Capítulo 7

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A mi me gustaba leer, quedarme debajo de los árboles del patio del colegio y hacer bromas con mis amigos. No eran muchos a decir verdad, tenía a Max y con eso bastaba. 

En mi niñez fui un niño enfermizo, no podía salir a jugar como los demás, tenía una adorable nana que cuidaba de mi y mi vecino de en frente, siempre que podía, iba a jugar conmigo. Juegos como el escondite, el 64 que mis padres me habían comprado y los libros de fantasía que tanto me gustaban.

Recuerdo también la primera chica que me gustó, si, me llegó a gustar una chica. Aunque no la recuerdo bien, solo su cabello rojo amarrado en una cola de cabello y un overol muy bonito de color crema. Un beso tan fugaz y tan irreemplazable que aun lo guardaba dulcemente en su memoria.

Cuando escapó de su pueblo, prometió que no se restringiria de sus acciones. Conocio a 2 o 1 chico más, relaciones meramente carnales, que no fueron a parar a ningún lado. No obstante, cuando el sol salía y el se escabullia de sus apartamentos, volvía a sentir esa frialdad en su corazón, trataba de no preocupar a sus padres, ellos eran muy amorosos y no debían penar o pagar por sus decisiones tan desvariadas.

—¿Otra vez aquí querido? —preguntó la pelirroja. Tenía su cabello amarrado en una cola de caballo alta, mientras que unas hebras habían sido cuidadosa mente arregladas y colocadas detrás de sus orejas, un cabello rizado y salvaje que con los años había dejado crecer, para no asustar a los clientes.

Lee era la mayor de sus 3 hermanas, trabajaba para que las mismas vivieran una vida sin problemas. Ella y la pequeña cafetería que había creado cerca de la universidad, le había dado esa estabilidad que quería para sus hermanas.

—Este lugar siempre me ayuda a buscar paz, ademas, haces los mejores pasteles del condado.

—Astuto, muy astuto Doble D, pero igual te voy a cobrar—Su humor era algo extraño, sin embargo a Eddward no le molestaba.

—Con un 10% de propina.

—Eres adorable enano —le dio una sonrisa y se dirigió a atender a los demas clientes.

Después de probar su dulce y un poco de café, pensó en todo lo que había pasado. Después de escuchar la conversación de Kevin y Nazz, su corazón había tenido esos vuelcos que hacía mucho no tenían. Entonces recordó a Max, con sus hoyuelos y la seguridad que emanaba, su primer chico. Por no mencionar, la primera víctima de su desvío sexual.

Tapó sus rostro con sus manos quizás por la frustración y la nostalgia. Había amado a Max, pero su recuerdo no hacía más que crearle dolor. Luego, estaba Kevin, tan dulce... Solo recordar a aquel pecoso pelirrojo hacia que su corazón volviese a sentir esa calidez que hacía mucho había perdido.

—¿Esperaste mucho?
—No, descuida —hizo un ademán con su cabeza invitándolo a sentarse.—Disculpa Jimmy, se que has estado ocupado con tus clases.
—Descuida, siempre tengo tiempo para ti.

El y Jimmy se conocieron en uno de los bares del campus, era una mera amistad. A veces necesitaba de alguien que compartiese el gran lio que tenía en su cabeza.

Jimmy estudiaba moda, sus diseños habían ganado premios entre las mejores universidades estatales, era un buen chico. A pesar de su extravagante apariencia, era quizás el más sensato de los dos.

—... Espera, dices que Max, el chico que su padre mandó al hospital ¿Esta aquí? —Edd se limitó dejar caer melodramaticamente su rostro en la mesa. —bueno, no tienes que exagerar.

—¿Porque vuelve ahora? Me tome el tiempo de alejarlo, para que ambos sanaramos, que su familia sanará. De aquel mal que les había causado. Su padre era un hombre bueno, quizás en ese momento había actuado por la ira y la confusión, pero nuncs había sido una mala persona. Me quería como un hijo, me trató con respeto siempre y yo... Traicione su confianza.

—El que eso pasara no fue tu culpa.

—Estuvo 5 años en la cárcel Jimmy. Destruí una familia, un matrimonio de años y un chico que no era malo.

