Capítulo 9

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Desperté en lo que parecía ser un tipo de estudio modificado. Estaban unos sillones cómodos, con una luz tenue y amarillosa. Las paredes tenían un hermoso tapiz rojovino, mientras estaba decorada de fotos, discos y uno que otro cuadro con medallas.

Me gire  para ver si el pelirrojo aún seguía ahí, en efecto. Tenía su cabello revuelto y sus pecas adornaban desde sus cachetes hasta su nariz. Una de sus orejas estaba perforada y sus labios tenían una contextura algo gruesa y carnosa, me escondí debajo de la sabana ante mis pensamientos impuros.

Kevin no me tocó. Sí, me abrazo. Sin embargo, me llevo dulcemente a la cama y luego se quedo sosteniendo mi mano hasta que morfeo decidiera sedarme en aquel mundo que no podíamos ver.

Toque su mejilla dulcemente, parecía un sueño el poder tenerlo a mi lado al ser lo primero que veía al despertar. No era la primera vez, pero era de las sensaciones que mas disfrutaba.

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Estaba en la mesa con un té caliente, mientras afuera caían las primeras lluvias de mayo.  En la televisión veía una de esas películas antiguas, que a la final solo era una excusa para disfrutar del frio y el calor en la cómoda salita. La puerta sonó con fuerza, Edd siempre llegaba tarde a casa después de pasar el rato con los vecinos, pero era su vecina. Todo paso frente a ella como una película de acción, difuso, confuso. 

Su hijo temblaba cual papel sobre el suelo, mientras su vecino golpeaba con brutalidad a su hijo. Miro el horror, y entre ambas mujeres agarraron al hombre. El cual cayó al suelo, temblando de furia, había dejado que este lo controlase de pie a cabeza para luego reaccionar en una escena desquiciada. Lentamente llamo a su hijo, pero este se encontraba noqueado y magullado, aquello había sido suficiente para el joven, abrazo el cuerpo mientras histéricamente le seguía llamando para luego gritar y dejar brotar lágrimas.

Cuando la policía y la ambulancia llego, él se entregó; los policías aun con una gran confusión le arrestaron y se fueron juntos. Sin decir palabras, Edd y su madre llegaron a urgencias, le revisaron y lo encontraron estable. Esas semanas no fueron muy buenas, así que su madre sugirió alejarse del lugar sin dejar de estudiar y aquello había sido la solución o eso creía.

Edd se fue con la condición de que solo ella y su padre sabrían su paradero después de la directora del colegio. A lo que todos estuvieron de acuerdo, y fue así como Eddward pudo seguir madurando dejando atrás en Peach Creek aquello que lo dejaría marcado en su futuro.

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Dalia regresó a la habitación de hospital, su esposo estaba descansando luego de una sesión de quimioterapia, mientras que ella miraba la calle desde el vidrio, pensaba en su hijo y lo mucho que luchaba para no hacerle ver que lo extrañaba como si no hubiese un mañana.

Su teléfono sonó, era Jane Harrys, su vecina de al frente. A pesar de todo lo que habían pasado juntas y que quizas eso hubiese creado odio y resentimiento, ellas se apoyaron en esos momentos tan oscuros. Poco tiempo despues de que Eddward se fue, su compañero de vida enfermo, y ya llevaba un buen par de años luchando contra aquella enfermedad.

Jane, ¿como estas?

—Hola Dalia, bien, eso creo. No, bueno, no lo estoy.

—Querida, ¿ha pasado algo con George?

—No, es todo lo contrario. Es Max...

—¿Max? Pensé que estaba habia decidido internarse en el centro.

—Es que —la voz de Jane temblaba del otro extremo, Dalia se preparo para lo peor. —Esta empeorando, esta obsesionado. Temo por Eddward, Dalia, nunca llego al centro. ¡Se ha escapado!

Entre libros y sabanas - KEVEDDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora