Dos

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Ann

Miró su nueva adquisición y sonrió orgullosa. ¡Por fin! Por fin había conseguido su diván. Más de una semana de regateo con el anterior dueño había merecido la pena. Contenta admiró el diván, quizás le hacían falta un par de cojines a juego, pero ya los conseguiría más adelante.

Sin pensarlo dos veces se tumbó en él. Se giró de un lado a otro y gritó emocionada, ¡era demasiado cómodo! Definitivamente, había hecho una gran elección.

Sus pacientes iban a adorar su diván, y hablando de sus pacientes... Ayer había decidido quién sería el primero.

Se sentó en el diván y cruzó las piernas. Todavía no sabía cómo iba a hacerlo, pero Kyle iba a inaugurar ese diván como que ella se llamaba Annalise. Se puso en pie con decisión, pero antes de abandonar su habitación miró una última vez a su diván, ¡si es que tenía tan buen gusto!

― ¿Otra vez admirando tu diván? ―curioseó Matt asomándose a su habitación mientras se comía un helado.

― ¡Es que es perfecto! ―exclamó emocionada señalando el diván, haciendo que su hermano se riese―. Bueno, bonito, barato, cómodo...

― Sobre todo barato, te pusiste tan pesada que el anterior dueño casi te paga él a ti para que dejases de acosarlo―recordó Matt mirándola fijamente.

― Hablando de eso, después de pagarle me rogó que borrase todos sus datos y que no volviese a contactar con él nunca―contó con tranquilidad.

― Sinceramente, no me sorprende―dijo Matt, y ella lo miró ofendida, no había sido tan pesada como para que el hombre se pusiese así, su hermano que pareció leer sus pensamientos la señaló con el dedo―. Lo seguiste durante un día entero.

― No seas exagerado, sólo fue medio día y fue para asegurarme de que no estaba intentando vender mi diván a otras personas―contestó con simpleza.

― Pues la próxima vez que sigas a alguien, intenta que no te vea―aconsejó su hermano.

― Y si no me ve ¿cómo va a saber que lo estoy siguiendo? ―preguntó confusa, Matt enarcó una ceja antes de suspirar.

― Y por eso, tú y Dafne tenían prohibido las misiones de espionaje a Quevedo―contestó su hermano dándose la vuelta y saliendo de la habitación.

― ¡Lo que era una injusticia! ¡Somos unas espías estupendas! ―exclamó fingiendo estar ofendida, pero Matt ya se había marchado.

Decidió ignorar que su hermano le echase en cara lo supuesta mala espía que era y volvió a admirar su diván. Era tan bonito. Y estaba tan solito. Era hora de buscar a su primer paciente.

Se cambió de ropa y tras recogerse el pelo en un moño, abandonó su casa. Tomó el ascensor y al salir del edificio miró directamente al edificio dónde vivía Kyle. No tenía muy claro en qué piso vivía, pero suponía que era fácil de averiguar. Dan siempre se quejaba de lo duro que era vivir en el mismo edificio que Kyle, así que suponía que sabía en qué planta vivía exactamente.

Dio un paso hacia el restaurante de los padres de Sonia, pero a lo lejos un chico con una sudadera azul oscura llamó su atención. Dio gracias por su suerte y salió corriendo hacia Kyle.

― Tengo una buena noticia para ti―dijo a modo de saludo cuando llegó hasta él, Kyle se detuvo y la miró con recelo―. He decidido que voy a ayudarte con la chica de tu clase.

― Te dije que no hay nada en lo que ayudar―indicó Kyle pero ella colocó las manos en la cadera y lo miró fijamente.

― ¿No? Acaso, ¿ya has hablado con ella? ―preguntó con interés.

La química entre tú y yo (TQST Libro #1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora