Once

13.8K 1.8K 2K
                                    

Kyle

No quería ser paranoico ni alarmista, pero desde hacía unos días se sentía observado.

Era salir de casa y tener la horrible sensación de que era seguido. Pero luego miraba a su alrededor y no veía nada sospechoso, por lo que estaba empezando a ponerse de los nervios y dudar de su cordura.

Le había preguntado a Nayra si ella notaba algo raro cuando caminaban hacia Góngora y ella había negado con bastante contundencia; por lo que volvió a pensar que debían ser imaginaciones suyas.

Además, si lo pensaba fríamente, ¿quién iba a seguirlo? ¿Y por qué?

Nada de esto tenía sentido.

Igual que no tenía sentido que sus sudaderas hubieran empezado a oler ligeramente a jazmín, no es que le molestase, le gustaba el olor. Pero era extraño y más sabiendo que su madre no había cambiado el detergente con el que lavaba la ropa.

Cogió una sudadera de color gris de su armario y se la puso. Jazmín de nuevo. Se encogió de hombros y recogió su mochila del suelo. Estudiaría este suceso paranormal de jazmín esta tarde, ahora tenía que ir a clase.

Se despidió de sus padres que ya estaban desayunando y salió de su casa con prisa. Tenía que apurarse o sino volvería a ser arrastrado por Ann, Dafne y Triz para ir con ellas en el coche, y se negaba a tener que viajar por tercer día seguido en ese coche. Esa cosa necesitaba un gigantesco arreglo y ya ni hablar de la manera de conducir de Triz. ¡Tuvo miedo por sus vidas más de diez veces en un recorrido de menos de una hora!

Además, lo obligaban a ir todo el rato en la parte de atrás con Ann, porque Dafne decía que se mareaba si no iba delante; y aunque eso hace unas semanas no hubiera sido ningún problema, ahora el estar de cerca de Ann le hacía convertirse en un flan. Y el que ella, lo mirase con esos grandes ojos azules y le pestañease de forma inocente, no ayudaba nada.

¡Por dios, si le había regalado su sudadera sólo porque ella le puso ojitos!

Pero luego se puso tan contenta, que había merecido la pena. Le había sonreído con tanta felicidad y emoción, que estuvo tentado de subir y bajarle todas sus sudaderas sólo para que ella siguiera sonriendo así de feliz. Por suerte, no lo hizo y seguía en posesión de todas las sudaderas que lo ayudaban a ocultar lo rojo que se ponía cada vez que ella se acercaba más de lo necesario.

Como ayer cuando se atascó el cinturón de seguridad, él tiraba y eso no se movía. Entonces Ann, con toda la tranquilidad del mundo, se colocó casi sobre él y pegó un fuerte tirón del cinturón para luego abrochárselo como si fuera un niño. Durante los escasos segundos que ella estuvo cerca, sintió como los latidos de su corazón retumbaron en sus oídos y se sonrojaba de pies a cabeza. Después de eso se pasó todo el viaje sumamente avergonzado e intentando ser absorbido por el asiento, aunque lamentablemente eso no pasó.

Aceleró el paso y se metió en la boca del metro, por lo que respiró aliviado.

Debería hacer esto todos los días.

Esperó tres minutos a que llegase el tren y justo cuando se subió en él, le llegó un mensaje de Ann preguntándole dónde estaba y si le quedaba mucho. Suspiró y se sintió culpable. Se imaginó a Ann haciéndole esa preguntaba mientras sacudía las pestañas y lo miraba fijamente y tuvo ganas de bajarse del vagón para ir con ellas en el coche de Triz. Sacudió la cabeza y apartó esa idea con rapidez, precisamente por eso debía ir en el metro.

Le respondió a Ann de manera breve, indicándole que tuvo que irse antes debido a un examen; algo que no era del todo mentira. Hoy tenía examen, pero a tercera hora. Ella le respondió con un icono de ojos llorosos y él sonrió. Era muy linda.

La química entre tú y yo (TQST Libro #1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora