Vegeta
El lagarto y su patético amigo soltaron un par de carcajadas mientras lanzaban al aire algunas de las piedras brillantes que habíamos obtenido en una insignificante luna días atrás. Y, de pronto, me encontré a mí mismo preguntándome cómo me había podido enredar con sujetos tan miserables como estos. Di la vuelta y observé la gran galaxia al otro lado de la ventana de la nave.
Contrario a lo que se podría pensar, esta pequeña aventura no había servido para algo más que retrasar mi entrenamiento. En ningún planeta había podido encontrar a alguien con un poder equiparable al mío. Y, de no ser por la existencia de Kakarotto, me costaría creer que existiera alguien que pudiera superar mi nivel de poder. Chisté y apreté mi puño. No importara el tiempo que pasara, siempre me hervía la sangre recordar a ese insecto.
— ¡Hey, Vegeta! — Gritó uno de los tipos detrás de mí. Suponía que era el enano morado, Kang, ese nunca se callaba. — ¡Ven a celebrar con nosotros! Aún no te hemos dado tu parte.
— Dije que no me importa. — Y aquella respuesta hizo que las risas volvieran.
— De verdad, Syngil. — Continuó el sujeto al lagarto. — Lo mejor que pudimos hacer fue aliarnos con Vegeta. Hace el trabajo sucio mientras que nosotros observamos el espectáculo.
— ¿Espectáculo? Yo no lo llamaría así precisamente. — Se quejó el otro aparentemente ebrio y me volteé a verlo irritado. — Con esfuerzo y se digna a deshacerse de unos pocos.
— ¿Qué dices? — Lo reté, y su compañero le tiró un golpe de advertencia.
— No le prestes atención... ¡Syngil es un bruto cuando bebe! No sabe lo que dice...
— No, está bien. Deja que lo diga. — Intervine acercándome hasta llegar a centímetros del gusano.
— No es personal, Vegeta. — Continuó el reptil. — Pero tu súbita compasión nos está haciendo más difícil la venta de planetas. El trato era exterminar a toda la población del satélite para poder venderlo a un buen precio. Pero, cada vez que vences a los más fuertes, te echas para atrás y tenemos que conformarnos con los restos.
Sin ganas de escuchar el resto de sus lloriqueos, empuje al sujeto y salió volando hacia atrás. Kang se acercó a él para socorrerlo y alcé mi mano en su dirección con una sonrisa. Quizás era hora de que alguien le enseñara modales...
De pronto, la presencia de un horroroso y familiar Ki me arrancó el aliento y me hizo caer de rodillas. Así que ese inútil de Kakarotto al final no había podido deshacerse de Freezer. Y ahora él y su padre, King Cold, debían estar más enojados que nunca. Apreté el puño y me forcé a levantarme hasta llegar al panel de control principal de la máquina.
Si mis sospechas eran ciertas y Freezer estaba vivo, debía encontrarse en una de las naves más grandes de su ejército junto a su padre. Rastreé un transporte con estas características y, pronto, se presentó en el radar una nave, a unas cuantas millas de distancia, que no dejaba pie a las dudas. Eran ellos.
— ¿Qué pasa, Vegeta? ¿Está todo bien? — Preguntó uno de esos gusanos detrás de mí, e ignoré sus preguntas.
Intenté pronosticar el curso del navío de Freezer y, como lo sospechaba, parecía dirigirse a la Tierra. Si Freezer pisaba ese planeta, era probable que Kakarotto finalmente volviera. Y, de ser así, no había mejor oportunidad para probar los frutos de mi entrenamiento.
Observé el monitor de combustible de mi propia nave y noté que no iba a ser suficiente para volver a la Tierra. Así que ubiqué el satélite poblado más cercano para poder cargar el tanque. La nave chirrió cuando cambié drásticamente su curso y los sujetos tras de mí cayeron hacía atrás.
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El Orgullo del Príncipe Saiyajin (CANCELADA)
FanfictionTras la batalla con Freezer en el planeta Namek, Vegeta se ve obligado a vivir en la Tierra a espera de Goku. Es allí donde conoce a Bulma, una ingeniosa terrícola que no parece temerle ni odiarle a pesar de su turbulento pasado. Bulma le ofrecerá a...