•Capítulo 2• La visita más peligrosa

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Narrador omnisciente:

Era noche cerrada, momento en el que las familias más tardías acaban sus cenas y conversaciones e iban a dormir u otros trabajaban sus turnos nocturnos. Los bares de poca monta se encontraban en pleno apogeo, especialmente aquellos con numerosos villanos como clientela, mientras otros lugares más respetables cerraban sus puertas para finalizar su jornada.

Excasas personas paseaban esa fría noche de invierno por las calles, muchas menos por placer, por lo que la Luna decidió iluminar a quien más le interesaba.

La luz traspasó las ventanas de la gran mansión, iluminando sus pasos en la oscuridad de las estancias. Los zapatos que llevaba hacían resonar sus apresurados pasos, por mucho que tratara de aparentar su habitual desinterés. Se dirigía sin decir nada en absoluto a la puerta, dónde sí había algunos miembros de esa organización vigilando.

Cruzaron miradas, él se limitó a mantenerse serio sin decir nada, mientras esos idiotas tragaban en seco y se ponían rectos.

¿Necesita algo?

Simplemente chasqueó la lengua y continuó caminando hasta atravesar la puerta, como si nada, ignorándolos por completo. Ya afuera se giró de reojo, con sus orbes turquesa reflejando la luz del satélite blanco.

—Volveré más tarde.

Sin más continuó su camino, alejándose de esa residencia, con sus manos en los bolsillos de su pantalón, dejando su abrigo alzarse con el viento.

Continuó caminando como si nada durante un rato hasta que comenzó a perderse por las más insólitas calles oscuras, acabando por subir a una azotea para continuar por ahí por simple comodidad.

—¿A dónde te diriges? —la voz del doctor resonó por el auricular en su oído, haciendole detener su marcha.

—A ningún lugar importante. Debo hacer una cosa.

Sin decir más apagó el trasto y lo dejó ahí escondido para que no pudieran rastrearlo. Había estado suficientemente atento de que no le siguieran, a pesar de que no debería ocurrir.

Él mismo se encargó del asunto de Kohaku en su momento, dado que prácticamente lo termimó tomando bajo su protección y lo dejó estar con la chica, sabiendo que el pequeño no la diría nada.

Tras revisar que no pudieran seguirle con facilidad, retomó su camino en dirección al hospital. El pollo no se había cortado en ir a visitarla al lugar y revisar su estado, denotando que el pequeño estaba allí. También se tuvo que encargar de que no fueran a por él, alegando que no diría nada en absoluto aunque estuviera en su bando como parecía, solo seguía su propio plan.

Mintió sobre que el pequeño le debía una deuda y la pagaría estando atento, después de todo al estar junto a alguien querida por sus compañeros se enteraría de más cosas.

Tras esa mentira lo dejaron estar sin tanto problema.

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