Capítulo 31: TYRION

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La luz del Sol iluminaba el altar del Gran Septo de Baelor. Rayos de todos los colores del arcoiris relampagueaban y centelleaban cuando miraba a las vidrieras de las paredes. Y entre las imponentes estatuas doradas del Padre y la Madre, Jaime y Dany formaban una pareja digna de los cuentos que le contaban cuando era niño.

La novia estaba preciosa con su vestido de seda color marfil y encaje myrense. La falda estaba decorada con dibujos hechos de perlas pequeñas y bordados hechos con hilo de oro.

Jaime estaba casi tan esplendoroso como ella, con su jubón color rosa oscuro bajo una capa de terciopelo carmesí en la que se veía el emblema del león.

Y Tyrion no podía estarse quieto- demasiado vino- se dijo. Se le tendría que haber ocurrido ir a orinar antes de salir de la Fortaleza Roja. Tuvo que aguantarse las ganas mientras formulaban los siete votos, se invocaban las sietes bendiciones y se intercambiaban las promesas. Cuando terminó la canción nupcial y nadie se alzó para impedir el matrimonio llegó el momento del intercambio de capas. Tyrion se apoyó sobre la otra pierna para contener la vejiga

Como Daenerys había perdido a su padre y a su madre, fue Jon el elegido por ella para que le quitase con gesto tierno su capa de doncella, al tiempo que Jaime aceptaba la capa de desposada que le tendía Lord Tywin y la desplegaba con un movimiento. El Lannister cubrió a Daenerys con la capa que tenía bordado con hilo carmesí el dragón de tres cabezas de la casa Targaryen. La tradición decía que se debía cubrir a la novia con el emblema de la casa de su esposo, pero ellos habían acordado que la capa que llevaría la joven sería la de su casa- Seguro que eso no ha gustado nada a mi padre- Pensó Tyrion.

- Con este beso te entrego en prenda mi amor- dijo Jaime con una sonrisa

Dany repitió las palabras, y entonces la atrajo hacia sí y le dio un largo beso en la boca. Los destellos de colores volvieron a danzar alrededor de los contrayentes mientras que el Septón Supremo declaraba que Jaime de la casa Lannister y Daenerys de la casa Targaryen eran una sola carne, un solo corazón y una sola alma.

- Bien, ya está- Se dijo Tyrion. Ahora volvamos al castillo, a ver si puedo mear de una vez.

Ser Barristan salió el primero, encabezando la procesión que salió del Septo. Tras él, precediendo a los futuros rey y reina, iba Tommen, que aún llevaba la corona del rey. Después de la pareja real, iba Cersei, del brazo de su padre, con una cara que podría cortar la leche. Y tras ellos, Tyrion y Jon, que se incorporaron en cuanto vieron un hueco.

Oyó los aplausos y las aclamaciones incluso antes de llegar a la puerta. El pueblo amaba tanto a Daenerys que hasta estaba dispuesto a volver a amar a su hermano. Era de la estirpe Targaryen, y se había empezado a extender el apelativo de madre de dragones. La gente de Desembarco del Rey ya se había acostumbrado a ver a las tres bestias, cada vez más grandes, sobrevolar sus cielos escupiendo humo y fuego.

- Ya pensaba que no íbamos a escapar- bromeó Tyrion mirando a Jon.

- La ceremonia ha sido...-

- Larga, dejémoslo ahí- Tyrion se frotó el muñón de la nariz- Dentro de poco será la tuya con mi hermana-

- Así es- dijo el joven con aire cansado- ¿algún consejo?-

- Muchos- rió el Lannister- mi hermana es muy hermosa, en eso se parece a nuestra reina. Pero sólo en eso. La boda se alargará hasta la noche. Si quieres que te cuente sobre ella búscame cuando esté borracho-

Y con esas palabras Tyrion subió a su litera, que para su desgracia había quedado al Sol, y entre las cortinas hacía calor. Cuando se pusieron en marcha, Tyrion se reclinó y se apoyó en un codo, tratando de contener la vejiga.

Juego de Tronos.- El despertar del dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora