratando de contenerse y fingir que aquello no le afectaba en lo más mínimo.

-Las personas de ojos azules siempre transmiten confianza, esa es su mayor virtud o su peor defecto.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
En peligro de extinciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora