Capítulo 30

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Ethan estaba realmente sorprendido, ¿Samuel era hermano de David?

Agradeció que Samuel se fuera y le dejara a solas con su amigo, la tensión que ya sentía de por sí con el mayor no ayudaba a nada.

Aunque la última mirada que ambos se dedicaron pesaba a Ethan.

—¿Por qué no me lo habías dicho antes?—le preguntó a su amigo.

—Bueno... me lo dijo cuando volvimos de Edimburgo, y las cosas eran complicadas por aquel entonces, ¿no crees?

—¿Y ahora no lo son?

—Han pasado cinco meses—le dijo David tirándose sobre su propia cama en la habitación que ambos seguían ocupando.—¿No crees que es hora de que volváis a hablar?

—No entiendo qué tiene eso que ver con que me dijeras que tienes un hermano secreto.

—Bueno, realmente no mucho, pero yo también sé esquivar preguntas, amigo.

Ambos se miraban, quizás esos meses no habían sido los más comunicativos de su vida. Tampoco era alguien dado a hablar demasiado.

La situación con Samuel había dejado de ser. Como David bien decía, habían pasado cinco meses en los que no habían vuelto a verse, ¿y lo hacían en un aula para ver a David? Obviamente, este lo había provocado.

—¿Cómo te sientes al tener un hermano?—Tenía que dejar de pensar en él y en Samuel, y preocuparse por su amigo.

—Pues no lo sé, nunca he tenido uno, así que no sé lo que se siente en realidad.

—Pero, ¿os estáis viendo? ¿Hacéis cosas juntos?

Le costaba tanto imaginar a Samuel como un hermano mayor, si pudiera colocarlo en algún lugar, sería en el lugar del hermano pequeño consentido, pero teniendo a David en esa posición, debía ser divertido verlos juntos.

—Siempre pensé que quería usarme para llegar a ti—confesó David, eso ya tenía más sentido. Era algo que parecía muy de Samuel, usar a cualquiera para obtener lo que quería.

Se sintió algo mal con aquel pensamiento, le había pedido que le dejara en paz, y este lo había hecho. Quizás no estaba siendo del todo justo.

—Empieza por el principio, ¿cómo supo que erais hermanos?

—Bueno, en realidad somos hermanastros, tenemos el mismo padre.—David comenzó a contarle todo aquello de los análisis, incluso el tema de su herencia, y Ethan tan solo escuchaba en silencio.

Pasado un buen rato en el que ambos permanecieron en silencio, Ethan habló.

—¿Y por qué no quieres tu parte?—se cuestionó.

—Puedo valerme por mí mismo—los ojos de David esquivaron su mirada.

—El David que yo conozco no diría que no, es tuyo, y te vendría muy bien para no tener que andar siempre en la cuerda floja. Hay más, ¿no?

David bufó, sabía que había dado en el clavo.

—Hay muchas más cosas, primero, es Hereford, tu hermano lo odia, y por si no te has dado cuenta yo estoy saliendo con tu hermano, no quiero que de nuevo se vuelva loco con el "tema Hereford", en serio, lo lleva mal.

—Qué le den a mi hermano, tendrá que aceptarlo.

—Ethan, te miro y no te reconozco—le dijo sonriéndole pícaramente. Quizás había cambiado un poco.

—David.

—Bueno, quizás solo quiero que sea mi hermano, sin dinero de por medio, ¿tan raro es?

Sugardaddy: Londres (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora