La Isla: Parte I

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Marzo , 2019.

El día entero me la pasé haciendo informes y organizando las otras semanas, así cuando me permitieran atender a mis usuarios ya tuviese todo preparado. Sentía envidia de Jacobo, había pasado todo su día atendiendo doble entre mis expedientes y los suyos, yo tenía que soportar escucharlo dar consulta y ni siquiera me dejaban ver. Era el colmo, ¡nos dividía un intento de pared!

Había pasado una semana pero aún mi rostro no dejaba de verse desastroso, por lo cual mi jefe había decidido extender mi permiso, aún cuando le rogué que me dejara dar atención, me dijo que los niños podían asustarse. A mi se me estaba acumulando el resto de trabajo y sabía que tendría que correr luego. 

Desde que ejerzo he asegurado que nací para mis profesiones. Me desempeño como terapeuta familiar sistémica y promotora social; hace dos años participé para laborar en eWork, que es un tipo de torre de asistencia familiar que le brinda servicios al Estado, en la cual laboramos profesionales tales como psicólogos, psiquiatras, psicoanalistas. Jacobo es trabajador social, junto con otros 3 profesionales en esa área y mi persona es única en sus profesiones. ¿Comprenden por qué me encuentro tan histérica con la acumulación de trabajo? 

Básicamente mis profesiones me permiten atender familias de cualquier tipo cuando el área de psicología decide que es una situación meramente de conflicto social y también me desempeño en el área de talleres, educación socioemocional, doy charlas y ese tipo de cosas, principalmente en institutos. Actualmente me encuentro estudiando un doctorado en atención forense. Amo seguir estudiando lo más que pueda.  Sacar dos profesiones simultáneamente me permitió ver el alcance que puedo llegar a tener,  lo sigo aprovechando.

Personalmente desde que comencé a trabajar, aún cuando estaba comenzando a coger experiencia, he celebrado cada proceso de cada usuario/os que he tenido. Ser parte de la reconstrucción familiar es un proceso que te llena de orgullo, sobre todo cuando comienzas a ser recomendada o reconocida por ello. Por eso mi jefe tomó la decisión de no contratar a más personas en mi área, (además de que no era muy común encontrar esas profesiones). Confieso que a veces se me ha dificultado porque soy bastante sentimental, pero ha sido también parte de mi crecimiento como persona, fortalecer esa área. Desde que desarrollo mis profesiones descubrí la verdad en aquella conocida frase: 

"los dos días más importantes de tu vida: el día en que naces, y el día en que descubres para qué". 

Jacobo me adoptó como su "hermana/amiga/mascota/hija" prácticamente desde que llegué a este lugar. Inicialmente me dieron la oficina en ese lugar cercano a él mientras preparaban mi área, pero a los pocos meses le dijimos al jefe que era funcional para ambos estar así de cerca, incluso habían intervenciones un poco difíciles en las cuales participábamos ambos. Él se convirtió en algo así como mi "compañero de crimen". Luego nos hicimos más cercanos y henos aquí, no vivimos el uno sin el otro. Y bueno... Ya les dije que mi jefe es un tipo de santo, ese hombre se merece un altar, lo juro. 

Pero bueno, siguiendo con el hilo de la situación en la cual me encontraba, estaba sentada enfrente de mi computador. Ya había respondido todos mis correos, había ordenado, desordenado y re ordenado las carpetas sólo para hacer tiempo, limpié varias veces mi área y aún así me había sobrado tiempo antes de almuerzo. 

Luego de un rato observando fijamente mi escritorio, el jefe llamó a mi línea, al momento de atender me llamó de urgencia a su oficina, así que me puse en marcha. Pensé lo peor... ¿acaso sí me iba a despedir por no hacer nada?

Al entrar lo vi firmando unos papeles y hablando por teléfono con tono molesto. Me miró e hizo señas de que esperara un momento. 

Al cabo de unos minutos, casi que gritó al teléfono: "¡les doy media hora, no más ni menos!", y colgó. Decir que se veía molesto, era poco. Estaba fúrico. 

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