—Nuestras acciones son fruto de nuestras decisiones, eso no fue tu culpa. Hubieses sido tu o otro chico, el detonante hubiese sido igual, no es tu culpa.

Debes dejar ir esa culpa, ya han pasado casi 10 años. Debes soltar esa cruz, no podemos cambiar el pasado, pero si aprender de él. Max, ni creo que sea un mal chico, pero no puedo permitir que te sigas tratando tan duramente. Se que es el episodio quizás, más horrible de tu vida, pero tus sentimientos por el no lo eran. No te hagas más daño amigo. —Tomo las manos de Edd y le regalo una media sonrisa.

Eddward agradeció tanto su amistad en ese momento, que sus demonios internos, al fin lograron callar sus voces por otra temporada más.

- -

Estaba en una de las bancas de la universidad viendo a los estudiantes, hacia bocetos cuando estaba estresado de verdad. Dejó el lápiz en la libreta, recargo su espalda a la banca para poder dejar que la luz del sol, que se filtraba entre las hojas tocará su rostro.

—Veo que estas mejor.

—Kevin —Nunca se cansaria el pelirrojo de escuchar su nombre siendo pronunciado por esos hermosos labios.

—El mismo ¿puedo? —pregunto cortésmente antes de sentarse junto a él. Edd asintió y luego el silencio se adueñó. Pero, no ese silencio incómodo, ese silencio que te da paz y que te hace sentir feliz.—Me asustaste, me quise quedar a esperar, pero la enfermera me sacó de la enfermería.

—No, lo entiendo. Gracias por llevarme...

—¿Te paso algo? Eres muy tranquilo, la verdad me preocupe muchísimo.
—Si, solo me... —

—¡Eddward! —Max corría hacia ellos muy emocionado, se acercó a los chicos, no sin antes darle un abrazo a Edd.

Kevin miraba la escena con confusión, Edd estaba cual piedra y el castaño estaba emocionado.

—Llevó días buscándote, no sabía en qué clase estabas así que... Oh, perdona. Soy Max —Dijo extendiendo su mano.

—Kevin—estrecharon las manos.

—Max, el es Kevin es mi... —Demonios ¿Que eran?

—Soy su amigo—se adelantó Kevin—Soy su amigo...—aclaro por segunda vez. Ni el sabia como llamarle a lo que tenían.

—Max, el novio de Edd.

—¿Disculpa?

—Max no recuerdo haber estado de acuerdo con eso. Puedo afirmar y recordar, que no te he visto en años, apenas y nos vimos el día del semáforo. —Edd estaba en pánico, pero no iba a darle a Kevin una imagen que no era cierta.

—Pero estoy aquí por ti...y y—

—Me alegra saber que estas bien, pero no sabes nada sobre mi Max. No soy el chico que conociste y tengo cosas que hacer así que, disculpame...—

—¡Espera! —Edd soltó un quejido de dolor, Max había agarrado su muñeca con cierta rudeza. Kevin reaccionó y apartó su mano de la muñeca de Edd.

—Te dijo que no puede hablar ahora

—Esto no te incumbe

—Me incumbe si actúas como un imbecil, ya te dijo que no quiere hablar ahora.

—Kevin, dejalo y vámonos ¿si? Max, ahora no puedo hablar, no contigo diciendo cosas así, yo no esperaba verte y el como tomamos los asuntos del pasado quizás no fue la mejor forma, pero yo no soy el mismo y quizás tu tampoco.

—Soy el mismo de siempre, en serio—

—Ahora no ¿Quieres?

Tomo sus cosas y agarro a Kevin por la manga del abrigo. Camino y camino, hasta que Kevin lo tuvo que detener. Le había llamado pero el azabache no había respondido y al levantar su quijado su corazón se resquebrajo. Su dulce ángel estaba llorando, en silencio como si el mundo se derrumbara ante sus pies. Lo abrazo, tan fuertemente que no se limitó a llorar en voz baja, y fueron las primeras gotas de Abril que dejaron correr todo el dolor que llevaba en el pecho, otra vez.

Entre libros y sabanas - KEVEDDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora