Reencuentro

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"El primer paso para curar la herida, es saber dónde se sangra"
-Miguel Gane.


Habían pasado semanas desde que había comenzado mi terapia con Maret. Cada día descubría cosas sobre mí misma, y aunque ha sido un proceso doloroso, al mismo tiempo estaba logrando desprenderme de lo que me daña. 

Me alistaba para regresar al instituto, con la sorpresa de que al pobre Gonzalo lo cambiaron para ese lugar, el plan de mis padres era que me cuidara. 

Cuando bajé a la cocina Gonzalo aún discutía con mi mamá - ¡En ese lugar ni siquiera tienen área deportiva!

- No ofendas mi colegio - intervine- sí había una plazoleta, pero la convirtieron en el salón de eventos.

- Seguirás entrenando en la plaza de acá, te queda cerca. - Mi madre no había tomado la opinión de nadie de la casa, ni siquiera la de papá, aunque ella dijera que sí. La verdad, sentía pesar por él. 

- Yo ni siquiera se tocar la flauta, ¿qué se supone que voy a hacer en un instituto artístico? 

- Haz un show de silbidos - papá dijo esto para luego concentrarse en el desayuno - No me mires así, Gonzo, en el arte todo es válido. Mira a tu hermana, ella supo acoplarse.

- ¡Por supuesto que pudo acoplarse! Ella hace ballet, toca el violín, y dibuja. Yo de niño sólo aprendí a dibujar la rayuela. 

- Y aún así le quedaba chueca... - mi broma no fue muy bien tomada, porque Gonzalo me miró como si lo hubiese ofendido - pero amaba jugar contigo, lo juro. 

- Bueno, Gonzalo, son sacrificios. Todos somos buenos en algo, tú aprenderás. 

- Yo la verdad no tengo problema en ir sola. 

- Eso no está en discusión. Se les hace tarde. 

¿Alguna vez dije que mi madre en otra vida fue militar?



Gonzalo no me habló en todo el camino. Sabía que no estaba enfadado conmigo, yo intenté hacer que mi madre entrara en razón, porque este pobre siempre tenía que andar detrás mío, comprendía que estuviera cansado. 

Llegando a las aulas escuchamos los gritos desesperados de alguien que venía corriendo, al voltear no pude evitar mi confusión. 

- Gonzo... - él me miró aún con expresión de molestia - ¿me puedes decir qué demonios hacen Enzo y Jaime, con uniformes chicos haciéndote señas?

Éste se giró con la sonrisa más grande que haya visto en mucho tiempo para ver a sus muchachos aproximándose. Era bastante patético ver el show que estaban armando, haciendo señas entre los tres. Dibujaban corazones en el aire, se mandaban besos, saludaban, en fin. Era todo un espectáculo, y muchos de los que estábamos allí nos reíamos a carcajadas. 

Luego de lo que pareció ser una eternidad, al fin llegaron a nosotros, y tras un efusivo saludo procedí a hacer la pregunta del millón - ¿Qué hacen aquí, cómo entraron?

Enzo se llevó una mano al pecho exagerando su expresión de sentirse ofendido - ¿disculpa, niña? ¿Qué no sabes quién soy? - negué con la cabeza -¿me estás hablando en serio? - volví a negar. Él se volvió hacia Jaime y luego de nuevo me miró - IN CRE Í BLE. Júrame que no sabes quién soy. 

- La verdad no tenemos idea de quién eres, lo siento.

- No te preocupes, la directora tampoco, por eso logramos entrar. - todos soltamos una carcajada, presentí que era cierto. La directora era muy estricta y estos tres no tenían la mejor referencia en el otro instituto. 

NolmuqtaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora