Capítulo 5

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hunk.

Con un ruido sordo, despierto desorientada, mientras quito el cabello de mi rostro y miro la habitación. ¡Mierda! ¡Sophie no me despertó está mañana! Enseguida, reconozco que no estoy en mi propio cuarto. Eso es correcto, estamos en la cabaña. Sonrío con los recuerdos de anoche, haciendo el amor frente a la chimenea. Miro hacia la cama vacía y frunzo el ceño. Mi teléfono vibra encima de la mesa a mi lado. Es un mensaje de Gail, una foto de Sophie envuelta en los brazos de su abuelo, tomando su biberón y mirándole, mientras él lee el periódico de la mañana.

Estamos muy bien. No se preocupen. Diviértanse.

Sonrío y respondo.

Gracias. Estamos disfrutando mucho. Los amo. Envía otro mensaje más tarde.

Dejo caer el teléfono en la cama y froto las manos sobre el rostro, entonces oigo un ruido nuevamente.

Thunk.

¿Pero qué...? 

Atravieso la puerta corrediza hacia la terraza y empujo las cortinas de lado, y suspiro.

¡Nieve! ¡Es la maldita nieve! Allí fuera debe haber aproximadamente seis centímetros de suave polvo blanco cubriéndolo todo. Es absolutamente deslumbrante. Nunca nieva en Seattle, mi culo. Por supuesto, estamos en las montañas, en Seattle como mucho, hoy podría haber sólo llovido.

Thunk. Otro ruido sordo. ¿Qué demonios es eso?

Me visto con mis jeans y suéter, medias y zapatos, y busco por la casa. Isaac no está por ningún lado. Espío por la puerta de atrás y lo encuentro cerca del porche cortando leña.

¡Santa mierda!

Jeans desteñidos moldeando su perfecto culo y largas piernas. Está usando una camiseta negra, y su chaqueta Northface está apoyada en la valla. El cabello en su nuca está oscuro por el sudor. Lanza otra vez el hacha contra el tronco, elevando el hacha sobre su cabeza y llevándola hacia abajo con fuerza, lo que envía dos nuevos pedazos a volar en cualquier dirección.

Dios, el hombre es fuerte y puede hacer cosas increíbles con su herramienta. Miro por un momento, apreciando la vista. Los músculos de sus hombros se flexionan y se mueven con cada balanceo del hacha. Respiro profundamente, apreciando el olor de los pinos y el frío de la nieve. No está insoportablemente frío, solo lo suficiente para dejar mis mejillas rosas y puedo ver mi respiración con cada exhalación. La nieve dejó todo silencioso a nuestro alrededor y parece que somos las únicas dos personas por kilómetros y kilómetros.

Thunk.  

Bueno, es hora de llamar su atención. Sonrío maliciosamente, reúno en mi mano una gran cantidad de nieve, formando una bola, y calculo la distancia. Le acierto a Isaac en la parte posterior del cuello, la nieve fría descendiendo por debajo de su camisa.

—¿Qué demonios? —Se gira y me mira—. ¿Acabas de lanzarme nieve?

—¿Yo? —Ensancho mis ojos inocentemente—. No sé de lo que estás hablando.

—Uh, huh. —Apoya el hacha hacia abajo, se quita los guantes mirándome especulativamente—. No voy a creerme que fue un acto inocente. —No puedo mantener una cara seria, y comienzo a volverme, mientras él avanza lentamente.

—De verdad. —se me escapa una risita—. No hice eso.

—No hay más nadie aquí, bebé.

—¿Quizás cayó de un árbol? —pregunto y continuo retrocediendo. Él se agacha y reúne una gran bola de nieve en sus manos, sonríe, y me la lanza, golpeándome en el hombro.

1.5 Under The Mistletoe With MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora