no manners 。 yuta

粘り強い '

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Una fuerte tormenta había arrasado con las últimas hojas que abrigaban a los árboles en la madrugada. Los rayos y truenos resonaron tan fuerte que pudo jurar en ese momento que caían justo en su ventana.
Era algo irónico.

En la madrugada Akari no había podido conciliar el sueño gracias al rencor creciente en su pecho.

No podía superar el hecho de que él había usado aquél apodo en su contra.

" — Es un gusto volver a verte, Ari ".

Ari, Ari. Lo detestaba.

Pero el no dormir bien no era algo que le afectara en su día, podía no dormir toda una noche y levantarse como si hubiera dormido todo un día y bebido cinco tazas de café.

Despertó antes que todas cansada de haber observado la manta de Hasuna que sobre salía de su cama en toda la noche. Cuando ellas habían despertado sus camas, Akari ya estaba lista para abandonar la habitación. Incluso, fue la primera en salir del edificio. Necesitaba aire fresco.

El mismo hombre llamado Futo la saludó como hacía siempre en las mañanas. Ella no respondía su saludo, claro. Le parecía muy extraño. Además, tenía en mente que por si casualidad un día se le pegaba la gana de saludarlo podría correr la mala suerte de que él la reconocería como la chica que estaba afuera de la habitación.

No correría ese riesgo.

Prefería ser llamada la persona con menos modales en el mundo.

Mientras caminaba el patio del campus tomó su atención, lleno de charcos de agua y hojas secas anaranjadas, verdes e incluso marrones. El personal de jardinería trabajaba arduamente limpiando esa zona, apilando en un costado con ayuda de sus rastrillos el montón de hojas.

Paró allí en medio del pasillo, apoyándose en uno de los pedestales. Sintió la brisa mañanera como una caricia en su rostro, sus ojos se cerraron inmediatamente. Tomó una bocanada de aire y luego de que sus pulmones estaban llenos del oxígeno soltó un gran suspiro liberándolo.

Y al abrir sus ojos la imagen de ella junto a Yuta bajo la lluvia se recreó justo en la lejanía del patio.

— Odio la lluvia. —recordó la forma en que su gruesa voz llegó a sus oídos luego de que un suspiro pesado hubiera resbalado de sus gruesos labios. Él sostuvo su frente con una de sus manos denotando frustración. Los ojos de la Akari de unos dieciocho no pudieron evitar verlo con preocupación, pues, no sabía qué hacer para alegrarlo.

Ella no controlaba los cambios climáticos.

Yuta al mirar por un huequito de entre sus dedos que cubrían su rostro como —en ese entonces— su novia se había entristecido, se compuso en su lugar y tomó la mano de la peli café que sostenía el paraguas que cubría ambos. Lo acercó a su cuerpo y como era lo bastante pequeño Akari quedó fuera de él.

En poco tiempo la lluvia no tardó en empaparla.

— ¡Yuta!.

Así como apareció ante sus ojos, la imagen del pasado desapareció y sólo se vio sola en aquel pasillo con su atención en el exterior.
No hay alguna reacción de su parte, pues es el típico soñar despierto causado por no dormir en toda la noche.