Capítulo 24

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Querida prima:

No sabes el escándalo que se ha armado luego de tu partida, sé que me dijiste que intentara no contactarme contigo, pero nadie seguirá la dirección de esta carta, tu esposo está más ocupado resolviendo otro asunto.

Y es sobre ello de lo que quería hablarte, ahora noto porque tomaste la decisión que tomaste, al parecer tu esposo no fue capaz de esperar por ti, se comenta que fue encontrada con una de sus jóvenes empleadas en su cama y que él le había engatusado para que se acostara con el diciéndole que le convertiría en su esposa si lo hacía, o eso es lo que dicen las malas lenguas.

También quería decirte que tu madre se encuentra aquí en Londres haciéndole compañía a tu esposo, se la ve mejor, no se encuentra tan deprimida, aunque seguramente regrese a su casa luego del escándalo.

Te cuento que mi bebe también se encuentra de maravillas y que lady Sara ha dado a luz a una niña, no quiero extenderme en banalidades, aunque si pudieras darme, aunque sea una pista de que te encuentras en buen estado te lo agradecería.

Lamento ser yo la portadora de mala noticias, pero era mejor que te enteraras de mi boca, que la de un desconocido.

En realidad, han pasados varias cosas desde que te fuiste, pero como dije antes no quiero extender mucho esta carta.

Espero una respuesta de tu parte

Tu querida prima

Sra. Caroline Born

Annabell, no podía creer lo que sus ojos leían, una lagrima traicionera abandono sus ojos, pero se la seco rápidamente

No tenía derecho a llorar, ni a quejarse por ello y aunque hubiera preferido no enterarse, sabía que tarde o temprano lo haría, ya que todo lo que ocurría en Londres llegaba a todo Inglaterra y más si se trataba de algo tan escandaloso.

Aunque en realidad le costaba creerlo, su David, el hombre correcto, amable, benevolente jamás sería capaz de hacer algo como aquello, al menos eso era lo que sus esperanzas y su corazón le decían y quería creerles, es más, les creería porque prefería recordar a David como a un caballero que como a un casanova y jamás quitaría de su cabeza que los chismes estaban equivocados, que seguramente había una confusión, y por eso mismo se preguntaba ¿porque había huido de él?, si confiaba tanto en que él era todo un caballero, que jamás la lastimaría, ¿porque huía? y entonces la respuesta llegaba a su cabeza.

Porque el jamás le haría daño de forma física, jamás la insultaría, pero talvez si la despreciaría, y eso era, para ella, peor que recibir una cachetada si se trataba de David.

Tomo el papel entre sus manos y lo rompió en pedazos para luego prenderle fuego con la vela que se encontraba al lado de su cama, iluminando el lugar.

Se sentía exhausta, estaba teniendo un embarazo difícil, las náuseas las padecía durante todo el día, los mareos no le permitían permanecer en pie y se había desmayado al menos tres veces durante esa semana, a veces sentía que se iba a morir de dolor cuando unas punzadas invadían su estómago y el único antídoto que el médico le había dado era el reposo absoluto y una buena alimentación, no había nada más que pudiera hacer por ella.

El doctor Jaden, le había advertido que algunas madres sufrían mucho durante los primeros meses de gestación y que su estado era muy delicado, si no se cuidaba bien podía hasta llegar a perder al bebe y eso le asustaba tanto.

Lo deseaba, deseaba a ese bebe con todo su corazón, porque era el único recuerdo tangible que le quedaba de su marido y del amor que este le había profesado.

Sollozo un buen rato como venía haciendo cada noche, había deseado que la carta de su prima le dijera que podía volver, que no había peligro alguno, que su esposo aun le amaba, pero para su desgracia se encontró con una realidad que le dio de lleno en el rostro.

Se preguntó en que momento de su vida las cosas habían salido tan mal y se condenó al saber la respuesta.

Porque las cosas venían saliendo mal desde la fatídica noche en que nació, porque tal vez ese había sido su mayor pecado, nacer.

Su niñez había estado bien, más que bien, sin embargo, una tarde en medio de la caballeriza, uno de los empleados de su padre había hecho las cosas mal, y por su culpa había el Barón había perdido un par de caballos que eran importantes para él y aquel empleado había sido despedido.

El hombre se había aparecido el siguiente día totalmente bebido gritando incoherencias y pegándole a quien se atreviera a decirle algo o tratara de echarle del lugar, entonces le había mirado a los ojos y sin pudor alguna, con la voz fría como el hielo, y una expresión pura de odio le había contado la verdad, y no solo a ella, sino a todo aquel que pasara por el lugar

Y desde entonces todo había cambiado, toda su vida se había derrumbado, todo para ella tal y como lo había conocido había terminado, de pronto ya no era nadie.

Y había odiado a aquel hombre, más que nada en la tierra, había odiado a sus padres por no contarle la verdad, había odiado a la gente por despreciarlo por algo que no era su culpa, se había odiado por descubrir quién era en verdad.

Pero de a poco había comprendido que nada de aquel desprecio, de aquel dolor valían la pena, porque no le llenaban, no le hacían feliz, vengarse, sabia, tampoco lo haría, por lo que decidió perdonar y hacer vista ciega y oído sordo a cualquier comentario mal intencionado que surgiera ante el evento que representaba su nacimiento.

Por esa razón cuando su padre había muerto, y al recibir la carta de su prima que se encontraba en Londres, decidió viajar, solo para poder salir de aquel lugar en donde era despreciada, en donde solo le importaba a su madre, que sufría por la pérdida de su esposo y que no había puesto ninguna traba cuando ella anuncio que se iba de allí a Londres.

Pero ella no dejaría jamás que su hijo pasara por ese dolor y ese desprecio, y era por esa razón que prefería mantenerlo alejado de su padre y de su vida en Londres, porque si todo el mundo se enteraba de quien era su madre, también lo despreciarían a él.

Si No Es Demasiado Tarde Para Pedir Perdón #2.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora