Muchas veces Jungkook pensaba que sentía demasiado, que hasta la mínima de las acciones iba a provocar demasiado en su pequeño corazón, y quizás por eso reaccionaba de las peores maneras siempre, si no reía hasta que su estómago doliera, lloraba hasta que sus ojos ardían, y en el peor de los casos llegaba a gritar y en esos momentos él deseaba que lo peor que pudiera hacer sería golpear algo, pero no, nunca tenía límites cuando sus emociones se encendían y actuaban más rápido que su mente.Por eso ahora lloraba incluso si su cuerpo dolía, y seguía llorando mientras temblaba por el frío, sus ojos dolían por haber llorado por demasiado tiempo. Podía sentir como sus dientes chocaban unos con otros debido a su constante temblor y sentía su nariz completamente entumecida bajo la lluvia.
Aun así no se quería levantar, aun así se sentía tan desdichado, tan horrible con sigo mismo que sentía que la lluvia en su rostro y el frío del cemento era algo que se merecía, algo que lo ayudaba a recordar que todo lo que pasó fue real.
Cerrando sus ojos, dejando que la lluvia siguiera cayendo sobre su rostro, trató de recordar el como había terminado ahí, acabado, destruido, y con unas terribles ganas de dispararse en la cabeza.
No sabía por dónde empezar, si hablamos de la vida romántica de Jungkook, no existió hasta que cumplió 17 años. Cuando iba de camino a su hogar y un perro le comenzó a ladrar, recuerda haber retrocedido de la impresión y de no ser porque lo empujaron de vuelta a la vereda hubiese llegado hasta la calle y hubiese sido atropellado.
El chico que lo salvó le pidió que fuera más cuidadoso y le regaló una sonrisa hermosa, semanas después ese chico se había vuelto el primer novio de Jungkook, y dos años después el chico le terminó porque se había enamorado de otra persona.
Jungkook estuvo en una mortal tristeza que trataba de resolver viendo películas norteamericanas de amor y escuchando día y noche canciones de Justin Bieber... Y solía hacer covers de esas mismas para distraer su mente.
Cuando volvió a estar bien siguió con su vida como si nada hubiera pasado, retomó sus clases de piano. Volvió a sus clases de danza y estaba pensando finalmente postular a una universidad para estudiar algo que de verdad le inspire.
Pero por mientras se iba a mantener en los deportes, siendo esta algo en lo que ya estaba desarrollado, dentro de unas semanas tendría un torneo de Karate, y si ganaba el primer lugar podría tratar de mantenerse como luchador.
Pensando en todo eso fue caminando a una pequeña tienda donde siempre compraba sus dulces favoritos, el cajero le saludó reconociéndolo al instante y Jungkook no tardó ni cinco segundos eligiendo una caja de leche y una bolsa de golosinas.
Jungkook no suele creer en el destino, pero de no ser porque esa noche el cajero se tardó buscando el cambio, Jungkook no se hubiese tardado diez minutos más de lo usual en volver a su apartamento, y si no hubiese llegado diez minutos tarde, hubiese llegado a usar el ascensor, el cual seguía funcionando tres minutos antes de que llegara.
Y gracias a todo eso debió usar la escalera, donde escuchó un gran estruendo en el tercer piso, el cual hubiese ignorado de no ser por un fuerte golpe que retumbó en la puerta. La cual Jungkook abrió por curiosidad y terminó teniendo a un chico cayendo literalmente a sus pies.
Jungkook miró sorprendido al chico en el suelo, y este al verlo le regaló una linda sonrisa que destacó dos pequeñas margaritas en sus mejillas.
— Hola.— Jungkook se asombró de su gruesa voz.
— ¿Hola? ¿Qué haces en el suelo?
— Trataba de llevar tres cajas al mismo tiempo y perdí el equilibrio. — El chico se encogió de hombros— Ahora creo que rompí todos mis discos.
Jungkook soltó una pequeña risa antes de estirar su mano y ayudar al chico a levantarse, se ofreció a ayudarle con las cajas, y cuando el chico (llamado Namjoon) le ofreció entrar a su nuevo apartamento para tomar algo, Jungkook no pudo evitar aceptar.
Dos meses después kim Namjoon y Jeon Jungkook eran oficialmente pareja, y Jungkook estaba seguro que eso fue obra del destino, todo marchaba cada vez mejor en su relación, ya llevaban tres años juntos, el cumpleaños de Jungkook se acercaba cada vez más y él tendría finalmente 22 años, quería pasar ese día especialmente con su novio y nadie más.
— ¿De verdad crees que sería buena idea pasarlo solos? — Le preguntó Yoongi, su mejor amigo de casi toda la vida. — Digo, tú madre te mataría si rechazas su fiesta de cumpleaños.
Jungkook lo ignoró mientras abrazaba con fuerza el regalo que le había dado su mayor, abriéndolo lentamente y con entusiasmo, sonriendo aún más al ver que era un disco de uno de sus grupos favoritos.
— El mío cae el miércoles—Jungkook se encogió de hombros. Sin decir nada por el regalo ya que sabía que el mayor se avergonzaría, en cambia lo rodeó con sus brazos y se mantuvo así.— Puedo celebrarlo el sábado con mi familia y el viernes con mis amigos— Jungkook besó fuertemente la frente de Yoongi y el mayor se puso completamente rojo, haciendo reír al menor — Es más cómodo para todos.
— Si tú lo dices — Yoongi aceptó su respuesta encogiéndose de hombros. — ¿Y qué planeas hacer?
— Solo pasar el tiempo juntos Yoongi, no pienses cosas asquerosas — Jungkook rodó los ojos ante los pensamientos de su mayor y se quejó cuando recibió un golpe en su costado.
— Maldito mocoso, es Yoongi Hyung para ti. — Jungkook le sacó la lengua y Yoongi le imitó el gesto.
— Lo que usted diga Yoongi-ssi — Canturreó Jungkook recibiendo otro golpe por parte de su mayor.
Una llamada interrumpió su conversación y los ojos de Jungkook brillaron apenas vio el nombre. Yoongi lo miró de reojo sin evitar poder sonreír, después de todo hacía mucho que no veía tan feliz a Jungkook con alguien.
Cinco minutos después Jungkook se estaba despidiendo mientras corría a su apartamento con la promesa de estar con su amado lo que quedaba de ese día para luego seguir juntos todo el siguiente.
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Cegado. [NamKook]
FanfictionNos gusta creer que cada una de nuestras acciones son las correctas, pero si somos honestos uno siempre comete muchos errores, y a veces estamos tan cegados por eso que no vemos el daño que le hacemos al resto.