Vegeta
Un par de chicas humanas me miraban entre risas desde la otra esquina de la calle. Apreté mis brazos cruzados con una mueca y desvié la mirada para ver la entrada de la tienda a la que había entrado Bulma ¿Cuánto tiempo más tardaría? Ya era lo suficientemente molesto tener que depender de una terrícola para que ahora me forzara a desperdiciar mi preciado tiempo. Un hombre de atuendos coloridos se acercó saltando hacia mí y con mi puño golpeé la pared del edificio tras de mí, lo que formó un gran cráter en el muro. El sujeto se alejó de inmediato y las muchachas soltaron un chillido asustadas.
- Tienes que controlar tu genio, Vegeta. - Me reprochó Bulma al volver mientras guardaba la caja con cápsulas que había comprado en su bolsa. Había visto esos dispositivos, el hijo de Kakaroto y el otro niño los llevaban en Namekusei. No estaban mal. - Ahora tendré que hablar con el dueño de este edificio para pagarle por lo que has hecho.
- Haz lo que quieras. - Espeté molesto. - ¿Tienes las coordenadas?
- ¡Oh, sí, el Radar! - Exclamó mientras buscaba algo en su bolso. - Sólo necesito descargar los planos que ingresé cuando lo construí. Estoy segura de que debe haber alguna huella de la primera vez que rastreó las esferas.
Bulma escarbó en su bolso en repetidas ocasiones sin encontrar nada. Luego bufó y vació el contenido de su bolsa en plena calle ante la mirada de los entrometidos que por ahí pasaban. Rodé los ojos y gruñí. Algo no estaba bien.
- Debió habérseme caído cuando nos atacaron esos tipos de la Patrulla Roja en el desierto... ¡Ni modo! - Pronunció levantándose y poniendo su puño derecho en su otra mano. - Tendremos que ir. - Bulma empezó a caminar sobrepasándome y la tomé del brazo.
- ¿Con quién crees que estás hablando? - Dije mirándola a los ojos. - Yo soy el Príncipe de los Saiyajin y no dejaré que una simple terrícola juegue conmigo como si fuera su marioneta. - Se soltó de mi agarre y frunció el ceño.
- Tranquilízate, Vegeta. Me estas avergonzando. - Exclamó y me eché para atrás un tanto sorprendido. Las personas que cruzaban la calle se pararon para observarnos atentamente. Apreté la mandíbula. - Sólo te estoy diciendo que iremos seis millas al suroccidente del desierto. Tómalo como unas pequeñas vacaciones, parece que necesitaras unas.
- Hmp. - Bufé ¡Esta mujer!
- Así está mucho mejor. - Exclamó con una gran sonrisa mientras terminaba de recoger las últimas cosas del suelo. - Ahora sólo tengo que encontrar una cápsula que... ¿¡Qué estás haciendo!? - Chilló nerviosa mientras me veía acercarme.
- Entre más rápido lleguemos al desierto del que hablas, más rápido podré terminar con esta tontería. Y, dado que tu nivel de poder es inútil, tendré que arrastrarte conmigo.
- ¿Arrastrarme? - Balbuceó nerviosamente.
- ¿Podrías seguirme el paso volando?
- Bueno, no, pero...
- ¡Tsch...! - Pronuncié mientras la tomaba por la cintura y partía a volar con ella a cuestas.
Bulma gritó y pataleó los primeros minutos hasta, simplemente, limitarse a aprisionar mi cuello con casi la intención de asfixiarme. Oficialmente, estaba llegando al límite de mi paciencia. Cuando pude ver el desierto, descendí con rapidez y me liberé del agarre de la mujer tan pronto como pude.
- ¡Oh! - Suspiró ella agachada sobre la arena. Temblaba. - Nunca estuve tan feliz de pisar tierra firme.
- De nada. - Pronuncié mientras me sacudía la arena de la armadura. - Ahora iré a buscar ese endemoniado radar. Sólo dime en qué dirección lo puedo encontrar y espera acá. No necesito que me estorbes.
- Alguien debe enseñarte modales. - Refunfuñó mientras se paraba y se acercaba a mi enojada. Fruncí el ceño. - Y, por si no te queda claro, te prohíbo que vuelvas a levantarme por los aires, grosero. Yo soy una dama y además yo... ¡Yo tengo novio!
- Novio ¿Eh? - Pronuncié divertido. - Me gustaría saber dónde está él ahora.
- ¡No te hagas el tonto, Vegeta! Mi amado Yamcha estaría con nosotros ahora de no ser porque tú y ese otro aterrador sujeto lo mataron junto con Ten Shin Han y Chaoz.
- Te equivocas. Yo no me ensucio las manos con la sangre de insectos de baja clase. Pero, si te refieres a alguno de los inútiles que fueron eliminados por los Saibaman, deberías agradecerme por haberte librado de ellos.
- ¡Cómo te atreves!
- Déjame ver... ¿Era acaso el hombre de los tres ojos o el pequeño niño que lo acompañaba? - Negó la cabeza con los brazos cruzados sin querer mirarme. - ¡Ja, no puede ser! No me digas que era ese debilucho de cabello largo. - Se sobresaltó y frunció el ceño. Solté una carcajada. - ¡Era él! ¿Quién diría que ese insecto tendría pareja?
- Para tu información, Yamcha se encuentra en este momento entrenando en el otro mundo con el gran maestro Kaiosama, quien también entrenó a Goku. Y, cuando lo revivamos, será diez veces más fuerte de lo que era.
- ¿De verdad? - Pronuncié mientras quedaba frente a ella y levantaba su barbilla hasta que nuestras miradas se encontraron. - Ni aunque ese insecto aumentara su poder cien veces, podría llegarme a los talones. - Y sus ojos azules centellearon con rabia. - Te daré un consejo y, como me hiciste reír, dejaré que sea gratis: deshazte de ese tipo.
Bulma abrió la boca para decir algo, pero, en ese instante, el sonido de dos disparos me distrajo. Me volteé y observé a un hombre que me apuntaba con un arma. Disparo y, naturalmente, las balas rebotaron en mi armadura. El tipo empezó a temblar entre más me acercaba y cuando lo alcancé rompí la pistola con una mano y tomé del cuello al sujeto.
- ¡Agh! - Gritó cuando lo levanté.
- Para tu mala suerte, no estoy de humor para jugar. - Espeté.
- ¡Un momento, Vegeta! - Gritó Bulma. - Él es uno de los tipos de la Patrulla Roja que me atacó antes. Es extraño que esté solo, si lo recuerdo bien, había dos...
- Esto es culpa de ese estúpido reloj que encontramos. - Gimió mientras apretaba mi brazo. - Cuando nuestros superiores se enteraron de que lo teníamos, vinieron por él y nos dejaron a nuestra suerte en el desierto.
- ¿Eh? ¿Reloj? - Preguntó Bulma confundida.
- Suponemos que era eso, porque no funcionaba. Sólo era una pantalla verde que emitía ruidos extraños.
- ¡Era el Radar! - Gritó Bulma emocionada. Luego resopló decepcionada. - ¡Demonios! Si esos tipos de la Patrulla Roja lo tienen quién sabe dónde pueda estar.
- Si aprecias tu vida dinos a dónde lo llevaron. - Ordené mientras apretaba mi agarre.
- Yo... esto... ellos fueron a la nueva sede de la patrulla a veinte millas al norte ¡Déjame ir...!
Apreté los labios y, en un rápido movimiento, lancé al hombre a algunos metros detrás de Bulma donde se acercaba un segundo sujeto sigilosamente. Bulma lanzó un chillido sorprendida. Y ambos hombres cayeron inconscientes al suelo. Hice una mueca, esto era patético. Y ni siquiera valía el esfuerzo. Toda esta situación era indigna de un guerrero como yo, y que se maldiga el día en que se me ocurrió que podía ser una buena idea.
- Esto... ¿Vegeta?
- Ya he tenido suficiente. - Gruñí. - Me largo.
- ¿Vegeta?
- ¡¿Qué quieres?!
- ¿Crees que eso pueda ser un problema? - Dijo señalando tras de mí. Al voltear una gran tormenta de arena se acercaba a nosotros. Apreté la mandíbula.
Cuando todo esto acabara, definitivamente, volvería cenizas a este planeta.
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El Orgullo del Príncipe Saiyajin (CANCELADA)
FanficTras la batalla con Freezer en el planeta Namek, Vegeta se ve obligado a vivir en la Tierra a espera de Goku. Es allí donde conoce a Bulma, una ingeniosa terrícola que no parece temerle ni odiarle a pesar de su turbulento pasado. Bulma le ofrecerá a...