Una vez limpio y con el estómago lleno, David se dirigió a la habitación de su esposa, tomo lugar al lado de ella y tomándola de su cintura se recostó sobre el lecho donde ella se encontraba acostada, suspiro de alivio al saber que se encontraba a su lado y que pronto sus problemas se solucionarían, sabía que discutir con su esposa en el estado que se encontraba no era el mejor, pero tenía que dejarle varias cosas claras a su mujercita para que algo como aquello no volviera a suceder.
Tomo la manta y los cubrió a ambos ignorando los apenas perceptibles ruidos que llegaban del comedor donde se encontraban sus empleados y cerrando sus ojos, aunque manteniéndose alerta, durmió
-es muy guapo- escucho apenas en un susurro de la voz de la niña que le había atendido la noche anterior
-lo es-fue la respuesta de una voz ronca de mujer marcada por el cansancio y por el miedo
-el no parecía odiarle anoche cuando llego
-debiste de haberme despertado-volvió a contestar aquella voz
-él dijo que no le molestara, además de que valía, si era de noche y usted necesitaba descansar
David se quedó quieto, con los ojos cerrado escuchando la conversación que ambas mujeres mantenían
-aun así, debiste decírmelo, tal vez debería levantarme
-el doctor dijo que debía mantenerse acostada
-y yo creo que deberías hacerle caso al doctor-argumento el abriendo los ojos e interrumpiendo la charla que las mujeres allí presentes mantenían
Anna trago saliva sintiéndose atrapada, miro el rostro aun somnoliento de su marido mientras él se desperezaba y se lamentó en silencio por no poder acercarse y besarle
David la miro con la misma precaución que ella le miraba a él, sintió como la joven se daba vuelta y Salía silenciosamente por la puerta mientras cerraba tras ella y entonces asiendo caso a los impulsos de ambos, se acercó a los labios de su esposa.
Al principio solo fue un suave toque, con el que intentaba decirle a su esposa que estaba allí, la segunda vez que se acercó a su boca fue un beso que indicaba que él, le cuidaría, pero el siguiente beso que recibió Anna de parte de su esposo fue largo, suave pero pasional, cariñoso y hasta juguetón que dejaba en claro cuánto amaba ese hombre a su mujer
Cuando se separó de ella, acaricio con suavidad su rostro y miro lo ojos de ella lleno de lágrimas sin derramar
El silencio fue roto solo por una frase, una frase que sonó insegura, una frase que lleno los corazones de ambos, una frase que salió de los labios de quien se había jurado jamás decirlo para no lastimar
-te amo-dijo ella
Y entonces David, sin necesitar nada más volvió a acercarse a ella y la envolvió en sus brazos mientras la mecía y le susurraba palabras tiernas que calentaban el corazón de su esposa que lloraba desconsoladamente dejándose abrazar.
Su esposa le amaba, era todo lo que el necesitaba saber en ese momento, aun había secretos y estaba el estado de ella, pero saber aquello le hizo ver que todo estaba bien, que todo estaría bien de allí en adelante.
Y así permanecieron abrazados sin decirse nada, pero a la vez diciéndose todo, los sentimientos eran tan profundos que el ambiente parecía cargado de ellos.
Pero cuando Anna dejo de llorar sabía que era hora de contar la verdad. Insegura comenzó a relatar.
19 años atrás
La noche estaba helada, ningún lugar parecía apto para vivir el momento que le tocaba llevar a cabo, tomo la capa que le cubría y se dirigió al castillo del noble barón de Jessel y su humilde y sabia mujer.
Nunca se había sentido menos cuando ellos le miraban, por lo que suponía que, aunque no fuese bien recibida, al menos seria recibida que era mucho más de lo que se le podía ofrecer a una mujer como ella.
Toco la puerta y se cubrió aún más con aquella capa prestada por su compañera Bethiel, quien no estaba de acuerdo con lo que ella iba a hacer, pero que tampoco se lo impedía.
Había amado a ese hombre como a nada en el mundo, pero a mujeres como ella no se les permitía amar, a mujeres como ella lo único que se les pedía era que se abrieran de piernas y dejaran que los hombres hicieran uso de sus favores, pero el, él había sido diferente desde un comienzo, la había conquistado, le había regalado flores, y sin importar lo que dijeran de él, la había paseado por toda la ciudad como si se trataba de una mujer respetable y no de una mujerzuela de mala vida que se ganaba su pan ofreciéndole placeres a los caballeros.
Un fuerte dolor el saco de sus pensamientos y casi se dobló ante él, pero se mantuvo de pie aun cuando sus rodillas querían doblarse
Cuando la puerta fue abierta, se sorprendió que la misma señora de la casa le abriera
-buenas noches-había saludado ella- ¿en qué puedo ayudarle?
En ese momento otro dolor la atravesó, se apoyo en la pared para no caer de rodillas, pero aun así no pudo mantenerse de pie y gimió del dolor
La mujer que le había recibido se apresurado a tomarla de los brazos e ingresarla a la mansión, mientras desesperada llamaba a sus empleados y a su esposo para que le ayudaran.
El primero en llegar fue el barón quien cargo a la joven dama hasta una de las habitaciones de huéspedes.
Cuando la depositaron en la cama, la señora Melanie, se acercó a ella y le reviso para saber que andaba mal, solo al quitar la capa se dio cuenta de que era lo que ocurría.
Llamo a uno de sus empleados para que se apresuraran a traer a una comadrona y aun doctor para que se encargaran del parto de la mujer moribunda.
Sabía exactamente quién era y a que se dedicaba, pero no por eso la despreciaba, era consiente que habían personas que le tocaba ofrecer sus cuerpos cuando no tenían otro oficio aprendido o no contaban con habilidades, pero eso no quitaban que el resto de la sociedad las despreciara, pensó en el pobre niño o niña que venía en camino y sintió lastima por él y por las condiciones en las que le tocarían vivir y se juró hacer algo para que la condición de aquella muchacha mejorara y el niño no fuera miserable
El parto duro demasiado y los gritos que salían de aquella sala eran desgarradores, casi insoportables de ser escuchados, como si presagiaran una tragedia.
Cuando el doctor salió de aquella habitación, lo hizo en silencio. Se acercó al Barón quien no dudó en poner la misma cara que llevaba el pobre hombre y se dirigió hacia su esposa negando con la cabeza
-solo la niña ha sobrevivido- le comunico
La mujer dejo caer una lagrima y se encamino a la habitación, tomo la niña que se le ofreció en mano y supo que era la respuesta a todo lo que ella había deseado durante sus años de vida.
-Annabell-pronuncio la comadrona-así dijo ella que se llamaría
-Annabell-repitió Melanie-voy a cuidar de ti pequeña, a partir de ahora seras mi bebe-sentencio y miro a su esposo quien le sonrió por aquella decisión tomada
Miro a la mujer con los ojos cerrados sobre la cama y le juro cuidar de la niña como nadie en la vida había cuidado de su madre.
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Si No Es Demasiado Tarde Para Pedir Perdón #2.1
Ficción históricaDavid conocía lo que era el dolor de perder a la familia, de perderlo todo. Por esa razón cuándo, Anabel llegó a su vida, intentó ayudarla con el problema que la atormentaba en aquel momento. Sin embargo también la quería en su vida para que ella ll...