Capítulo 8: El Renacer de la Patrulla Roja

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Bulma

Abrí los ojos y miré al techo por un largo tiempo sin poder conciliar el sueño. Me senté en la pequeña cama y, de pronto, un vacío se asentó en mi pecho. Vegeta... ¿Quién demonios se creía...? Nunca nadie me había hablado así. Por lo menos, no en mi cara... Una vez había descubierto a Yamcha y Oolong cotilleando a mis espaldas, pero se arrepintieron al instante de haber sido descubiertos. Y suponía que ese no sería el caso con Vegeta. Él no temía decir lo que pensaba y, mucho menos, le importaba hacer caso a lo que yo quería oír ¿Sería cierto lo que había dicho sobre mí? La verdad es que a veces si era un poco... ¡Agh, pero qué estoy diciendo!

Me levanté de la cama con el ceño fruncido y caminé a la cocina para servirme un vaso de agua. Me decidí por un refresco y, dado que no podía dormir, me puse mis zapatos y, con bebida en mano, salí del refugio. Me apoyé sobre la redonda pared de la casa y le di un sorbo a la lata. Según el reloj en mi muñeca eran poco más de las cinco de la mañana, pero no pareciera que fuera a amanecer pronto. Observé discretamente a mi alrededor en un pequeño paneo y, de pronto, el silencio se hizo más pesado. De verdad no podía creer que Vegeta se hubiera ido... y que, aun así, me siguiera preocupando por él. Con este frío, sin duda, podría resfriarse.

Empecé a juguetear con una pequeña roca en el suelo y, de pronto, esta empezó a saltar brevemente en el suelo. Sacudí mi cabeza y miré a mi alrededor perpleja ¡¿Un temblor?! Escuché un estruendo proveniente del fondo de la cueva y me asomé para mirar mejor. De pronto, una nube naranja se empezó a acercar a mi posición y corrí en dirección contraria hasta que mis piernas dolieron. Me escondí al costado de la entrada de la cueva y pude ver cómo los restos de mi casa salían disparados por la boca del túnel ¡No de nuevo!

Cubrí mi cabeza con mis brazos y, cuando el estruendo hubo parado y el humo desvanecido, me asomé de nuevo a la cueva entre un tosido. Solté un quejido al ver que todo lo que tenía había sido reducido a cenizas y, de repente, me pareció escuchar murmullos provenientes de lo más profundo del túnel ¡Quien sea que hubiera hecho esto me las iba a pagar! Seguí los susurros manteniendo una mano en la rocosa pared y ahogué la voz en mi cabeza que me advertía que no continuara. De todas maneras, seguía sola y no podía escapar así lo quisiera. Así, llegué tras quince minutos a lo que parecía ser una fábrica armamentista de... ¿La Patrulla Roja?

Me asomé discretamente por una pequeña abertura que había entre la cueva y un gran túnel de metal y pude ver a un lobo y zorro con el logo de la Patrulla mientras manejaban una gran caldera en la que parecían fundir metal viejo para hacer armas. Yo estaba en la escotilla de escape de la combustión, así que sería bueno salir de ahí si no quería terminar frita. Di unos cuantos pasos hacia atrás y me adentré aún más en la cueva mientras luchaba por mantener la calma. Finalmente, llegué a lo que parecía el extremo final del túnel. Dónde se encontraba un extraño laboratorio con luces verdes dónde varios hombres de la misma organización caminaban de un lado para otro llevando armas y chatarra en sus manos.

- Es una lástima, viejo. – Comenzó un bajito hombre mientras tomaba un trago con sus pies sobre el teclado frente a lo que parecían cámaras de seguridad. – El jefe quería ese estúpido reloj ayer. No estará muy contento cuando se lo lleves más tarde con la cabeza gacha, ya sabes cómo se pone.

- Fue culpa de esa maldita tormenta. De todas formas, si fuera tan valioso como dicen hubiera venido él mismo. – Se quejó el otro quitándole la cerveza de las manos a su compañero. Quien se la volvió a quitar enseguida.

- No lo tientes.

De pronto, pude ver el Radar del Dragón sobre la mesa frente a los hombres en medio de armas y botellas vacías. Si pudiera llegar, sólo tendría que tomarlo y salir de allí cuanto antes. Nadie pensaría que hay una linda chica oculta tras el pesado overol que llevaba encima. Además, como sólo parecía haber un par de personas no debía ser tan difícil ¿Cierto? Tendría que distraerlos y luego recuperaría el aparato. Suspiré mientras intentaba convencerme de que todo estaría bien, por qué siempre terminaba en estas situaciones tan peligrosas...

El Orgullo del Príncipe Saiyajin (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora