Capítulo 8

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Uno a uno entrevisto a todos sus empleados, dejándole en claro a cada uno la consecuencia con las que cargarían si se descubría quien había sido el culpable.

Parecía casi sub real que hubieran intentado envenenar a su esposa delante de sus narices, personas que él consideraba parte de su vida, porque, aunque no compartía ninguna relación estrecha con la servidumbre, aun así, creía haber ganado su respeto, ya que nunca les había tratado mal o despectivamente, o al menos eso creía él.

Solo le quedaba esperar que alguno confesara y diera las razones de porque lo había hecho. Les había dado hasta media noche, luego de ese término se comenzaría una investigación oficial y quien se hallara culpable cargaría con la condena que cargaba cualquier criminal que intentara tentar contra la vida de un par del reino.

Camino de un lado al otro de su despacho, esperando que alguien tocara su puerta y confesara todo, veía las horas pasar y la aguja del reloj, que colgaba de una cadena de su bolsillo derecho, dar vuelta y vueltas, minuto a minuto, hora a hora, sin embargo, nadie se asomaba siquiera, luego de esperar un par de horas y solo faltando unas cinco horas para media noche, se dirigió a la habitación donde se encontraba su esposa. Entro sigilosamente y se conmovió al verla acostada, pálida, removiéndose de un lado al otro en medios de su sueño y lanzando pequeños quejidos por el dolor que sentía su estómago.

Cruzo la habitación dando un par de zancadas y tomo la medicina que el medico había dejado por si el dolor se volvía muy intenso, se sentó a su lado y levantándola levemente y despertándola en el proceso, acercó el medicamento a su boca y le dio un poco dejando nuevamente el frasco sobre la mesa de luz. Acaricio el rostro de Annabell y centro su atención en sus resecos labios.

-estoy bien-afirmo suavemente ella, al ver la preocupación que se marcaban en a cara de David

-no lo parece, tu piel es casi blanca y tus ojos se encuentran apagados

-gracias mi lord, ese era todo el alago que necesitaba oír de mi esposo-bromeo aun manteniendo su voz en bajos susurros- estuviste lejos todo el día, ¿sucedió algo? -pregunto mientras le acariciaba la frente intentando ablandar la expresión de su rostro

-nada que deba preocuparte-dibujo una leve sonrisa para que ella no se preocupara por el- en lo único que tienes que centrar tus preocupaciones en este momento es en recuperarte, todo lo otro lo solucionare yo mismo-afirmo confiado de que realmente lo haría, buscaría la forma de hallar el culpable y saber porque querían matar a su duquesa- contestando tu pregunta, estuve contestando una cantidad insana de tarjetas de invitación a bailes, cenas y otras reuniones sociales, pidiendo disculpas y dejando en claro que tu salud no se encontraba en mejor estado, luego conteste todas las respuesta que llegaron deseando que te recuperes pronto-

Annabell se rio de aquella información, ya que siempre era ella quien aceptaba o rechazaba las invitaciones sociales, pero se había sentido tan mal durante la tarde que no había pensado en los compromisos que como duquesa le tocaba cumplir.

David, por su parte, aunque se sintió feliz de haberle hecho reír, sabía que, aun cuando en parte había dicho la verdad, ya que había contestado algunas invitaciones, no habían sido tantas como para ocupar toda su tarde, pero no quería que Annabell se enterara de lo que realmente estaba sucediendo, por lo que decidió callar y no decir en que realmente había ocupado su tiempo.

-lo siento, olvide totalmente las invitaciones sociales, gracias por hacerlo por mí- le agradeció tomando su mano y dejando un suave beso sobre su dorso. Él sonrió ante el gesto de su esposa, quien de a poco iba tomando más confianza para tocarlo, y eso lo satisfacía mucho, ya que poco a poco e ganaba su cariño y confianza y era mucho más de lo que él esperaba de ella.

-no hace falta agradecer- contesto acercándose un poco a ella y dejando un tierno beso en sus labios, beso que, por instinto y necesidad, se convirtió en un segundo, tercero y un cuarto que logro profundizar y que deseo que no se terminara, sin embargo, cuando sus manos empezaban a sumarse con un recorrido por los hombros de su esposa, un toque en la puerta, le dejo en claro que aquella sesión de besos había llegado a su fin. Dejando un último beso en los labios de su esposa, se alejó de ella y se acercó a la puerta de la habitación abriéndole al intruso e inoportuno que llamaba en mal momento.

-señor-el mayordomo saludo cortésmente

- ¿sucede algo? – pregunto en un susurro, luego de hacerle una seña a su esposa, saliendo de la habitación y cerrando la puerta cuidadosamente

-uno de los empleados quiere hablar con usted-informo con el mismo tono que había utilizado su señor

-hágalo ir al despacho y cuide que no se escape, en un minuto estaré con el-ordeno antes de entrar una vez más a la habitación donde se encontraba Anna.

Sonriendo tensamente se acercó a su esposa que lo miraba atentamente, intentando descifrar lo que estaba sucediendo.

-surgió un asunto que debo solucionar, me temo que voy a volver un poco tarde-dijo dejando un casto beso en la frente de Annabell, despidiéndose para dirigirse nuevamente a la salida rogando no tener que dar ninguna explicación, ya que no quería volver a mentirle y decirle la verdad no entraba en las opciones.

- ¿David? -espero a que él se diera vuelta para mirarla- no me dirás que sucede ¿verdad? -pregunto cundo él ya la miraba a los ojos una vez mas

- lo siento, pero es un asusto en el que prefiero no involucrarte, por el momento, al menos.

Ella claudico sonriente y se despidió con una sonrisa, quien agradeció mentalmente que no hiciera otra pregunta devolviéndole el gesto, antes de cerrar las puertas y se dirigiera a su despacho donde, sospechaba, se encontraba el culpable del estado de Anna.

Holi, holi,

Voy a aceptar gustosa que me sacrifiquen junto al culpable del envenamiento de Ana, y primero que nada quiero pedirles disculpas por haberme desaparecido por un año, sé que no existe escusa valida y agradezco a las personas que se preocuparon por mí. Sí, estoy viva y coleando y por eso el estrés de la universidad se siente tan fuerte y ustedes van a pensar que la escusa más usada del mundo, pero es la verdad, como ya les había mencionado antes, mi escritura era por el celular y costaba horrores por lo que la verdad, luego de un comienzo de año horrible en mis estudios y lo costoso que era para mí escribir por el celu, me di un poco por vencida en este mundo de la escritura/lectura y abandone completamente. Pero ahora con esto de la cuarentena, y contando con una computadora, puedo decir que las cosas se pusieron un poco mejor para mí, por lo que voy a estar actualizando esta historia durante estos días.

Gracias por seguir leyendo mi historia, perdón si encuentran errores, perdí totalmente practica y como ya saben soy malísima con cosas como la ortografía y aunque el auto corrector me ayuda bastante, por ahí uno que otro error se escapa, espero que hayan disfrutado de este capítulo, y sabrán de mi muy pronto, lo prometo con el corazón.

Besitos...

Si No Es Demasiado Tarde Para Pedir Perdón #2.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora