Capítulo 9

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Se sentó frente al hombre que se encontraba de pie en medio de su despacho, vio como nervioso jugaba con el sombrero que llevaba en su mano, en silencio observo la postura decaída y derrotada de su empleado e intento adivinar, sin encontrar respuesta, si él o su esposa lo habían tratado de alguna manera injusta para que el actuara en su contra.

-lo escucho- afirmo con voz firme y nada amable, luego de haber esperado que el hombre se dignara a levantar la cabeza y contarle las razones de su actuar, sin recibir un indicio de que el fuera a hacerlo

-vera, la joven dijo que el dinero iba a ayudarme y mi hija enferma, yo no puedo pagar al médico, no podía decirle, pero si me manda a la horca tampoco voy a poder ayudar a mi hija, lo hice por necesidad, se lo juro su alteza-contesto aun sin levantar el rostro, tartamudeando en su discurso e intentando hacerse entender ya que no era un hombre acostumbrado a tratar con la nobleza y no contaba con la educación necesaria, después de todo era parte de la servidumbre y los únicos que solían contar con algo de educación en su habla, eran los mayordomos.

-necesito aclarar algunos puntos de lo que me está contando- hablo luego de un extenso silencio- primero que nada, no hacía falta que contara con la ayuda de alguien más ya que yo podría haberle dado el dinero que necesitaba, si me lo pedía y me explicaba la situación, por otro lado, necesito saber con precisión, quien es la joven de la que me habla.

-sí señor, yo, vera, ella apareció y no pude negarme, necesitaba tanto ese dinero, pero se lo diré, ella dijo que era una lady, que era de la nobleza, que iba ayudarme si yo la ayudaba, yo no sabía que era veneno, ella me dijo que era solo para que la señora se sintiera un poco mal, no me dijo más nada, me dijo que era, lady Caroline, si, lady Caroline- el pobre hombre temblaba del miedo ante el enojo que presentaba David, sus palabras salía casi entrecortadas y muchas veces el duque tuvo que hacer un gran esfuerzo para entender que era lo que le intentaba decir por el tartamudeo incesante.

Pero, Y bien David escucho ese nombre, supo quién estaba detrás de aquello, la pregunta real era, ¿porque razón el primo de Annabell iba a querer envenenarla y matarla?, y ¿porque razón iba a hacer mención de su nombre que lo delataría inmediatamente?, claramente aquel hombre quería que su nombre y el de su amante se supiera.

Luego de pensarlo lo suficiente, no tuvo el valor de denunciar el crimen de aquel hombre a las autoridades, no por el mismo, sino por la familia, que para vivir contaba con el dinero que el hombre traía a sus casas y eso si le importaba, aun así, pidió que se los llevaran a trabajar a una de sus tantas propiedades de campo y que la niña recibiera atención de los médicos de la familia, si era necesaria. El empleado ante la muestra de bondad de su jefe, le agradeció un millón de veces, pero David solo le pidió que se marche, porque, aunque el hombre no lo había hecho consiente del daño real que podía causar, si no fuera porque el cuerpo de su esposa había hecho un rechazo automático al veneno, ahora estaría llorándola y cualquier daño a su esposa, no le hacia ninguna gracia.

Por otro lado, él tenía que ir personalmente a solucionar unos asuntos con el barón de Dubley, para dejarle en claro que cualquier daño que sufriera su esposa, sería devuelto.

Justo cuando se estaba preparando para salir a arreglar ese asunto, sin importar que el horario no fuera el adecuado, ya que la visita que iba a ser, no era precisamente de cortesía, una pequeña nota traída por su mayordomo Wills, lo hizo detenerse y reflexionar sobre lo que realmente debía hacer.

En aquella nota el barón, le informaba que se encontraba de viaje, y que, aunque le hubiera encantando enviar una nota de pésame por su querida prima que, sin embargo, no había podido ser, estaría encantado de recibir su visita dos días después para contarle los grandes secretos que guardaba su esposa.

El verdadero dilema estaba en que él sabía que Annabell ocultaba algo, pero no estaba seguro de querer que otra persona le contara de aquello o esperar a que Anna se lo contara por decisión propia. Sin embargo, agradecía la nota del barón, ya que aun cuando iba a asistir a aquella reunión, no sería para escuchar lo que él quisiera decirle, sino para dejarle en claro que quería que se mantuviera lejos de su esposa.

Luego de tomada su decisión, se dirigió a la habitación donde se encontraba su esposa, tras verificar que ella se encontraba dormida y sin dolores, se desvistió dejándose solo el pantalón para no asustar a Annabell, y se acostó a su lado abrazándola suavemente atrayéndole hacia sí, los cubrió con una manta y cerro sus ojos dispuesto a olvidarse por unas horas de todo lo que lo rodeaba y disfrutar de la compañía de su esposa, aunque sea durmiendo.

............

A mitad de noche, Anna se despertó con un leve dolor en el estómago por lo que se levantó sin hacer demasiado ruido y se dirigió a la mesita que se encontraba a un lado de la habitación para tomar un vaso de agua, sin embargo, en medio de su camino tropezó con lo que parecía ser el chaqué que había usado David durante todo el día, sin darle mucha importancia, prosiguió en su faena de conseguir un poco de agua para sus resecos labios y adolorido estómago, sin embargo, una vez saciada su sed, diviso en el piso tirada una nota que al parecer se había caído de la prenda de vestir de su esposo, por lo que lentamente se agacho a levantarla y cuando iba a dejarla dentro del bolsillo, un detalle de aquella misiva llamo su atención, esa letra, esa curva en las "o" le eran muy familiares, por lo que curiosa, se dispuso a leer la carta sospechando que tenía que ver con lo que había tenido ocupado a David durante todo el día.

Y así fue, pero lo que encontró en esa carta no le hacia una pisca de gracia, es más le daban ganas de correr lejos y esconderse bajo las piedras, si era necesario, para no ser encontrada. Sin embargo, sabía que su esposo se merecía más de ella, se merecía todo lo que ella le pudiera ofrecer, y luego desaparecería de su vida para siempre, por lo que, tras planear un estratégico plan en su cabeza, dejar la nota nuevamente en su lugar y tomar un vaso más de agua, volvió a su lugar en la cama.

Acaricio, una y otra y otra vez el rostro de David tratando de memorizarla a fuego en su mente para poder recordar al hombre más caballeroso y justo, que había logrado quedarse con parte de su corazón y sentimientos y se permitió derramar algunas lágrimas por las injusticias que le tocaban vivir a algunas personas, o tal vez no, tal vez solo era el castigo por haber sido egoísta y haber arrastrado a aquel ángel que dormía plácidamente frente a sus ojos, al escándalo que representaba ella misma.

Si No Es Demasiado Tarde Para Pedir Perdón #2.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora