Capítulo 2: Una Nueva Aventura

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Bulma

- ¡Bulma, Bulma! - Me revolví en mi cama. - ¡Bulma, despierta ya! - Bufé ¿Quién estaba gritando desde tan temprano? Coloqué una de mis almohadas sobre mi cabeza y me quejé.

- Oolong no pudo dormir en toda la noche por el temor a que el mundo acabara. - Explicó Puar. Me senté sobre mi cama y froté mis ojos. Frente a mí se hallaba el pequeño gato volando y al pie de mi cama estaba el rosado cerdo mirándome con cara de tonto. Observé mi pequeño pijama y un ardor subió por mi pecho hasta mi rostro. Lo golpeé.

- ¡¿Qué no te había dicho que no te metieras a la habitación de una dama?! - Grité mientras caminaba hacía mi baño y me lavaba el rostro. Ambos me siguieron.

- ¿Qué vas a hacer Bulma? - Exclamó Oolong mientras se masajeaba la mejilla. - La mejor forma de arreglar esto es que uses tus encantos femeninos y le digas a ese Saiyajin que te arrepientes de lo que le dijiste anoche.

- ¡¿Enloqueciste?! - Repliqué tras secarme la cara. - Alguien tiene que enseñarle modales a ese sujeto.

- Pero Bulma. - intervino Puar. - Si no encuentras a nadie más fuerte que él tendrás que darle uno de los deseos que le pediremos a las esferas del dragón de los Namekusei... - Guardé silencio mientras miraba mi reflejo y los recuerdos de la noche anterior empezaron a correr en mi mente. Apreté los labios.

- Eso ya lo sé...

- Y entonces será el fin de todos nosotros. - Intervino con tristeza el pequeño cerdo. Sacudí mi cabeza con obstinación.

- No me digan que de verdad creen que él es el más poderoso del universo. - Anuncié mientras ponía un poco de crema de dientes en mi cepillo y lo mojaba. - Yo no pienso que sea cierto. - Balbuceé con el cepillo en mi boca.

- Pero tendrías que recorrer todos los planetas en un mes para comprobarlo, Bulma. - Anunció Puar. - Y eso no es posible. - Suspiré, tras enjuagar mi boca, tenía un buen punto.

- Sí... No es como si todos los guerreros se fueran a juntar en un sólo lugar a la espera de luchar con ese tipo. - Murmuró Oolong con molestia. Caminé despacio de vuelta a la habitación hasta parar en seco.

- ¡Eso es Oolong! - Grité mientras daba pequeños saltitos ¡Era tan obvio! - Iré al Torneo de las Artes Marciales que iniciará en tres días. Puar me acompañará y tú te quedarás vigilando de que Vegeta no haga ninguna barbaridad en mi ausencia. Entonces encontraré a alguien mejor que él y tendrá que arrepentirse de haberle hablado así a una chica como yo. - Puar y Oolong se miraron entre sí sin estar convencidos aún.

- ¿Y qué pasa si no encontramos a nadie, Bulma? - Preguntó Puar preocupado.

- Bueno... en ese caso, le pediremos a Porunga de que Vegeta olvide el trato antes de que tenga la oportunidad de decir su deseo. - Terminé con una gran sonrisa de satisfacción.

Oolong y Puar cayeron perplejos al suelo.

- Pero eso, claro, sería un aprieto mucho más grande porque no podríamos revivir a Yamcha y los demás chicos a tiempo. - Aclaré. - Además, los Namekusei son nuestros amigos y sería descortés causarles más problemas sólo por la arrogancia de ese Saiyajin.

- En realidad es por tú...

- ¡Está decidido! - Interrumpí a Oolong. - ¡Tenemos que intentarlo!

- ¿Y por qué me tengo que quedar yo aquí con ese fulano? - Se quejó el pequeño cerdo.

- Eso es porque yo, a diferencia de ti, sí completé la escuela y puedo transformarme en cualquier cosa por más de cinco minutos. - Se burló Puar.

- Ajá. - Anuncié. - No te preocupes, Oolong. Estoy segura de que Vegeta no te hará nada. Además, le pediré al Gran Patriarca que llame a Piccolo por si acaso. Puar, te veré en la puerta principal en diez minutos.

Cuando los dos se hubieron ido me coloqué un pantalón ancho de color caqui con una corta camiseta blanca con el logo de la Corporación Capsula. Acomodé mi alta coleta y me anudé una delgada pañoleta azul oscuro en el cuello. Terminé por calzarme un par de tenis blancos y me dispuse a empacar algunas cosas para el viaje. Tomé una caja de Capsulas que siempre llevaba conmigo y un cambio de ropa. No se necesitaba mucho más cuando podías cargar una casa en tu bolso. Mi padre era increíble.

Al salir de la casa, pasé al lado del patio del complejo donde varios Namekusei se divertían hasta llegar a la entrada dónde se encontraba Puar. El Gran Patriarca me alcanzó con un gorro de Golf en su cabeza.

- ¿Saldrá de viaje, señorita Bulma? - Preguntó con una sonrisa.

- Así es. - Respondí con determinación.

- ¿Tiene que ver con lo que pasó anoche con ese guerrero? Escuché que le pidió uno de los deseos de nuestras esferas.

- Descuide, eso no pasará. - Afirmé con una sonrisa. - Pero mientras no estoy les pido que por favor no salgan de la Corporación. Podría ser peligroso para ustedes.

- ¿Debería llamar al señor Piccolo? - Asentí.

- ¡Oh, pero si eres tú Bulma! - Gritó mi madre. El Gran Patriarca y yo saltamos sorprendidos ¿De dónde había salido? - ¿El apuesto de Vegeta está contigo? No he logrado verlo mucho desde que llegó a la Tierra con ustedes.

- No... - Respondí sacudiendo mi cabeza. - ¿Sabes dónde está papá?

- Sí, sí. Se está haciendo cargo de las reparaciones de anoche.

- Eso es una pena, quería verlo antes de irme. - Sonreí. - ¡No importa! No podemos retrasarnos más, Puar. Nuestra aventura aguarda. - Terminé mientras apretaba mi puño victoriosa.

- ¡Oh! ¿Te irás Bulma? - Preguntó mi madre.

- Sí, iré con Puar al Torneo de las Artes Marciales.

- ¡Qué emocionante suena! Deberíamos ir todos, sería como una gran excursión hacia lo desconocido.

- Mamá...

- Espero que no le moleste, señora. - Intervino el Gran Patriarca. - Pero a nosotros, los Namekusei, nos gustaría quedarnos en la Corporación hasta que la señorita Bulma, regrese. Creemos que será más seguro para nosotros.

Tomé una de las capsulas que había preparado y la lancé para dejar al descubierto una nueva motocicleta que había diseñado hace tiempo. Me acerqué a ella con Puar tras de mí y encendí los motores.

- ¡Oh! Mamá, casi lo olvido. Si Vegeta pregunta algo no le digas a dónde fui... Tienes que prometer que ni tú ni papá lo harán. - Rio. Ella no lo entendía, pero si él se enteraba de que estaba improvisando sería muy humillante...

- Hija ¿De casualidad están peleando? - Me sonrojé.

- Yo... esto... ¡No! Cuento con ustedes ¡Adiós!

Aceleré la máquina y me alejé con rapidez de mi hogar. No estaba segura de por qué, pero sospechaba que este viaje lo iba a cambiar todo.






El Orgullo del Príncipe Saiyajin (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora